-¿Cómo y cuándo supiste que querías ser escritor?-Cuando era muy pequeño lo primero que recuerdo que quería ser de mayor y siempre respondía cuando me hacían la típica pregunta era mago, inventor o un científico loco al estilo del Doctor Bacterio. Estaba obsesionado con fabricar una máquina del tiempo. Más tarde descubrí que la forma más cómoda y eficaz que tenía para ser mago o inventor era a través de la escritura. Puede que ése fuera el origen, una de las causas más tempranas que me condujeron por este camino.
-¿Por qué te hiciste escritor?
-Uno no se “hace” escritor. De repente, un día te das cuenta de que la escritura te ha poseído. De que tu forma “natural” de relacionarte con la realidad, contigo mismo, con las cosas que te suceden está mediatizada siempre por la escritura. Que ésta transforma el mundo en el que vives, las experiencias que tienes, o, dicho de otro modo: que hasta que no los conviertes en escritura, tus experiencias, tu mundo, no cobran un sentido verdadero. De repente, te das cuenta de que sin la escritura el mundo, tú mismo, prácticamente no existen. Entiendes que la escritura vertebra tu identidad y la arroja más allá de ti mismo, que te trasciende… Entonces llegas a la conclusión de que sí, de que más vale que dediques tu vida a ser “escritor”.-¿Dónde buscas y encuentras la inspiración?-Yo no creo tanto en una inspiración momentánea provocada por algo o por alguien, como en un proceso de alteración de mis estados mentales que me inducen a la escritura. Me explico: si durante un tiempo determinado me dedico a leer, escuchar según qué canciones, visitar ciertos lugares, provocar según que sueños a lo largo de los siete días de la semana, todo ello provoca en mí una atmósfera, me conducen a ciertos mundos privados, que me facilitan la escritura. Yo no podría escribir una novela si durante la semana estoy ocho horas diarias en una oficina, tengo conversaciones absurdas por la tarde y por la noche veo programas de televisión detestables.-¿Eres maniático a la hora de escribir: lo haces siempre a la misma hora, el mismo sitio, sigues algún tipo de ritual o, por el contrario, te dejas llevar por la inspiración, estés donde estés?-Digamos que, como he explicado antes, necesito ciertos rituales o pautas, sí. También es cierto que, con el paso del tiempo, cada vez soy más flexible con ellos. Mis tres primeras novelas están escritas en una terraza, a mano, en una libreta de hojas blancas, sentado en una butaca ubicada en un sitio muy concreto de la terraza y sobre la misma hora (de 1 a 4 de la madrugada). La poesía la he escrito en los lugares más diversos. La poesía es un escalofrío que sientes en un momento determinado y te lo tienes que quitar de encima, estés donde estés. Siempre solía llevar una libreta encima cuando salía de madrugada por las calles y he escrito la mayoría de mis poemas invernales en el metro, tirado en una bocacalle o en el interior de una discoteca abarrotada de miseria y asco. Cuando era mucho más joven, solía escribir en clase, sentado en la última fila, o en el patio del instituto o de la Facultad cuando no iba a clase. Mis poemas estivales los escribo siempre en la misma terraza que las novelas, pero en una butaca diferente, un par de metros más a la izquierda y también de madrugada… Desde hace cinco años escribo poesía en prosa, ciertos sábados por la noche, que publico en mi Facebook. Esos textos sí que están escritos tras un ritual muy concreto que incluye alimentos, bebida, velas, incienso, música, luces locas y voces raras, entre otras cosas. Ahora que lo veo estoy contando me doy cuenta que puede que sí sea bastante “ritualizante” a la hora de encarar la escritura… (risas).-¿Cómo definirías tus novelas?-Uff… Qué pregunta más difícil. Prefiero que mis novelas las definan los lectores, la verdad. Pero por responder, te puedo decir unas cuantas cosas de ellas. Primero: principalmente, se trata de novelas de personajes. Su núcleo embrionario son siempre los personajes, y a partir de ahí se construye todo lo demás. Segundo: toda mi obra escrita, y las novelas nos son una excepción, forman parte de un todo, son piezas de un rompecabezas inconcluso e inacabable que conforma toda mi obra. Tercero: Mis novelas no son para pasar de puntillas por sus páginas. En ellas es preciso zambullirse hasta el fondo para disfrutar plenamente de ellas.-¿Hay algo de autobiográfico en El Arquitecto de Atmósferas?-Toda novela forma parte de un proceso autobiográfico (o más bien ¡tanatográfico!). Pero yo ni me dibujo asteriscos en el antebrazo con un cuchillo, ni colecciono orgasmos, ni arranco ojos a la gente ni he estado encerrado en ningún psiquiátrico.-¿Con qué personaje te identificas más: Z, Ariadna, Ingrid o Schulz? -Yo siento una identificación total con la escritura que los sostiene y comparto algunos de los sentimientos, opiniones y valores que tienen los cuatro personajes. Los cuatro me producen una gran ternura. Pero yo no soy quien tiene que identificarse con ellos. Al fin y al cabo, ¿quién soy yo en relación a ellos?-El Arquitecto de Atmósferas está lleno de pesimismo, de miedo a la humanidad, al contacto con los demás. ¿Se trata de una crítica o, por el contrario, es una constatación de la realidad?-Más que miedo a la humanidad, pienso que lo que se revela en la novela es asco, repulsión hacia ella. Lo del pesimismo depende de la perspectiva desde la que uno lo vea. ¿Es pesimista alguien que, asumiendo el sinsentido de la vida, decide dedicarse a buscar lo imposible con las escasas herramientas que tiene a su alcance? En todo texto hay implícita una carga de crítica, imagino. Y lo de la constatación de la realidad, puede que sea cierto. Para tratar de transformar la realidad (que al fin y al cabo ése es uno de los temas de El Arquitecto de Atmósferas, supongo que lo primero que hay que hacer es radiografiarla.-Tus dos novelas se centran en cuatro personajes, ¿a qué se debe esta coincidencia?-No lo sé, la verdad. Es posible que mi mente esté estructurada de cierta forma que a la hora de construir historias las divida de este modo. Quizás en un principio me resultaba más cómodo enfocar mis novelas desde varias perspectivas distintas. También pienso que las tramas narrativas tienen mucho de geométrico. Es posible que este hecho que me comentas esté relacionado con mi extraña pasión por la geometría.-El Arquitecto de Atmósferas es una novela llena de soledad y de intimidad. ¿Te consideras una persona solitaria?-¿Solitario? Me gusta estar solo, no lo voy a negar. Disfruto muchísimo estando solo. Los mundos más apasionantes suelen estar dentro de uno. Digamos que soy de la escuela de Novalis y Pessoa que preferían los viajes interiores a los exteriores. Además, las novelas las escribo prácticamente aislado durante cuatro meses. Pero también soy una persona muy sociable. Supongo que mis amigos y la cantidad de personas que me han conocido en tan diversas circunstancias (que son muchas, ciertamente muchas) no dirían que soy un ser solitario a tenor de la facilidad que siempre he tenido para estar rodeado de gente.-Tus novelas pueden resultar desconcertantes y, gusten o no, no dejan indiferente a nadie. ¿Buscas provocar, escandalizar? -Definitivamente, no. No es lo que me propongo en absoluto cuando me siento a escribir. Pero sería estúpido fingir que no soy completamente consciente de que lo que escribo causa polémica, escándalo o provocación. Yo busco contar una historia lo mejor que sé, expresar los sentimientos y peculiaridades de unos personajes hasta el fondo, implique eso lo que implique. Trato, en definitiva, de explorar en lugares inhóspitos de la conciencia humana y describir lo que veo para mis lectores. Digamos que sí que busco remover los cimientos de la realidad, el mundo, el sentid, pero no para provocar o escandalizar, sino por puro placer, por mi deseo innato de arrancarle la máscara a la realidad, a la verdad, a lo consensuado. Ten en cuenta que, por poner el ejemplo de El Arquitecto de Atmósferas, esta novela la escribí cuando aún no tenía intención de hacer pública mi obra. ¿Cómo alguien que no desea publicar sus libros va a pretender escandalizar o provocar con ellos?-¿Qué es lo mejor y lo peor que has oído o leído sobre El Arquitecto de Atmósferas?-Lo mejor que he escuchado y leído es, de hecho, lo mejor que me pueden decir de una novela mía, y que realmente es una de las cosas que busco cuando escribo. Que ese libro les ha transformado la vida, o su modo de ver ciertas cosas. Y también que se han reconocido en él como pocas veces lo pueden hacer en ninguna otra circunstancia, y, por lo tanto, que les ha hecho compañía en su soledad endémica (o algo parecido). Y lo peor que suelen decir de mis obras, en general, es que son muy densas, que se pierden entre tanta metáfora. Hay opiniones para todos, y así debe ser. Muchas veces las razones de que algo guste a alguien son precisamente las mismas que hacen que esa misma cosa no guste a otras personas. -¿En qué estás trabajando ahora?-Acabo de terminar de escribir una nueva novela. Es ya la quinta. De modo que me pillas en un momento de trastorno total. Es una novela enfocada desde una perspectiva que no había probado nunca y que, como ninguna otra, me ha sumido en un estado de ansiedad rayano en lo enfermizo. Se trata de un viaje más allá de los excesos que transgreden las limitaciones de las experiencias, los deseos y la razón humanos. Una reinterpretación del mito de Peter Pan (risas).-Como director editorial de Ediciones Oblicuas, ¿qué se exige a los autores noveles que desean publicar su obra? ¿Qué se busca en los manuscritos que recibís? -Que sean honestos con sus obras, que antepongan la escritura a cualquier tipo de motivación comercial o de otro tipo. Cuando recibimos un original buscamos ante todo textos que estén escritos desde una perspectiva original, propia. Me da igual lo que me estén contando, en qué género lo estén haciendo, pero deseo que lo hagan de una manera que me sorprenda. Que se arriesguen, que experimenten con la literatura. Para contar lo mismo de siempre de la misma manera de siempre ya están los best-sellers que todos conocemos.-Con la tan nombrada crisis económica actual, ¿cómo ve el presente del mercado editorial?-Lo veo como siempre: maravilloso para los cuatro o cinco monopolios industriales que copan este mundillo y destinado al fracaso para las editoriales independientes. - ¿Y el futuro? -Igual que el presente. Es imposible para una editorial como la nuestra, independiente, que apuesta por autores noveles, hacer frente de igual a igual al monopolio industrial de los grupos que todos conocemos. Las grandes editoriales saturan el mercado, compran las estanterías de las librerías para que las otras editoriales no tengan acceso a ellas. Aunque no vayan a colocar novedades de sus libros, las compran para no tener competencia, es así, qué se le va hacer. Aun así, nos mantenemos ahí, y hemos logrado encontrar un huequecito en los márgenes del camino, como editorial “de culto”, si se me permite la expresión un tanto cursi e insustancial. El nuestro es un proyecto destinado al fracaso, pero qué hay más bonito y romántico para un editor y un escritor que abanderar un proyecto libre, independiente, honesto y hermoso aunque se sepa fracasado (comercialmente) de antemano. El verdadero éxito, y nadie me va a hacer creer lo contrario, consiste en trabajar en algo en lo que crees, dedicar tu esfuerzo en llevar adelante un proyecto del que te puedes sentir orgulloso. Además, sólo los que luchan por lo imposible rozan alguna vez el cielo, aunque sea con la punta de los dedos.