Adela Jiménez lleva dos ańos al frente de Málaga Acoge. Profesora jubilada, empezó a colaborar con la ONG hace seis ańos, cuando se presentó como voluntaria para dar clases de espańol a los inmigrantes. En este tiempo han cambiado muchas cosas. Entonces, la llegada de pateras desde las costas del norte de África llenaba a diario las páginas de los periódicos. Ahora, con 24.347 extranjeros en situación de desempleo registrados según las últimas cifras del Ministerio de Trabajo e Inmigración, el reto es reinsertar a estas personas en un mercado laboral cerrado a cal y canto.
-Son tiempos difíciles para los inmigrantes que residen en Málaga...
-Sin duda son momentos muy duros porque la inmigración interesa poco a los gobiernos, no vende ni da votos. Ahora que estamos en plena campańa electoral afloran los discursos racistas y xenófobos y, cuando no, los partidos reproducen las pautas dictadas desde Europa, donde se aboga por las fronteras y por una inmigración selectiva. Quieren que solo vengan los más cualificados.
-żSe ha incrementado la carga de trabajo en Málaga Acoge?
-No hay cambios en las cifras de usuarios con respecto a los últimos dos ańos. Estamos alrededor de las 6.800 atenciones entre las dos sedes de la capital, Antequera, Vélez-Málaga y Fuengirola. Pero sí ha variado el tipo de demanda. El área laboral es la que está notando mayor número de peticiones para ofrecer información sobre prestaciones, formación o autoempleo para salir de las listas del paro. En este sentido, tratamos de asesorarles sobre los programas existentes o buscarles la posibilidad de unas prácticas en empresa. Aunque sabemos que la situación es muy difícil para todos, siempre lo es más para los inmigrantes, que no cuentan con redes familiares de apoyo. Muchos viven ya en la pobreza y están en riesgo de exclusión social.
-żSe han roto muchas expectativas de vida?
-Hay muchas personas que llegaron porque hace seis ańos encontraban trabajo en los puestos que no querían los espańoles y pensaron que su vida podría mejorar, que podrían traer a sus hijos y sus parejas para empezar de nuevo en Europa y, además, les sobraba para ayudar a sus familias en el país de origen. Todo eso se ha perdido ahora y vuelve a imponerse la idea de que los inmigrantes vienen para quitarles los trabajos a los espańoles, cuando no es cierto.
-Según el padrón municipal, en Málaga viven 275.000 extranjeros, pero hay muchos que no estarán registrados. żQué ocurre con ellos?
-Si no estás empadronado, eres invisible para el sistema. No puedes tener colegio para los nińos o salud pública. Por eso es importante que consigan ese documento que para muchos es la única prueba escrita de que están aquí. Ni siquiera sabemos cuántos pueden ser, pero nos consta que es un número elevado. Y las oficinas de extranjería no lo están poniendo fácil. No hay voluntad para ello.
-żHay muchos inmigrantes trabajando en el mercado negro?
-Actualmente, si encuentran trabajo, es en la economía sumergida. Los empresarios se aprovechan de ello. Aún estamos con la mentalidad de que, como es inmigrante, le pago menos sueldo.
-żSon ahora más vulnerables a los abusos laborales?
-Por supuesto, porque viven con el miedo a que les despidan o a que les denuncien porque no tienen papeles. Muchos de ellos trabajan por menos de cinco euros la hora.
-żSon las mujeres las más perjudicadas por esta indefensión?
-Por un lado, son las que están manteniendo a la familia aquí porque en el cuidado a mayores o en el servicio doméstico sigue habiendo trabajo. Pero es un trabajo sin contrato y sin derechos, algo que esperamos que cambie cuando a partir de enero empiece a funcionar la nueva tabla salarial para empleados del hogar. Pero también tememos que muchas de ellas se queden sin trabajo ante la negativa de sus jefes a legalizar su situación.
-żCómo es la convivencia de los malagueńos con los inmigrantes?
-Ha habido pequeńos roces de convivencia entre vecinos, pero nada importante. En general, los malagueńos son muy tolerantes. Pero eso no quita que se despierten sentimientos racistas.
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Fotografía ANTONIO SALAS