Unas semanas después de comentar en el blog su novela, Cero, tengo el placer de presentaros una entrevista a Eduardo Litrán en la que no sólo hablaremos de su novela, sino de temas muy actuales, como la guerra comercial entre las editoriales y el boom de los libros autopublicados. Con en deseo de que os guste y la disfrutéis, os dejo con Eduardo Litrán, autor de la magnífica novela Cero.
-¿Cómo surgió la idea de Cero?
-Observando un pequeño acuario cuando era adolescente. Pensé en la absoluta dependencia, en la vulnerabilidad de los peces. Esa es la semilla. Los experimentos con ratones y ratas que tienes que hacer cuando estudias mi carrera supongo que algo aportaron a esa semilla. Aunque no soy consciente de ello. El resto es mera extrapolación.
-Vista la complejidad y longitud de la novela, debió de llevarte mucho tiempo. ¿Cuánto tardaste en escribirla?
-Poco y mucho. Poco, porque el grueso de la obra lo escribí en unos tres o cuatro meses. Tenía todo en la cabeza y era cuestión de irlo sacando. No fue complejo. Sin embargo, el arranque y el desenlace, las últimas cuatro o cinco páginas me llevaron más de un año. Lo escribía y reescribía una y otra vez porque no era exactamente lo que yo quería. Fue lo más complejo, sin lugar a dudas.
-¿Eres un escritor de mapa o de brújula?
-Improvisador total. Pero, claro, es una improvisación aparente, pues cuando llevas años dándole vueltas a una historia, al final es relativamente sencillo darle forma porque tu subconsciente ha trabajado mucho. Habitualmente hago esquemas y anoto cosas que no repasaré ni una sola vez. Para mí esas anotaciones sólo sirven para organizar las ideas dentro de la cabeza.
-Te he hecho la pregunta anterior porque Cero es una novela contundente, tanto en lo que se refiere a su longitud, como a la profundidad del tema, además de la variedad de escenarios que recorre, tiempos, etc. ¿Cómo es posible llevar toda esa información bien hilada, sin perderse y logrando que al final el paño que has tejido con ella sea de calidad? ¿Cómo lo has hecho? ¿Cuál ha sido tu estrategia para construir la estructura de la novela sin perderte en ningún momento?
-No ha habido estrategia. En verdad cuando me puse no sabía si saldría una novela de doscientas páginas o de más de quinientas, como al final salió. A medida que avanzaba en la historia, las puertas a giros e historias paralelas se iban abriendo de forma natural. Eso sí, a medida que transcurrían los siglos tuve que hacerme una cronología de acontecimientos para no despistarme.
-¿Es Cero una novela apocalíptica?
-Es una novela de denuncia. Denuncia el poder humano. Denuncia a quienes tienen en su mano el timón de esta civilización, de este planeta.
Denuncia la ambición sin límites, la estúpida vanidad, el odio que nos meten en las venas a través de los medios de comunicación. Denuncia el uso indiscriminado del miedo contra la sociedad, de ese miedo que el poder sabe que nos paraliza, que nos impide tomar decisiones y, en la indecisión, nos obliga a dejarnos conducir como a borregos. Al final de tanta manipulación, de tanta mentira, de tanto odio y miedo; al final de las decisiones estúpidas que toma el poder está la posibilidad del Apocalipsis. Pensar en la destrucción de nuestra civilización debería imponer una seria reflexión. Lamentablemente, la tecnología e interdependencia en este mundo globalizado hacen que a fecha de hoy esa posibilidad tenga mucho más cuerpo de lo que nos pensamos. Hoy ya es probable, y esa probabilidad seguirá aumentando hasta que el poder escuche a los millones de personas que quieren hacer de este mundo un lugar más amable en donde términos como guerra, esclavitud y hambruna pasen a formar parte de un viejo diccionario de arqueología lingüística.
-¿Dentro de qué género la incluirías? Lo pregunto porque Cero tiene tintes de ciencia ficción, pero también de thriller.
-Para mí es más un thriller que ciencia ficción. Y es que la mayoría de los avances que permiten desarrollar la trama, hoy en día ya se están investigando o estamos en disposición de hacerlo. Cómo alguien que podría ser el propio lector se infiltra en ese mundo secreto es lo que nos sitúa ante un thriller.
-¿En qué estás trabajando ahora? ¿Tienes un proyecto entre manos? Y, si lo tienes, ¿cuándo podremos verlo publicado?
-Mi principal proyecto ahora mismo es llevar Cero a las librerías. Paralelamente empiezo a garabatear esquemas de otra novela. Ni idea de cuándo verán la luz. Espero que pronto.
-Ya sabes que esta sección del blog está dedicada a escritores emergentes, muchos de los cuales se autopublican. Lo he dicho en otras ocasiones: en la autopublicación hay obras tan buenas (y muchas veces mejores) que las que publican las editoriales. En tu blog, expresas tu decepción por cómo funciona el mundo editorial y por las escasas oportunidades que se dan a los escritores nóveles. Dices que ésta fue la razón que te llevó a la autopublicación. Mi pregunta es, ¿qué tal la experiencia? ¿Ha valido la pena?
-Bueno, en el momento en que lo hice me pareció la mejor opción. Me tomé la autoedición como un “test in vivo”; como lo más parecido a un estudio de mercado de mi novela para poder demostrar a una editorial su potencial. La experiencia ha sido muy interesante. No sé si repetiré, pero aprender he aprendido, desde luego.
-¿Cómo ves el mundo del libro en un futuro? Me refiero tanto al método tradicional de publicación como a la autopublicación. ¿Crees que una hundirá a a la otra o serán capaces de convivir en armonía?
-La palabra clave de este debate es la de siempre: visibilidad. Te edites tú o un tercero, en formato digital o tradicional, la cuestión es: ¿alguien va a ver tu libro entre cientos de miles de obras? Sobre el debate entre libro digital o tradicional, no veo al primero desbancando al segundo salvo imposición artificial; por ejemplo, por una aumento drástico de la materia prima (el papel) o por una compra de las editoriales, ya bastante integradas en grandes grupos, por parte de las plataformas digitales, algo que no veo descabellado dado el poder de monstruos como Google, Amazon o Apple.
-¿Las editoriales abrirán algún día los ojos?
-Creo que es muy fácil criticar, pero hay que ponerse en al piel de unas empresas que, como todas, necesitan generar unos ingresos para subsistir. Ahora parece que la crisis del sector editorial es un problema de ceguera, que ellas solitas se han cavado su propia tumba, pero no es tan sencillo. Ante múltiples amenazas, creo que no están capeando mal el temporal. Una crisis siempre es un proceso de selección natural, y es algo que se está viviendo en todos los sectores. Habrá editores que se adaptarán y otros que no. En mi opinión su función es imprescindible. Al lector deben garantizarle una mínima calidad del contenido, y al escritor que su obra será visible. Eso no te lo ofrece ni Amazon ni Google ni Apple. Pero como en tantos otros negocios, la responsabilidad de que una editorial exista ya no es sólo de la empresa: el lector debe valorar su trabajo pagando un precio adecuado por un libro, y el escritor debe contribuir a su promoción de una forma más activa. En mi opinión, sin editoriales perdemos todos, así que yo prefiero hablar de corresponsabilidad en esto de abrir los ojos.
Se hace corta la entrevista con Eduardo, porque conversar con él es una experiencia más que grata. No obstante, espero que algún día vuelva por aquí con una nueva novela bajo el brazo de la que podamos hablar.
Muchas gracias por tu tiempo e interés, Eduardo, y hasta la próxima. Mientras tanto, te deseo toda la suerte del mundo.