Revista Cultura y Ocio

«Entrevista a Iván de Cristóbal por su novela Sala de espera»

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

«… incluso se puede morir de irrelevancia. Cada día que alguien hace lo que esperan de él, pierde un poco de sí mismo…»

«Entrevista a Iván de Cristóbal por su novela Sala de espera»Entrevista escita por Maudy Ventosa.

El pasado 11 de diciembre publicamos la reseña de SALA DE ESPERA, la primera novela del economista y director de publicidad barcelonés, Iván de Cristóbal, de Editorial Alrevés S.L. Basada en un hecho real pone al lector ante un dilema difícil de resolver. Hoy, presentamos la entrevista con el escritor, y, les aseguro que les va a resultar muy interesante.

CUBIERTA Iván de Cristóbal en la presentación de su obra. (Foto cedida por el autor) Iván de Cristóbal en la presentación de su obra. (Foto cedida por el autor)

Maudy.-¿Por qué existe sentimiento de culpa cuando has salvado dos vidas condenadas a morir? Ante el dilema moral que plantea, el lector será quién deba posicionarse…
Iván.-La culpa, como la verdad, es relativa. Catalogar un acto de bueno o malo depende de los valores inculcados por nuestro entorno. Cuanto más riguroso sea dicho entorno más férreas serán nuestras convicciones, y más dolorosa la culpa.

M.- ¿Qué se cura antes, el dolor o la empatía?
I.- La empatía no se cura, es la cura.

M.- ¿Somos más de castigar que de perdonar?
I.- Somos más de castigar porque castigar requiere menos esfuerzo. Para castigar solo necesitamos vomitar sobre la víctima nuestras creencias (y prejuicios) que llamamos valores, mientras que el acto de perdonar nos obliga a cambiar nuestro punto de vista, abrir la mente, ponernos en los zapatos de quien nos hizo daño para ir más allá y preguntarnos por qué lo hizo.

M.-¿Dónde queda la solidaridad con el que cae en desgracia cuando, en el fondo, estamos de acuerdo con sus decisiones? ¿Quiénes tienen que sentir vergüenza?
I.- “La victoria tiene 100 padres, la derrota es huérfana” dijo Napoleón Bonaparte, y yo añadiría también insolidaria. Todo pueblo tiene un pecado capital, el nuestro es la envidia. La envidia es la que nos empuja a regocijarnos de los fracasos ajenos, más aún cuando vienen precedidos de éxitos que nos hicieron sentir inferiores.

M.- Los sentimientos cambian con los acontecimientos: de chute de poder, soberbia, emoción por salvar dos vidas a vergüenza… ¿porqué no supo ver lo que se le venía encima más que por convicción personal?
I.- No vemos lo que no está a nuestro alcance. Y hay tanto mundo por descubrir, tantos ángulos que explorar. Dicen que la piedra angular del totalitarismo es la ignorancia de quienes subyuga, porque reduce el mundo del pueblo a un lugar tan cristalino como pequeño. Un universo sin aristas, sin matices, sin dobleces. Por interés ajeno o pereza propia, nos cuesta abrirnos a otras formas de pensar, lo que nos convierte en dueños de una verdad que es la nada más absoluta.

M.- ¿Todos somos capaces de conocer nuestro límite moral?
I.- No, hasta que lo ponemos, o nos lo ponen, a prueba. Como se dice, los valores son valores cuando nos suponen un coste. Hasta entonces, son solo tuits.

M.- ¿Cómo es posible respetar algo si no lo entiendes? ¿Tan fuertes son las creencias?
I.- La clave para entender el mundo no está en encontrar las respuestas correctas, sino en hacernos las preguntas adecuadas. Creencia es cuando te dan las respuestas, es conocer el qué, sin preguntarnos el por qué. Y de todas las creencias, las religiosas son las más sólidas, porque su origen divino parte de la imposibilidad humana de alcanzar el entendimiento. Así pues, si nunca voy a llegar, para qué seguir caminando.

M.- ¿Todo pasa por un motivo?
I.- Me gustaría mucho, pero lo dudo.

M.- El respeto a la religión, ¿puede estar por encima del derecho a la vida? ¿Ejercer como médico responsable es dejar morir a dos personas por creencias religiosas?
I.- Tengo mi opinión, pero prefiero no contestar a esta pregunta. No porque mi respuesta pueda influir a nadie, que no debería, pero siendo el autor, y éste el gran dilema de la novela, prefiero mantenerme en la posición que le corresponde al narrador, la de explicar los hechos sin tomar partido.

M.- Descubrir cuál es nuestro propósito en la vida, el que nos hará felices, tiene más que ver con deshacernos de creencias que nos frenan que con hacer cosas nuevas. ¿Sin un propósito la vocación no es suficiente? ¿Se pueden autoimponer los propósitos?
I.- Los propósitos pueden crearse de la nada, incluso de influencias externas. Las vocaciones cuesta separarlas de nuestra propia naturaleza. Puedo cultivar el propósito de salvar vidas, pero solo si tengo una naturaleza de cuidador, seré un buen enfermero.

M.- ¿Se puede enfermar de intrascendencia?
I.- Incluso se puede morir de irrelevancia. Cada día que alguien hace lo que esperan de él, pierde un poco de sí mismo.

M.- ¿Podemos renunciar a seguir luchando?
I.- Si la lucha no lleva a ningún sitio, debemos.

M.- ¿Buscamos en la religión lo que nos falta en nuestra vida?
I.- Siempre buscamos, porque, por lo general, siempre nos falta algo, y pocas veces sabemos qué es o dónde encontrarlo. La religión, al igual que el arte, o la filosofía, ha sido refugio y respuesta. Yo no estoy en contra de la religión como sendero espiritual para uno mismo. Estoy en contra de la religión cuando la convierten en la única vía posible para todos los demás.

M.- ¿Tenemos derecho a arrancar la esperanza de aquellos que la sostienen a través de creencias que chocan con nuestras convicciones?
I.- No tenemos derecho a poner nuestras convicciones por encima de las de los demás, y menos cuando pueden minar algo tan necesario como es la esperanza.

M.- ¿El amor conduce a hacer las estupideces más grandes?
I.- El amor es el psicotrópico más potente que existe. Somos siete mil millones de personas, un día nos tropezamos con una, y al día siguiente no podemos respirar si no estamos a su lado.

M.- Para los psicólogos, un reloj transmite eficiencia, respeto por el tiempo ajeno y responsabilidad, ¿qué intenta comunicar a sus lectores convirtiendo al de “Sala de espera” en el eje de la trama?
I.- Un reloj es la materialización más concreta de algo tan abstracto como el tiempo, la bestia más temida incluso por los más poderosos. Podrás levantar imperios y dominar mundos, pero nunca podrás detener el tiempo que marca los pasos que restan hacia el final de tus días.  Nunca ningún sonido ha transmitido sensaciones tan diferentes según quien lo escucha, como el tic tac de un reloj.

«Entrevista a Iván de Cristóbal por su novela Sala de espera»

Iván de Cristóbal. (Foto cedida por el autor)

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Iván de Cristóbal. (Foto cedida por el autor)


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