«La compañera, es un personaje negro que da la mano a nuestra protagonista para adentrarse en los recuerdos, para bucear en la memoria. Es un libro autobiográfico en el que hay humor, ternura, dolor y también desencanto; es asomarse a episodios distintos de la vida que dejaron huella; es resucitar sentimientos tal vez dormidos… culpa, vergüenza, miedo, el síndrome del impostor… Y un solo objetivo: el autoconocimiento.
Agustina lleva muchos años viviendo en España, pero sigue conservando el ritmo y la sonoridad rioplatense cuando habla. Y las emociones a flor de piel.»
Maudy.- Es muy valiente al iniciar este viaje interior, ¿por qué en estos momentos?
Agustina.-No se… Cuando empecé a escribir este libro era un momento en el que yo me planteaba porqué actúo como actúo, soy como soy… Sí, estoy en un camino de autoconocimiento; creo que la base de todo es lo que he vivido, lo que he mamado, lo que he experimentado…
M.-Sabe que los recuerdos a veces son muy engañosos, los edulcoramos, los adaptamos…
A.- Hay muchas versiones en los recuerdos, pero no dejan de ser reales porque es como nosotros, como yo al menos, los he percibido. Es mi propia realidad, aunque tenga dosis de ficciones… pero para mí es real desde la base de que lo he percibido así y lo recuerdo así; entonces, cuando me preguntan si este libro es ficción, si todo es real, digo sí; aunque pueda ser ficción.
M.- En el libro solo se percibe sensación de libertad al final, cuando es capaz de bajar al océano y bucear, entonces empieza a sentirse libre; antes no…
A.- Esa parte del libro es la que más me costó; los recuerdos enterrados… es ahí donde no quería volver, me mueven…
M.- Le duelen mucho…
A.- Duelen, pero es parte de mi vida y es parte de lo que soy. Me pasó también con El Viaje, que empiezo a hablar de lo que me duele, de lo que me incomoda, de lo que me hizo mal en su momento y aun me sigue haciendo daño, y es cuando mejor me siento a la hora de escribirlo, de hablarlo, de dibujarlo… no dejarlo ahí guardado… y ahí está la libertad.
M.- Canalizar las emociones de manera constructiva, dejar salir ese dolor… En la medida en que lo compartimos, descargamos… ¿Está buscando un efecto catártico?
A.- ¡Total! Yo con este libro no tengo un guion, no es premeditado; yo me siento, voy escribiendo, voy recordando… entro como en una especie de trance y lo voy haciendo y va saliendo y todo se va conectando. El objetivo de este libro no era simplemente contar cosas bonitas, sino que haya como una mezcla de vivencias, que la vida siga.
Guillermo.- ¿Qué va primero, el dibujo o el texto?
A.- Va todo junto, no puedo separar la imagen de la palabra, me es imposible. De hecho, cuando empiezo a dibujar y a escribir, tienen que ir juntos. Los bocetos que yo le envío a mi editor -Lola-están tan acabados que piensa que el libro ya está hecho. ¡No, no, lo tengo que pasar a limpio!; pero necesito verlo casi, casi acabado porque van de la mano; no puedo escribir sin ponerle imagen. Lo tengo que hacer a la vez.
M.- En este momento ¿es más ilustradora que diseñadora?
A.- Yo ya no me considero diseñadora… Lo que me empecé a considerar ahora, algo que nunca me pasaba, es que me siento como escritora, porque antes era ilustradora y a partir de El viaje, como que siento que escribo, ¡que se escribir! No sé si lo hago bien si lo hago mal, pero escribo… nunca me consideré escritora, era como, yo dibujo… pero, ¡ahora cuento historias!
M.-Su libro es un viaje introspectivo para exorcizar el dolor.
A.- Para no temerle tanto al dolor. Creo que, en mi caso, nuestra generación ha mamado el rechazo al llorar, al tener miedo… no sufras, no tengas miedo, no llores… como que esas emociones no se podían visibilizar, no se podían mostrar; había que contenerlas, y esa contención hace que luego, salgan por cualquier lado. Estuve mucho tiempo creyendo en esta idea, hasta que dije, ¡no, no, hay que sacarlo fuera! y veo que la gente conecta y que es necesario, y obtener un aprendizaje de ese dolor, que esa es la finalidad.
M.- Recorrer la memoria nos enfrenta a nuestros fantasmas, y hacerlo de la mano de un amigo resulta terapéutico. ¿Ha necesitado una mano amiga para hacer este recorrido?
A.-En El viaje me cogí de la mano de mi amiga Loli, pero aquí me cogí de la mano yo misma. Mi compañera no deja de ser mi otro yo, mi parte oscura, la que me hace ver lo que muchas veces niego o… como una especie de psicóloga que está ahí, acompañándome, y en este viaje, en esta historia estuve conmigo, con mis recuerdos, con mi pasado, con lo que fui que es un desencadenante de lo que soy hoy. Fue muy íntimo, muy solitario este proceso.
M.- Hay un personaje fundamental en su historia, el que más la ha marcado; descubrió muchas cosas a través de ella… ¿sabe de quién hablo? Le dedica el libro… Amalia, su abuela. ¿Quién fue?
A.- Aprendí… me dio la posibilidad de ser quien era, como que no había ningún tipo de máscara, me dejaba ser yo misma, y eso es lo más valioso que una persona puede tener, el hecho de que te dejen ser. Y ella me permitía ser. Sin juicios, con una mirada amable, amorosa… y una abuela es una abuela. Es calidez, es mimo, es protección… no sé qué pensaría al leer este libro…
M.- Cuando habla de su abuela, afloran todos los sentidos, nos llegan los olores, los colores…la historia de cómo descubrió la primera mariposa, la sensación de libertad.
A.-En este libro, me han venido tantos olores… es como ¡mi abuela está aquí! Sobre todo, el olor al zaguán, que era un pasillo y tenía un olor tan característico y era muy recurrente…Cuando escribo soy un poco caótica y luego empiezo a entender y a conectar. Al escribir la historia de la lechuga y la mariposa yo sabía que la iba a retomar luego en el libro y recordé también lo del globo… Se da de una manera tan mágica que no tiene ningún tipo de explicación. Ese primer recuerdo… la mariposa es la transformación.
M.- Es usted también.
A.- Por supuesto, ¡claro! Me pasan cosas muy curiosas, ahora al entrar veo las mariposas…
(Y nos cuenta la historia que acaba de vivir en su viaje a Argentina, cómo siente que su abuela sigue velando por ella, siempre asociada a una mariposa que vuela a su alrededor… La conexión con ella sigue siendo muy fuerte).
A.- Igual es mi mirada, mi manera de ver las cosas quizá le da el sentido… No lo sé, pero a mí me ayuda…
M.- Descubre La confianza a través de su abuela, pero los primeros episodios que narra con los adultos no son positivos, al contrario, le generan desconfianza.
A.- La historia del Topogigio… Recuerdos puntuales, de sucesos puntuales y de cómo pueden desencadenar a lo largo del tiempo, de tu vida, empezar a tener desconfianza, y esa cosa genuina de la infancia en creer, hace que luego se rompa. De estos hechos puede haber un montón a lo largo de la vida. Todo eso te va forjando una personalidad, mantenerte un poco a la defensiva, Este, creo, fue el primer suceso que recuerdo de decir, ¡me han engañado!, el primer engaño fuerte que yo he sentido.
M.- ¿Solo guardamos aquellos recuerdos en los que habita la emoción? Positivas o negativas…
A.- Cuando empecé a hacer el libro investigué por qué recordamos ciertas cosas y otras las borramos; por qué hace esta selección nuestra cabeza y, siempre, para mantenerse un recuerdo, en el momento en que se ha vivido tiene que estar asociado con una emoción. Si no hay emoción no hay recuerdo y por lo general, todas esas emociones más potentes de miedo, de asco, de alegría… son las que perduran. La emoción hace que aprendamos para cuando volvamos a vivir un momento similar o no, intentemos buscar que la emoción sea más bonita, que la sensación sea más agradable. Y también me parece muy interesante conocer dónde se guardan los recuerdos en nuestra cabeza. Cuando empecé a leer que tenemos dos hipocampos, como dos caballitos de mar en nuestra cabeza dije, ¿puede haber algo más bonito para dibujar y más poético que unos caballitos de mar?
M.- ¿No estaba previsto que aparecieran los caballitos de mar cuando empezó a bucear?
A.- En absoluto, empecé a investigar y me pareció interesante el lugar donde estaban los recuerdos físicamente en nuestra cabeza, y eran unos caballitos… ahí se me abrió un mundo y dije, ¡me voy a subir al caballito con mi compañera…!
M.- Hay muchos sentimientos encontrados en el libro… ¿por qué la sensación de impostora? La repite a lo largo de su camino muchas veces…
A.- Y aún la sigo viviendo… por eso me costó mucho decir, ¡me siento escritora! Creo que es la primera vez que lo digo en voz alta. Cuando empiezo a explicar el porqué del síndrome de la impostora hoy; creo que hay un historial en donde uno va obteniendo dosis de inseguridades que te van viniendo ya sea por una profesora, ya sea por unas amigas del cole, ya sea de la colonia… También tuve gente bonita… pero con que haya una persona que, dependiendo en el momento en que yo hice este dibujo del fondo marino en el que di todo y quizá mi abuela me decía que le emocionaba, que era hermoso, pero que haya una persona que te diga todo lo contrario hace que te lo guardes y que quizá te lo creas. Entonces, haces eso más grande y no te lo crees luego…
M.- Destrozó su autoestima… ¿y no pudo defenderse? Le ha marcado a lo largo de su historia.
A.-No, porque le creía, era mi profesora… y yo pensaba, claro, si es que en realidad mi abuela me ayudó a escoger los colores, pero lo hice yo. A esa edad dices, no, igual no soy capaz de hacer eso… y dibujaba peor para que me crea… Más tarde, estudié Diseño Gráfico, pero no Ilustración, no me permitía creerme que era bueno lo que hacía y hasta el día de hoy. Se que hay una evolución, soy consciente de ello, pero hasta hoy me cuesta… Tengo un punto de exigencia en los detalles, en los colores… que ya pasa para el otro lado de querer hacerlo lo mejor posible, para que esté perfecto…
M.- El no asimilar sus logros conlleva un sufrimiento infinito… Provoca mucha inseguridad a la hora de afrontar determinadas tareas…
A.- Sí, mucha incomodidad… He evitado tantas entrevistas, tantas presentaciones… hasta el día de hoy, prácticamente en todas mis redes no me muestro, ni hablo.
M.- De hecho, la fotografía que aparece en el libro es de cuando era pequeña.
A.- No pongo fotos mías en mis libros anteriores… ¡Ahora sí! Estoy en otro proceso, me cuesta menos verme y decir, ¡sí, está bien! Y la foto de pequeña…cuando me dijeron qué foto, hablo de recuerdos, hablo de mi infancia, tiene que ir una foto de entonces…
M.- Culpa, vergüenza, sentimientos negativos… pero hay un momento en que se da cuenta de que también hay muchísimo amor a su lado… Eso también es otro descubrimiento.
A.- Si, aprender; es un proceso de aprender que también está lo otro, que está la gente que te sigue y que te aprecia, que mi trabajo ayuda a otras personas, y ahora leo un comentario malo y… ha cambiado tanto cómo lo recibo que…
(Y cuenta la historia de la joven que tenía agorafobia y salió de casa para que le firmara el libro)
M.- Censuramos los recuerdos dolorosos siempre porque son los que más daño hacen. ¿Alguna vez habló del abuso que sufrió?
A.- No, de hecho, ahora cuando estuve en Argentina se lo conté a mis padres porque lo van a leer en el libro.
(Quería hablar de los abusos en su libro, de lo que pasó cuando aun no era capaz de ponerle nombre. Ahora sabe que hay que contarlo. Y hablamos también de la importancia de tener alguien al lado que te dé un empujoncito, que te anime; necesitas alguien que crea en ti. Es una manera de generar confianza)
M.- Descubre también el terror a la muerte desde muy pequeña…
A.-… Sufrí la pérdida de esta amiga, pero en su momento lo recuerdo como miedo a que me pase a mí… ()…luego, ya la muerte de mi abuela la viví desde otro lugar, no el miedo a morirme yo, sino la pérdida de ella…
(Puede, por fin, recordar las últimas palabras que le dijo su abuela y que atesora como algo muy valioso… y empieza a haber luz y color en La compañera cuando aparecen sus mejores recuerdos… les da su espacio y lo plasma en bonitas fotos que recrean instantes de felicidad, momentos… Y nos cuenta la emoción que sintió al tener el libro en sus manos, la emoción de su pareja y su hijo…)
Respecto a sus proyectos, afirma Agustina, que piensa que no tiene ya nada que contar. Por supuesto, no la creo. Démosla unas semanas, y seguro que volveremos a disfrutar con sus creaciones.
¡Enhorabuena diseñadora y escritora!
Su trabajo es excelente y toca el corazón.
Agustina Guerrero y Maudy Ventosa
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