Revista Cultura y Ocio
En el sección Luces de El Comercio, hoy domingo Enrique Planas entrevista a Carlos Calderón Fajardo, un escritor para escritores, sobre la aparición de su libro Playas (Borrador Editores), un libro para leer en este verano que se extiende por algunas semanas más. Los dejo con algunas preguntas:
En los cuentos de “Playas” nos ofreces una amplia galería de personajes ligados al mar. ¿Componen una clase distinta de limeño?
Lo que pasa es que la playa es un lugar muy importante en el imaginario de los limeños y de los peruanos en general. Desde Chorrillos, la gran playa de los limeños antes de la guerra con Chile, siempre fue así. Ancón, Pucusana, La Punta; luego La Herradura para clases medias y altas y Agua Dulce para los sectores populares. La playa es el lugar donde la gente va semidesnuda y camina sin zapatos. Es el único sitio donde el hombre de la ciudad entra en contacto con la naturaleza. En ese mundo, hay dos elementos siempre presentes: la vida y la muerte. La playa es el espacio del hedonismo, el lugar de los recuerdos y de la nostalgia, de los paseos y los campamentos. En el mar, en cambio, puedes ahogarte. En las playas se concentran todas las tragedias y los dramas de los limeños.
Curiosamente, en la literatura peruana, casi no aparece…
Así es. Salvo en algunos cuentos de Ribeyro o en “Con Jimmy, en Paracas” de Alfredo Bryce. Y poco más. ¡Sin embargo, tenemos una historia marítima del Perú de siete tomos! No sé por qué, con tres mil kilómetros de costa, siempre terminamos dándole la espalda. No me imagino la vida de los peruanos sin el mar.
Cada cuento del libro nos ubica en una playa distinta…
Es que cada playa tiene su propia personalidad, su propio carisma. San Bartolo, Punta Hermosa y Punta Negra son tres espacios muy diferentes.
(...) El escritor español Javier Marías decía que hay dos tipos de escritores, los exitosos y los fracasados, y que ambos se envidian mutuamente. Tú hablas de eso en el cuento “Playa Ballena”...
No me considero un escritor fracasado, pero siempre pensé que debería tener algo más de visibilidad. Desde muy joven, he ganado todos los premios habidos y por haber. Autores como Arguedas y Ribeyro me dijeron que iba a ser un gran escritor y nunca llegué a serlo. Nunca he sentido envidia, pero me hubiera gustado ser más reconocido para llegar a más lectores. Siento que soy un escritor no leído en el Perú. O leído por un grupo muy pequeño de gente, especialmente escritores. Pero el sueño de todo escritor es llegar al gran público. Nunca he publicado en una editorial importante no porque no lo haya querido, sino porque nunca me lo propusieron. Siempre he trabajado con editoriales pequeñas, alternativas, con mala circulación. Hubo un momento en que estuve a un milímetro de convertirme en un escritor de otro tipo, cuando fui finalista del premio Tusquets. Si lo hubiera ganado, y estuve muy cerca, no sé si habría estado psicológicamente preparado para eso.
Muchos dicen que tus libros no parecen de un escritor peruano…
Mi vida ha estado increíblemente llena de vicisitudes, lo que hace que tenga una identidad múltiple. Soy alguien que ha nacido varias veces. Yo nací como escritor en Viena, a los 17 años, y luego completé mi vocación en París. Y cuando volví a Lima a los 21 años, ya era amigo de Ribeyro y Arguedas. Mis intereses no eran los mismos que los del grupo “Narración”, por ejemplo. Éramos amigos, pero yo tenía un “background” diferente.