Revista Cultura y Ocio

Entre lo razonable y lo racional

Por Daniel Vicente Carrillo


Entre lo razonable y lo racional


Ciertas acciones no dependen, se nos dice, ni del hábito ni del instinto, y por tanto contienen un razonamiento. Resulta embarazoso; pues, en fin, hete aquí razonamientos tan claros como si hubieran sido expresados con palabras, sin que se los pueda contemplar como el resultado de un orden preestablecido. ¿De dónde podrían nacer más que de una razón particular en el bruto, que lo determina respecto a algo, tras haber deliberado, y que se acomoda sobre la marcha a las coyunturas, sin contar con leyes generales que pueda seguir?
(...)
Nuestra imaginación, predispuesta en favor de las bestias, les presta siempre el espíritu. Vincula en sus acciones cosas que debería considerar separadamente. Lo que depende de causas simples, lo atribuimos a una complicación de vías alejadas; y si lo que el animal hace tiene algunas consecuencias, jamás dejamos de suponer que las ha previsto.
(...)
Dejando a un lado la ventaja de la palabra que distingue al hombre de las bestias, aún así sostengo que no se aprecia nada en los movimientos de éstas que merezca ser comparado con una secuencia de acciones razonadas como se aprecia en el hombre. No sé si alguna vez se ha prestado suficiente atención a lo que voy a decir. Por un pequeño número de hechos que nos dan lugar a creer que la bestia razona, ¿cuántos otros hay que desmienten esta suposición? En cierta ocasión vuestro perro presentó, decís, un razonamiento admirable, mostró su espíritu, y por cierto del modo más refinado. Ya veo: pero decidme, ¿por qué en otro caso en todo semejante no ha hecho uso alguno de esas pretendidas cualidades, conduciéndose como una auténtica bestia que no razona en absoluto? ¿Qué ha sido de todos esos bellos talentos? ¿Qué hechizo pudo suspender su ejercicio? Por un ejemplo que cuadre bastante con vuestra suposición, y que os dé lugar a decir que si esta bestia no razonase no sería nunca capaz de eso que le veis hacer, se hallarán miles, si uno se digna a tomarlos en cuenta, que me den derecho a responder a mi vez que si dicha bestia razonase se conduciría de una manera completamente distinta. La mayor verosimilitud es, pues, por entero de mi lado. Pues podemos decir que la razón en un alma que la posee no puede ser concebida como un mero rayo pasajero que atraviesa la nube y se extingue acto seguido. Es una esfera luminosa, cuyo fin es iluminar determinado entendimiento. Si conduce al animal en ciertos casos, es natural que la dirija en todos los casos similares; en todos aquellos que no son ni más difíciles, ni más complicados, ni menos previsibles. Un principio de razón en absoluto se contenta en aparecer por intervalos, a fogonazos, en rasgos singulares y detallados. Anima la conducta toda, y si hay excepciones que deroguen dicha regla, siempre constituyen un número exiguo.

Boullier

Volver a la Portada de Logo Paperblog