Revista En Femenino

Entre platos, besos, lechugas y celos

Publicado el 16 mayo 2013 por Bebloggera @bebloggera
Por La Churro desde Chile 
Como ya les he contado, trabajo de coordinadora en un restaurante. En pocas palabras, soy “la jefa”. En aquel local trabajan aproximadamente 40 mujeres, y un solo hombre… ¿ya adivinaron? Obviamente me involucré con él. Usted que también es jefa, ¡no lo haga! Aquí las consecuencias de este fail laboral.Entre platos, besos, lechugas y celos
Mantuvimos una relación cerca de tres semanas, por motivos que no vienen al caso, la cosa no resultó. Afortunadamente ambos fuimos lo bastante maduros como para mantener una excelente relación laboral sin que nos afectara lo que sucedió fuera del restaurante, lógicamente también mantuvimos el secreto, ya que se prestaría para malos entendidos y también malas intenciones el hecho de que la jefa se involucrara con uno de los subalternos (que fea palabra, pero era la más precisa).

Comprenderán que ser el único Adán entre 40 Evas le jugaba a favor al muchacho en cuestión. Además es guapo, simpático, educado y una serie de atributos que lo hacen bastante atractivo para cualquiera de aquellas. Como era de esperarse, yo no fui la única que cayó en sus redes.

Resulta que una de las meseras se había transformado en una piedra en el zapato debido su mal desempeño laboral y su carácter incompatible con el trabajo. Cuando a mí se me cruza una persona, no hay manera de revertir las cosas, así que solicité a la gerencia que fuera desvinculada (palabra siútica para decir que le mandaran la PLR). Mi solicitud fue acogida y la muchacha fue despedida. La mesera lloró, rogó y suplicó que le dieran una segunda oportunidad, por lo que la gerente se vio conmovida y accedió. Frente a eso yo ya no tenía nada que hacer. Sorprendentemente la muchacha sí mejoró, se volvió amable, responsable, ágil, muy cumplidora y colaboradora. Seguía sin gustarme, pero cumplía con su trabajo que es lo que debía importarme. 

Todo marchaba bien hasta que me enteré que con quien se había involucrado mi ex-algo era esta misma muchacha. 

_¿Por qué te metiste con ella si sabes que la odio? Le di una segunda oportunidad, pero tú sabes que la sigo odiando… pudo haber sido cualquiera, hay buenas niñas aquí y me alegraría por ustedes… pero no ella!
_Es que no creí que te fueras a enterar. Respondió.
_Soy la jefa aquí, siempre me entero de todo lo que sucede (sutil altanería de mi parte). Pero necesito saber algo… ¿fueron sólo besos o pasó algo más?
(silencio)

No me respondió pero su cara me lo dijo todo. Casi me explota la cabeza de la ira. ¿Celos absurdos? Pues sí, es mi naturaleza de mujer mezclada con mi rol de jefa controladora. Resulta que fue solo un touch and go debido a la ebriedad. Él ya no quiere nada, pero ella, enamorada, lo busca y lo acosa todo el tiempo. Por el rol que cumplen en el restaurante, esta garzona está mucho más cerca de él que yo, así que invento excusas para llamarlo a mi oficina y regañarlo falsamente, hago inspecciones innecesarias a su puesto de trabajo, le invento cargas extra para tenerlo bien vigilado… él lo sabe y solo me hace caso con una sonrisa  cómplice. Se deja querer. 

Ella ha respondido tan bien a la segunda oportunidad que le dimos, que ya no tengo quejas que presentar ante la gerencia, por más que busque no tengo excusas para pedir nuevamente que la saquen de mi vista. ¿Qué hacer? Pues nada. Nada puedo hacer más que sufrir los celos consecuencia de la única y gran falta profesional que he tenido en este restaurante. Cada vez que la veo levantar un plato, seguir imaginándome cómo se besaban, cuando la observo llevar una bandeja, pensar en sus cuerpos desnudos y jadeantes, cuando la envío a tomar un pedido, torturarme con la imagen de ambos en la misma cama que yo estuve y darle una gran cachetada imaginaria cada vez que me pregunta “¿en qué piensa tanto jefecita?”.


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