Hace unos días me encontré con un ex compañero de trabajo acompañado por su hijo, en el transcurso de nuestra conversación me contó una anécdota que me hizo reflexionar. Esa parte de la conversación fue algo así:
- Joder tío el otro día fui al cine con mi hijo al centro comercial, y a la salida me encontré mi coche sin tapacubos.- Vaya que faena!- Si, que hijos de puta, pero nada, no pasa nada, ya los tengo puestos.- Ah si, en ese centro comercial hay una buena tienda de repuestos de automación.- Que cojones tienda!? Busque un coche mismo modelo que el mío en el parking y se los quite.- Como? Y tu hijo?- Que pasa con mi hijo? Este vigilaba que no viniera nadie.
No pude reprimirme y solté un categórico - Pues vaya ejemplo! A lo que el replicó de manera contundente - Pues sí, un buen ejemplo... El mundo es de los espabilados y si te la hacen pues tu la haces, total lo hace todo el mundo. La conversación que se tornó discusión se prolongó un rato, pero esas frases resumen perfectamente la idea, y no hace falta añadir más. Realmente ¿Lo hace todo el mundo? Y si lo hace ¿Por qué? Observando las noticias diarias en nuestra televisión, la respuesta es Si, en este país la pillería es generalizada y no hay distinciones de ninguna índole, políticos, cantantes, deportistas, banqueros, presentadores, e incluso miembros de la familia real... Tras darle vueltas a las frases de mi ex compañero, pienso que tal vez y por desgracia todos los casos de corrupción que están apareciendo no son nada más que el reflejo más vistoso de una sociedad con escasos valores en educación y civismo. Una sociedad que desde niños nos enseña que el mundo es de los listos o mejor dicho de los listillos, y que el que sigue con rigor la senda cívica pudiendo no hacerlo, es un tonto a las tres. Podría ser que la España del Lazarillo de Tormes este vigente, o que nunca hubiera dejado de estarlo, y que tal vez ya este impreso en nuestro ADN en forma de un gen "buscavidas" Una vez reconocido el "gen-problema" ¿Qué hacemos? ¿Es nuestro sino? Podríamos pensar en contrarrestarlo, pero probablemente perderíamos las bondades del "gen" esa intuición e imaginación tan nuestra para resolver problemas y adversidades, y que nos distingue del resto de Europa para bien y para mal. Sin duda, la solución está en adaptarlo, salvando sus bondades a través de una profunda educación en civismo. Formación a todos los niveles, familia, colegios y medios de comunicación involucrados en ese cambio de filosofía necesario con el fin de contribuir a erradicar de una vez por todas la picaresca en nuestra sociedad. Dije bien contribuir, será un cambio lento y difícil, pero sin duda es el momento. Casi toda nuestra sociedad está sufriendo gravemente de algún modo las consecuencias de la picaresca, entendiendo que ese piso vendido parte del precio en dinero negro, o que ese familiar que entro a trabajar porque es primo del tío de un amigo, es a bajo nivel estafa al fisco y tráfico de influencias, lo mismo que vemos en cada noticiero de nuestro país con los personajes más significativos e influyentes de nuestra sociedad y que tanto nos indigna y enfada ¿Cual es la diferencia? Probablemente que esos privilegiados deberían ser un ejemplo, la impunidad con que las clases más favorecidas de España han estado trapicheando y las enormes cantidades que han evadido, estafado y robado al resto de españoles. Y es que entre pillos anda el juego, y al españolito de a pie le está dando la sensación que quien más nos roba y estafa no evita el principio de oportunidad para que sigan expoliando al país. Nuestra clase política, haciendo gala de un corporativismo desesperante, no termina de dar un paso al frente, promulgando verdaderas leyes anticorrupción, creando organismos internos y externos auténticamente independientes capaces de controlar y vigilar el buen uso del poder, dotando al poder judicial de la independencia necesaria para hacer cumplir las leyes, y por ultimo promoviendo sanciones y penas ejemplares para aquellas personas que más ejemplo deberían ser para el resto de la sociedad. En este momento España necesita más que nunca ver y sentir que la Constitución es un documento vigente y útil, y lejos de escandalizarse, nuestra sociedad se sentiría orgullosa de disponer de una ley igual para todos, en la que en la cárcel tienen cabida todos los pícaros, incluso la Infanta, su esposo y todos los políticos corruptos de este país.