Por falta de tiempo estos últimos meses he tenido esta sección del blog un poco abandonada pero espero retomarla este año y publicar una entrevista todos los meses como venía siendo habitual. El protagonista de la de este mes es Carlos Díaz Domínguez, autor del que he reseñado dos novelas en el blog: Los ascensores dormidos de La Habana y Lágrimas sobre Gibraltar. Espero que os guste.
En primer lugar háblanos un poco de ti ¿quién es Carlos Díaz Domínguez?En síntesis, alguien que se imagina historias y las plasma en un papel. Ampliando un poco más, alguien que ha visto cine, teatro y leído; que le encanta viajar y estar atento a todo lo que le rodea. Alguien que, hace unos años, encaminó esas apetencias hacia la literatura.
¿En qué momento descubriste tu vocación literaria?Yo realizaría un desglose de la pregunta, con tu permiso. ¿Cuándo comencé con la creación narrativa? Desde muy pequeño, con guiones de teatro infantil, con “películas” hechas con diapositivas, luego con películas en Super-8. Por tanto, la vocación imaginativa nació conmigo. ¿Cuándo pasé al papel? Tuvieron que transcurrir cuarenta años para que escribiera mi primera mi primera novela: Los impares de Sagasta.
¿Tienes alguna hora del día reservada para la escritura o te dejas guiar por la inspiración del momento? Escribo cuando me deja “mi circunstancia”, como diría Ortega y Gasset, pero mis mejores momentos son por la noche y las primeras horas de los fines de semana. Eso no quita que, de vez en cuando, ocurra algo que me haga coger un papel y apuntar una idea. Eso siempre.
Tienes publicadas cuatro novelas, dos novelas cortas, y tres relatos dentro de libros colectivos. ¿En qué género te sientes más cómodo o cuál te gusta más escribir? De entrada en la “narrativa de ficción”, eso es indudable. Hoy por hoy no me planteo escribir ni ensayos, ni teatro, ni otros géneros. Dentro de la narrativa de ficción, me quedo con la novela larga, de hecho, hoy en día es casi lo único que escribo. Es un gran reto y me encanta afrontarlo.
Tu primera novela se publica en el año 2006 ¿fue difícil publicar este primer libro? Muchísimo. La escribí en el 2000 y busqué sin hallar editorial que la quisiera publicar. El manuscrito estuvo dormido en un cajón durante varios años y en 2005 lo recuperé y volví a intentarlo. Cambié de estrategia y me dirigí a editoriales más pequeñas. Conseguí que me leyeran en la Editorial Arráez y les gustó mucho. Quedaron muy satisfechos de cómo resultó todo (acogida y ventas) y, de hecho, fueron ellos quienes me publicaron la segunda novela. Nunca se me olvidará lo que me apoyaron y cuánto me ayudaron.
Un año más tarde publicas Los ascensores dormidos de La Habana. Háblanos de él, ¿por qué elegiste Cuba para situar esta historia? Creo que no fue así, creo que fue Cuba quien me eligió. En compañía de mi familia, viajé a la isla en el año 2005 con el único objetivo de conocer La Habana como un turista más. En ese momento estaba buscando de nuevo editorial para “Los impares…” (como he comentado antes) y fue, según iban transcurriendo los días, cuando surgió la necesidad (digo bien) de escribir un thriller ambientado allí. En el vuelo de regreso agarré un papel y escribí un guión de cinco líneas. Meses después, Los ascensores dormidos de La Habana tenían personalidad propia.
Luego llegaría Tres colores de Carinhall ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Háblanos de ella. Con “Los ascensores…” me había demostrado varias cosas, quizá la primera fue que era capaz de escribir una novela de 400 páginas (Los impares tienen 128). La segunda era que podía superar una primera edición. Pero no había conseguido traspasar la difícil barrera que supone no contar detrás con una infraestructura editorial potente: distribución en todos los puntos de venta, distribución en el extranjero, tirada más amplia, llegada a más medios de comunicación… Para pegar el salto cuantitativo, tenía que dar primero yo uno cualitativo. La II Guerra Mundial ha sido una historia que me ha fascinado desde siempre y elegí ese campo para desarrollar una trama de mayor calado, con riqueza documental, con personajes de varios países, algo que me supusiera mucho esfuerzo y dedicación. Y tiempo. Sabía que aquella empresa me iba a llevar muchas horas, días, meses y algo más. Así, y después de dos años y medio de trabajo, terminé la novela. Después había que ponerla en el mercado y buscar agencia que me representara. Tuve la fortuna de que el manuscrito gustó a varias pero fue Bookbank la que se adelantó a las otras dos que se interesaron firmemente por ella. Con “Tres colores…” he conseguido pegar ese salto que busqué, y ahora lo que me toca es mejorar cada día con cada escrito y con lo mucho que aprendo de lo que me contáis los lectores.
De entre todas tus publicaciones, ¿de cuál te sientes más orgulloso o a cuál tienes un especial cariño? Decía mi madre, en alusión a la pregunta de a qué hijo quieres más: “¡Qué dedo de la mano de cortaría que menos daño me hiciera!”. Todo lo que he escrito, desde un relato corto no publicado hasta la última novela, tiene mi máxima consideración y cariño. Siempre he empleado un tiempo en escribirlo y he vertido toda mi ilusión. No me puedo decantar por ninguno, aunque mis “Impares…” siempre será mi primera obra publicada, y aquel momento en el que mi primer editor me entregó el ejemplar en mano no se me olvidará mientras viva.
Para ti, ¿cuáles son las claves del éxito de una novela? Dos, nada más que dos: que entretenga y que te permita aprender algo, por poco que sea. Creo que todas las novelas que tenemos en mente y que más nos han gustado tienen, en mayor o en menor medida, estos dos ingredientes.
En tus obras das mucha importancia a los escenarios en los que transcurre la acción. ¿Cómo te documentas para poder ambientarlas? Recordemos que antes de la literatura, yo oí la voz, los chillidos más bien, del cine, y la ambientación allí es fundamental. El lector tiene que volar del sillón, de la cama, del asiento del autobús, del lugar, en definitiva, donde está leyendo, y tiene que trasladarse en cuerpo y alma a una calle de La Habana de noche, asistir a una fiesta dada por Goering en su mansión, a un calabozo de la policía gibraltareña… si eso no existe, si no se ha sido capaz de conseguirlo, tendremos palabras escritas una detrás de otras, pero no tendremos una novela.
Hace unos meses has publicado la que hasta ahora es tu última novela, Lágrimas sobre Gibraltar. Cuéntanos, ¿cómo, cuándo y por qué surge? Fue viendo una foto de la Selección Española de fútbol delante del Peñón de Gibraltar, con un texto que decía: “Último partido de Gento con la camiseta de la Selección”. Y me pregunté: “¿Qué habría pasado si Franco hubiera hecho con Gibraltar lo mismo que Videla con las Islas Malvinas?” Comencé a abundar en la idea, a crear los personajes ficticios que iban a acompañar a los reales, a conocer la historia reciente de la colonia, de la época… Corría el mes de enero de 2010 y en Semana Santa de ese año ya tenía un guión bastante avanzado en mi cabeza, solo me faltaba ir a los escenarios reales para completar información. Al regresar de la zona, agarré el ordenador y no lo solté hasta terminar la novela.
¿Qué significado tiene su título y qué te llevó a decidirte por él? Como dijo James Cameron, cuando estrenó su celebérrima película: “El problema que tengo es que todo el mundo sabe qué le pasó al Titánic”, a mí me sucedía algo similar: España no invadió Gibraltar. Por tanto, partía de un inconveniente importante, y era que todo el mundo conocía el final. Lo que no saben es cómo se llega a él, y ese creo que es uno de los éxitos de la novela. Después de todo lo que ocurre durante la trama, lo que al final cayó sobre la colonia no fueron bombas, sino lágrimas, las lágrimas de un país que no ha conseguido que el Reino Unido acate una Resolución de la ONU en la que le insta para que abandone el Peñón. Por otro lado, lo de “Lágrimas” también anuncia veladamente relaciones humanas no satisfechas, inacabadas, algo también veremos en la novela a través de sus protagonistas.
¿Por qué crees que el lector debería leerla? ¿Qué es lo que destacarías de Lágrimas sobre Gibraltar? Aquí cito lo que voy leyendo de las personas que la han terminado: que han tardado muy poco, es decir, que la han leído rápido ( la novela cuenta con 432 páginas. Por tanto, no es, ni mucho menos, una novela corta) y que han aprendido muchas cosas que desconocían de los años en los que transcurre la acción (finales de los sesenta).
En su trama se mezcla la ficción con los hechos reales, ¿qué parte es real y qué parte forma parte de tu creatividad? Me encanta mezclar a los unos con los otros, pero creo que hay que hacer un esfuerzo de honestidad y aclararle al lector qué es verdad y qué es ficción. Por ello, en la Nota del Autor que siempre reseño al final de mis novelas, doy una explicación para que el lector conozca la verdad. Creo que, cuando se habla de temas históricos reales, es bueno que el lector no se quede con dudas. A mí, desde luego, me gusta saber dónde terminó la realidad y dónde comenzó la creatividad pura del escritor.
¿Te costó mucho documentarte sobre esa época para escribirla? No mucho. Hay que tener en cuenta el horizonte temporal en el que transcurre la acción y este es relativamente reciente. Todavía hay personas que vivieron aquella época, ya había muchos documentos gráficos para ilustrar esos años… no, tengo que confesar que la documentación no fue especialmente complicada.
De todo el proceso de escritura ¿Qué ha sido lo más complicado de desarrollar o lo que más problemas te ha generado? No hubo ninguna parte complicada pero sí más laboriosa. Me refiero concretamente a los localismos: Isabel tenía que hablar como una cordobesa, Trini como una malagueña, si hablo algo de Cartagena, hay que confirmar que era así, etc., pero no hubo una parte que me trajera de cabeza especialmente.
Isabel Vioque es un personaje que tiene mucha relevancia en la trama. ¿Por qué elegiste una mujer como protagonista para desarrollar ese papel? Porque me encanta el desarrollo literario que puedo ofrecer con una mujer como protagonista: sus condiciones personales, su sagacidad, su espíritu de sacrificio, su apasionamiento… Desde mi primera novela, las mujeres han sido las protagonistas (en ocasiones solapadas pero no menos importantes) de mis historias. Ello se plasmó con mayor fuerza en “Tres colores…” y también lo vemos en “Lágrimas…”.
Recientemente se ha puesto a la venta la segunda edición de la novela. ¿Qué opinas de la acogida que está teniendo? ¿Te la esperabas? Uno siempre espera no que llegue a la segunda, sino a la infinita. Desde un primer momento fui viendo que la gente que conocía se la leyó muy rápido. Aquello fue una constante, y eso solo puede suceder si la trama engancha desde el principio. Cuando un libro se tarda en leer, en general: malo. Así fueron pasando las semanas y el ejemplar se empezó a agotar en muchos sitios. Esto no solo lo vi yo sino que lo cuantificó la editorial y por eso se ha decidido a sacar la segunda edición. Ya me sucedió con “Los ascensores…” pero aquí ha sido en un espacio de tiempo mucho menor.
En todo este tiempo ¿qué es lo que más satisfacción te ha generado? Lo que más satisfacción me da es cuando leo una crítica positiva de un desconocido. Es el aplauso espontáneo. Frases como “…tanto me ha gustado este libro que ahora voy a leer otro libro de este autor…” me llenan de gozo y me motivan a continuar en este maravilloso mundo.
Una vez terminada una novela y puesta a la venta es necesario promocionarla. ¿Disfrutas con esta etapa de presentaciones, firmas, entrevistas, etc. o es una faceta menos agradable de tu profesión? Me encanta, es más, creo que uno de los principales activos de esta profesión es que tienes que estar en permanente contacto con un público afín. Me encuentro muy cómodo en una caseta firmando y hablando con potenciales lectores, preparando la presentación de un libro, respondiendo a las preguntas de los asistentes y, por supuesto, respondiendo a las cuestiones que me plantean en una entrevista, además que creo que es mi obligación como escritor que publica, estar sometido a las leyes del mercado, y una de ellas es encontrarse a disposición de los lectores, ser alguien real, con opiniones e inquietudes, no un frío nombre en la solapa de un libro.
¿Cómo ha sido tu experiencia personal a la hora de publicar y, en general, en el mundo literario y editorial? Muy positiva. Desde que escribo, siento que vivo todo con más intensidad, que presto más atención a cualquier hecho que me cuentan, que veo. Me obligo a documentarme, a tener que aprender más de todo y de todos, a seguir viendo cine y teatro, a leer de forma continua y a leer muchísimo más de lo que leía antes y, además, con otros ojos, con otro nivel de atención distinto. Mi vida ha cambiado y ha sido a mejor.
¿Qué es lo que más valoras y lo que menos de la literatura actual? Decir que hay demasiada oferta sería injusto porque, gracias a esa oferta que se va incorporando en el mercado, puedo estar aquí. Si hubiera sido un recinto cerrado, yo no habría podido encontrar mi hueco. Es verdad que se publica mucho y que el lector se tiene que sentir un tanto perdido a la hora de elegir qué leer, a qué dedicarle un tiempo importante y con un alto valor alternativo. También es verdad que así la oferta es amplia y se consigue que cada uno se vaya/nos vayamos haciendo con nuestros escritores de cabecera, aquellos a quienes seguimos.
¿Qué prefieres ebooks o libros impresos y por qué? No tengo ebook y no me planteo comprar uno. Disfruto sosteniendo entre mis manos el soporte de una historia y aprecio mejor aquello que otro trabajó. No me imagino leyendo una historia con carga humana a través de una pantalla. El verano pasado, cuando mi hijo (al que siempre pido consejo), estaba leyendo un borrador en folios, al preguntarle que qué iba pareciendo lo que iba leyendo, me respondió: “Si exceptuamos que me parece que estoy con los apuntes de la facultad…”
¿Estás ya trabajando en algún nuevo proyecto? Por supuesto. De entrada, en este año 2013 publicaré dos relatos dentro de sendos libros colectivos (uno de ellos resultó premiado con una mención en el 10º Certamen María Moliner del año pasado). Me encuentro de lleno en la parte final de la siguiente novela, aunque la idea es no salir al mercado hasta la primavera del año próximo. Mis días actuales son “Lágrimas sobre Gibraltar” y los lanzamientos hay que dosificarlos. Al lector hay que dejarle descansar entre libro y libro.
Muchas gracias Carlos por compartir tu tiempo conmigo y contestar tan amablemente a mis preguntas. Te deseo mucho éxito. .
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