Revista Libros
Reseña - por Pilar Alonso. Publicada originalmente en www.ciberanika.com
Maeva, Octubre 2011
Género: Novela
288 páginas
Junio 1941, Kaunas, Lituania. Lina tiene quince años y está preparando su ingreso en una escuela de arte. Una noche, la policía secreta soviética entra violentamente en su casa y obliga a su familia a subir a un camión. Se inicia así un viaje hasta Siberia junto a otros refugiados para ser internados en campos de trabajo.
El padre será llevado a otro lugar y Lina utilizará su don con el dibujo para hacerle llegar mensajes a través de una cadena de presos, y comunicarle que están con vida.
En Siberia, el hambre y el frío son atroces, pero Lina y su familia conseguirán sobrevivir gracias al espíritu fuerte y solidario de su madre. Por desgracia, el viaje aún no ha terminado.
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Perdidos en la inmensidad de un conflicto como la Segunda Guerra Mundial existen episodios menos conocidos que los que han ocupado durante años ensayos y novelas. Este libro es un buen ejemplo de ello.
En 1939 la Unión Soviética ocupó los territorios de Lituania, Letonia y Estonia, ahora de nuevo independientes. El régimen de Stalin confeccionó una serie de listas en las que se incluyeron a todos aquellos considerados antisoviéticos. Médicos, abogados, militares, profesores… fueron deportados, junto a sus familias, a partir de junio de 1941. Ruta Sepetys, la autora de esta novela, es descendiente de uno de ellos.
La narradora es una joven de quince años llamada Lina, cuyo padre ha desaparecido engullido por el Régimen. Se verá obligada a abandonar su casa junto a su madre y su hermano, una noche en la que la policía secreta se persona en su domicilio y trunca para siempre sus sueños.
Las imágenes de cientos de personas subiendo a vagones de tren, con sus escasas pertenencias a cuestas, son casi idénticas a las deportaciones masivas de judíos llevadas a cabo por los nazis. Los paralelismos no acaban ahí. Las condiciones del viaje y la llegada a los campos de trabajo nada tienen que envidiarle a los métodos germanos, haciendo evidente que la barbarie existía con la misma intensidad en los dos bandos de la Guerra.
La voz de Lina, que poco a poco va perdiendo su ingenuidad, nos lleva de la mano por un camino lleno de desgracias, peligros y miseria. Con su estilo sencillo y fresco es capaz de transmitirnos todo el horror de este trágico episodio de la historia soviética, sin olvidar en ningún momento que, aún en las peores condiciones posibles, siempre queda un resquicio para la esperanza.
Los personajes que acompañan a Lina en su largo y doloroso periplo, tanto soviéticos como lituanos, quedan perfectamente reflejados a través de la mirada de la joven. Amigos y enemigos ocupan un rol muy definido y perfectamente caracterizado, que resulta muy sencillo visualizar.
Entre tonos de gris nos sumerge en un infierno de hielo y hambre, en una realidad tan dura y brutal que nos conmoverá para siempre.