El teatro como ritual o liturgia íntima es una fórmula que ha tomado relieve durante los últimos años para intensificar la emotividad del hecho teatral, constituyéndose hecho diferencial dentro de la esfera creativa y alternativa de nuestro panorama artístico.
Entredoblaos es un ejemplo de este teatro íntimo (de ahí su aforo limitado y su título, alusión a los troches o desvanes extremeños, lugar propicio a la memoria) que el viernes 28 de junio se escenificó en la Sala Guirigai de Los Santos de Maimona por la compañía La Oveja Negra, reuniendo textos de Agustín Iglesias( Las asaduras del muerto), Jorge Díaz(Epílogo) y Javier Tomeo( Historias mínimas), a los que se suman los textos de Paco Vizcaíno y Karmele García que interpretaban a sus propios personajes, dos maniquíes que sirven de hilo narrador ensartando los diversos cuadros de la obra, que se desarrollaba en escenario múltiple por diversos lugares de la sala, desde el escenario hasta los graderíos, entre otros.
Una obra que obligaba al espectador a girar por la sala a oscuras cambiando su punto de vista continuamente (simbolizando la complejidad psíquica del ser humano en ese , doblao o espacio subjetivo) para contemplar las diversas escenas que se iban sucediendo siempre mediante parejas de personajes diversos en diferentes situaciones (en total junto a los citados Karmele y Paco, Valentín Iglesias Carlos Delgado, Fernando Cea, Charo Ossorio y Valle Gallardo formaban el plantel de actores) deslizados en un continuum muy natural tanto en su puesta en escena como en su tono, predominando el humor ácido y el sarcasmo de los personajes, registro en el que es maestro indudable Agustín Iglesias, cuya obra Las asaduras del muerto cohesionaba la representación, muy sobria estéticamente, acentuando la palabra.
Entredoblaos es una obra compleja donde el espacio teatral se reinventa para revelarnos a nosotros mismos como espectadores en un proceso colectivo de catarsis en medio de una reflexiva oscuridad que nos remite a nuestro espacio más íntimo y recóndito lleno de contradicciones y miedos, donde se funden todas las inquietudes, todas nuestras preguntas en una dimensión existencial y telúrica que La Oveja Negra supo una vez más transmitir con sinceridad y fuerza.