Hoy cruzamos "El Puente" acompañados por el Dr. Gustavo Sánchez, doctor en Teología, miembro de la familia sodálite, con más de 25 años como docente de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Experto en Teología dogmática y patrística no teme dialogar con literatos de vanguardia como Tolkien o Vargas Llosa. Director de la Revista Teológica Limense, fue nombrado por el Papa Francisco como miembro de la Comisión Teológica Internacional, organismo Vaticano perteneciente a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe que estudia las cuestiones doctrinales de especial importancia en la Iglesia.
Resumen del texto de la "Lectio inauguralis" pronunciada el 11 de marzo de 2015 y que se publicará en la Revista Teológica Limense. El autor hace una rápida revisión de los diversos ambientes en los que se desarrolla la teología actual y propone algunas alternativas para hacer que la teología pueda iluminar las problemáticas presentes con la luz de la Revelación y de la fe.
Una contextualización
La teología, tal como se estudia y se trabaja hoy, recoge el gran influjo del Concilio Vaticano II (1962-1965), que a través de sus enseñanzas ha ejercido un efecto profundamente renovador sobre la ciencia teológica.. Recordemos algunos nombres importantes: Henri de Lubac S.I; Yves M.J. Congar O.P.; Joseph Ratzinger; Jean Daniélou S.I.; Gerard Philips; Otto Semmelroth S.I. y tantos otros, que han ofrecido sus ideas y esfuerzos para lograr una renovación no sólo teológica, sino también eclesial.
La renovación ofrecida por el Vaticano II a la teología se da en dos niveles, el de la metodología y el de los contenidos.
Los Papas, desde el Concilio hasta hoy, han profundizado en el magnífico tesoro legado por el Vaticano II, incidiendo en algunos aspectos particulares que confieren una identidad específica al magisterio de cada uno de los Sumos Pontífices desde 1965 hasta hoy.
Pablo VI hizo del diálogo la herramienta de aplicación del Concilio, proponiendo en su encíclica programática Ecclesiam suam (1964) la misión dialogal de la Iglesia, teniendo en cuenta que el diálogo de la Iglesia con el mundo se llama "evangelización".
Por su parte, San Juan Pablo II resaltó la centralidad del ser humano en la misión de la Iglesia, acudiendo a la perspectiva cristológica conciliar: Con la promulgación delCatecismo de la Iglesia Católicaen 1992, San Juan Pablo II buscaba la concreción y aplicación de la doctrina del Vaticano II, que otro gran Pontífice había denominado "la gran catequesis de los tiempos modernos". No es difícil ver que el magisterio del santo papa polaco es un intento ―muy logrado― de profundizar en la enseñanza del Concilio para hoy.
Benedicto XVI ha profundizado en el magisterio del Concilio Vaticano II destacando la cuestión de Dios y su importancia para el hombre de hoy, situado en una cultura de relativismo, de posmodernidad y de olvido de lo religioso, cuando no de rechazo cargado de odio. El ser humano se pone ante Dios-Amor en adoración por medio de Cristo-Eucaristía (Sacramentumcaritatis, 2007) y a la escucha de su Palabra en el mundo y en la Iglesia (Verbum Domini, 2010).
Por último, con el Papa Francisco, la Iglesia se ve refrescada por un aire de "novedad" latinoamericana que pone en primer plano la urgencia de evangelizar, inspirándose en las enseñanzas de la Lumen Gentium y de la recepción latinoamericana del documento conciliar, tal como aparece en Puebla y Aparecida, especialmente. La "Iglesia en salida" es Iglesia que anuncia con alegría (Evangeliigaudium, 2013) y ha de caracterizarse por la cercanía, la ternura y la misericordia, actitudes todas ellas muy visibles en los gestos del actual Sucesor de Pedro.
Los tres ámbitos de trabajo y desarrollo teológico son: la sociedad, la Universidad y la Iglesia. Un ámbito "ad extra" (la sociedad) y un ámbito "ad intra" (la Iglesia) teniendo como eje que se proyecta a uno y otro la Universidad.
Dos realidades muy puntuales se hallan presente en el panorama social de nuestra época. La primera de ellas es la guerra que, de modo focalizado, asola el Medio Oriente y enarbola como argumento y justificación la defensa de la propia religión.
La segunda realidad arriba mencionada es la pobreza, presente en muchos lugares.
La Universidad es un campo privilegiadísimo para el diálogo entre fe y razón, y aquí la teología está llamada a desempeñar un gran papel.
Teología e Iglesia
Nótese que el Papa pide una reforma desde la conversión misionera que transforme lo que se acepta rutinariamente:
"Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad".
Es interesante constatar cómo los desafíos que se plantean a la teología son recogidos en la Comisión Teológica Internacional, que por ser una estructura al servicio del Magisterio de la Iglesia y concretamente al servicio de la Congregación para la Doctrina de la Fe, asume la tarea de "estudiar las cuestiones doctrinales de especial importancia, principalmente aquellas que se presentan como nuevas". En el caso mencionado anteriormente, sobre el pedido del Papa Francisco, la Comisión Teológica Internacional se ha propuesto profundizar la temática de la sinodalidad como característica propia de una Iglesia en salida, en orden al cumplimiento de la tarea misionera. Lo mismo se puede decir del otro tema propuesto como materia de estudio, la relación entre fe y sacramentos en la actual experiencia del Pueblo de Dios.
Además de la sinodalidad arriba mencionada, las cuestiones eclesiológicas siempre plantean interrogantes que conviene estudiar. Seguramente las relaciones entre primado y episcopado, planteadas en el Vaticano II desde la perspectiva de la colegialidad episcopal, serán materia de próximas investigaciones. Otros temas que seguramente desarrollará la teología en los años venideros son: la catolicidad o el principio de identidad católica; la contribución específica de la mujer al quehacer teológico―cuestión expresamente pedida por el Papa―; la liturgia como vivencia específicamente católica del misterio celebrado; la devoción mariana y sus alcances ecuménicos, y muchos más.
En su trabajo concreto en los tres ámbitos indicados (la sociedad, la Universidad, la Iglesia), la teología, si quiere mantenerse fiel y estar a la altura de su misión, debe tener presentes algunos elementos:
a) La teología debe ser ella misma, mantener su propia identidad y no convertirse en "otra cosa". b) Como toda otra disciplina, la teología puede y debe recurrir a supropia tradición. c) No hay que olvidar que la teología es una actividad ejercida por un creyente. d) La gloria de la teología es servir. La Santísima Virgen María es modelo e inspiración para la teología y los teólogos. De ella nos dice el Evangelio que "guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón"[1]. La teología que estudiamos y trabajamos, cuyas perspectivas para el siglo XXI hemos revisado de modo muy somero e incompleto, sólo podrá responder a los retos planteados, si hace suya la actitud de María y vive una fe tan grande como la que vivió María, aquella fe que mereció las palabras de Isabel: "¡Dichosa tú que has creído…!".