- ¿Acaso te crees que la plaga de cretinos que estamos padeciendo es puramente accidental?
Mi amigo el reportero Pepe Hiena, director o algo así de El Rastrero Digital, me miró con ojos de rata tras soltar de forma petulante y jactanciosa su frasecita sentenciosa.
- No, Fiz, no -prosiguió mirando su taza de café- Todo está provocado por los que tienen mucho que ganar con la maldita epidemia.
- ¿Entonces no son las redes sociales las que vuelven cretina a la gente?
- Hay un doble fenómeno. En las redes la masa poblacional puede explayarse a gusto y sacar a la luz sus más torpes instintos -como ocurre en las manifestaciones religiosas o en los partidos de fútbol- pero el cretinismo como tal, no tendría tanto éxito sin la existencia de profesionales de la cretinez criados en macrogranjas de gorrinos.
- ¿Querrás decir en macrogranjas de cretinos?
- No, de gorrinos. De cerdos.
- Debería dejar las drogas, Pepe, te están haciendo daño.
- Escúchame, huelebraguetas - casi estuvo a punto de lanzarme su taza de café hirviente mientras me apuntaba con el dedo.- No sabes de la misa la media. En las macrogranjas no solo se explota de forma salvaje y criminal a pobres vacas y cerdos jodiendo de paso el puto medio ambiente, también se crían ciborgs humanos para convertirlos en apóstoles del cretinismo y, por tanto, del sibawanismo.
- ¿El Sibawinismo?
- Viene del "Sí, bwana". La frasecita de marras que les hacen decir a los porteadores y criados africanos como gesto de sumisión en las películas de safaris. El sibwanismo es un término para hablar de la sumisión de muchos ciudadanos a las opiniones predominantes, aunque sean absurdas.
- ¿Solamente lo hacen los ciudadanos?
- También las ciudadanas. Ellas no son diferentes. Esa bobada de que todo lo masculino es malo y todo lo femenino es bueno, no deja de ser una manifestación maniquea de cretinismo.
- Ah vale ¿Y como es el proceso de elaboración de cretinos?
Mi amigo se relamió los labios, optó por la sonrisa condescendiente y se puso estupendo al contestarme.
- Como el del narcotráfico. Preparan a los ciborgs en los laboratorios -con cables, microchips y todas esas mierdas- y luego cuando llega la fase de distribución los pasan de extranjis entre las piaras de cochinos vayan a donde vayan y en cualquier medio de transporte. Cuando llegan a destino son programados, se les inserta una vida con curriculum falseado y se les lanza al mundo. Algunos han llegado muy lejos en el mundo de la política, el arte, el deporte o los negocios.
- ¿Quién está detrás de toda esa demencia? ¿Los políticos? Me resulta difícil creer que haya alguien tan taimado.
- Los políticos hacen uso del sistema, por eso montan bulla contra los que están contra esas criminales campos de concentración animal. No es solo electoralismo. En realidad, no quieren perder el suministro de cretinos que les permite hacer crecer la militancia y los cuadros de mando de sus partidos. Pero sí, hay una mente criminal detrás y la conoces bien. Tu querido amigo, quizás tu socio...
- ... el Doctor Krapp.
- Has acertado, el pérfido Doctor Krapp.
- El pérfido Doctor Krapp que te ha programado a ti, mamón y del que solamente eres un producto más- los 1.162 gramos de mi Smith and Wesson que había aparecido en mi mano derecha era ya un argumento de peso en la conversación.
- ¿Entonces es verdad que eres su socio en su empresa comercial?
- Sí y me encargo de vigilar que los ciborgs como tú no se desmadren. No es nada difícil.- el certero disparo lo alcanzó en la frente dejando un agujero humeante con olor a óxido. Se desplomó encima de la mesa y mientras enfundaba la pistola aún tuve tiempo de soltar mi despedida.
- Eras un periodista de mierda y deberé reprogramarte, ya que nunca me has preguntado cómo puedo ejercer de detective privado sin tener clientela.
(Capítulo 62 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)