Revista Opinión
Lo que más me llamó la atención de la actitud de Garzón es que aceptara el marco institucional en el que se desenvuelve la Administración de Justicia Española, una administración que ha permitido impasible que se castigue a uno de sus miembros por no hacer sino lo que todos y cada uno de ellos hacen, lo que implica que todos y cada uno de ellos han sido condenados al mismo tiempo que Garzón, porque a Garzón, FORMALMENTE, se le ha expulsado de la organización jurisdiccional del Estado por decretar la intervención de las conversaciones entre presos por delitos de corrupción y sus correspondientes letrados, algo que él admite paladinamente que hizo pero argumentando que lo hizo amparado por el criterio de la Fiscalía, guardián de la Ley, y a instancia de la policía, agente de la Autoridad judicial, a fin de evitar que los imputados, a través de sus letrados, llevaran a cabo las acciones necesarias para destruir pruebas de sus delitos y situar el fruto económico de los mismos fuera del alcance de la justicia, al propio tiempo que insiste en que su sucesor en el caso, siguió con la referida intervención de las conversaciones sin que a ningún otro de los referidos estamentos se le haya sometido al mismo tipo de imputación criminal que a él, siendo así que todos ellos fueron colaboradores necesarios para la comisión de este supuesto delito, que no hubiera podido llevarse a efecto sin la intervención de todos ellos. De lo que Garzón anoche dijo se deduce como consecuencias indiscutibles los siguientes extremos: 1) que ni siquiera todos los jueces son iguales ante la ley ya que unos, como él mismo, son perseguidos procesalmente con toda la saña del mundo hasta conseguir su expulsión de la carrera judicial, por hechos que todos los días se realizan en muchos de las juzgados del país, cuando sus titulares ya sea por iniciativo propia o por excitación del Ministerio Fiscal o por denuncia de la policía judicial tienen sospechas o indicios de que los detenidos con motivo de la comisión de un delito intentan destruir pruebas o evadir el dinero obtenido con ello mediante la intervención de sus abogados defensores; 2) que por un motivo que él no se atrevió a explicitar directamente, él fue sometido a tres procedimientos simultáneos que tenían por objeto inmediato y directo expulsarle de la carrera judicial no por los hechos que en ellos se perseguían sino por haberse atrevido a enjuiciar al franquismo, sometiendo al propio Franco y a algunos de sus ministros y directos colaborados todavía vivos a un proceso judicial para intentar no sólo derivar las correspondientes consecuencias penales para ellos sino también para resolver hechos tan decisivos como averiguar el paradero de innumerables desparecidos durante la represión franquista, todo ello intentado a instancia de los familiares de dichos desparecidos que lo solicitaron ante su juzgado de la Audiencia Nacional; 3) que todos los magistrados que intervinieron en las sucesivas instancias demostraron un ensañamiento feroz, denegando la realización de todas las pruebas que su defensa solicitó y admitiendo las querellas de instituciones y asociaciones tan “respetables” como Manos Limpias, un sindicato sin sindicalistas y sin actividades sindicales y ni más ni menos que Falange Española, un partido que como el nazi alemán y el fascio italiano, en los que se inspiró, debería de estar no sólo no aprobado sino perseguido por la Ley ¿Por qué Garzón no se atrevió anoche a tirar de la manta y afirmar de una manera clara y terminante que España no es un Estado democrático, social y de Derecho, como establece la Constitución española, qué temía, además de lo que ya le han hecho, porque eso sí, admitió que ha sentido miedo muchas veces y que eso, el miedo, no sólo es sano y saludable sino también necesario en esta vida para sobrevivir, pero no es admisible en quienes, como él, van por la vida postulándose como mártires del simulacro de la Justicia y paladines de los derechos del hombre y del ciudadano? Un tipo como Garzón que ahora es ni más ni menos que uno de los abogados de Assange,el tío que publicó los documentos de Wikileaks, que anda o se pasea por todo el mundo como un adalid de la justicia universal no comience por serlo sólo de la justicia a secas y ponga de manifiesto urbi et orbi que lo que hay en España es el peor de los simulacros de la justicia, una especie de nuevos tribunales de la inquisición puestos al día y vestidos con los ropajes del mayor de los escarnios. Esto es lo 1º que debería de hacer Garzón si es que, de veras, quiere asumir el papel que supone aquel mote que le puso para su escarnio el recién defenestrado Pedro J. cuando lo llamó el Juez Campeador, porque un juez, de verdad, que se sienta vocacionalmente llamado a luchar por el imperio de la justicia, no debe de perder el tiempo con minúsculas escaramuzas como la que anoche le plantearon en la Tv en la que dirige la mayor de sus programas de debate ni más ni menos que ese tal Ferreras, el tío que fue ¿o es todavía? el director de programas radiofonicos y televisivos del Real Madrid, sino crear sus propios altavoces mediáticos o acudir sólo a aquellos de los que sea evidente su progresismo político social porque lo demás no es sino someterse al imperio de la máquina de prensa y propaganda de un régimen uno de cuyos mayores y peores exponentes es precisamente ese tal Lara, el propietario de Planeta, de La Razón y de la Sexta, que si mantienen y dan programas que aparentemente son de progreso no son sino un simple intento de establecer coartadas. Que a estos programas que presumen de avanzados y progresistas siempre vayan sólo periodistas absolutamente retrógrados como el tal Maruenda o ese otro de ABC de cuyo nombre no es que no quiera acordarme sino que es verdad que no me acuerdo o ese otro de El Mundo, que antes fue director de Marca y dijo aquello de que a Messi había que pararlo por lo civil o por lo criminal, es algo que no acabo de explicarme.