Sara cumple los principios generales de la modestia. Su falta de vanidad le hace restar importancia a sus virtudes y facultades, haciendo gala de una medicina cargada de solidaridad y buenas intenciones, la medicina ética de Hipócrates, Galeno y Vesalio.
Siempre con la prudencia justa y necesaria, equilibrando la pasión con la discreción inteligente, Sara nos habla de su especialidad:
H.P.: ¿Por qué elegiste este ámbito de la Medicina? Explícanos como te introdujiste en la Reproducción Asistida…
S.L.: Cuando estudiaba Medicina, me di cuenta de que la especialidad de Ginecología era una especialidad muy amplia porque permitía el seguimiento de las mujeres en todas las etapas de su vida. Hice la residencia en el Hospital del Mar y acabé en 2007. Allí me ofrecieron una beca de investigación en Reproducción Asistida y estuve un año haciendo mi proyecto de tesis doctoral que finalizó tras cinco años de estudio. En 2008 empecé a trabajar en CIRH y compaginaba la Reproducción Asistida con la Obstetricia, pero finalmente me decanté por la infertilidad por la satisfacción que me reporta ayudar a las parejas a conseguir su proyecto de vida.
H.P.: ¿Qué es lo primero que haces cuando los pacientes se ponen en tus manos?
S.L.: Intento ser cordial con ellos, pero sobre todo empática. Escucho su historia e intento ser muy realista y sincera sin dar falsas expectativas.
H.P.: ¿Qué te gusta más de tu trabajo y por qué?
S.L.: Poder conseguir el objetivo por el que vienen a visitarnos nuestros pacientes. Realmente, me llena de satisfacción.
H.P.: En nuestro trabajo tenemos que aprender a ponernos y quitarnos la bata, porque realmente las emociones a veces nos superan. ¿Cómo lo consigues?
S.L.: A veces es difícil, sobre todo con las parejas con las que llevas mucho tiempo sufriendo, pues cada resultado negativo me afecta también a mí. Realmente no sé cómo consigo quitarme la bata. Es más, a veces estoy en mi casa y de repente empiezo a pensar en algunos casos complejos de pacientes y en cómo ayudarles.
H.P.: Entremos en un tema “delicado”. La tasa de gemelos y de embarazos múltiples en RA es más alta que en embarazos naturales. La ley limita a tres los embriones que pueden ser transferidos, aunque en la mayoría de centros recomendamos transferir sólo uno o dos (en función de la edad, los antecedentes y la calidad de los embriones), correspondiendo la decisión final a los pacientes. He podido presenciar como médicos y biólogos informáis adecuadamente de las posibilidades de implantación pero, aunque la mayoría de pacientes se dejan asesorar, otros siguen tomando decisiones sin tener en cuenta los riesgos que representa un embarazo múltiple para la madre y los fetos. Cuando se cumplen las predicciones de embarazo múltiple, la realidad suele ser dura. Pero existe otra situación preocupante y son los casos de embarazo gemelar no deseado por parte de los pacientes. Aunque muchos de los que han decidido transferir más de un embrión viven la noticia de embarazo gemelar con alegría, de vez en cuando nos encontramos ante la situación paradójica de pasar de tener a una pareja sufriendo por no conseguir gestación a tenerla llorando por no desear un embarazo gemelar que podría haberse evitado. ¿Qué nos está ocurriendo? ¿Cómo crees que podríamos prevenir este tipo de situaciones tan complejas a nivel emocional?
S.L.: Es complicado. Los médicos estamos muy concienciados del riesgo que supone un embarazo múltiple, por lo que habitualmente la tendencia es a ir transfiriendo embriones individualmente, puesto que la tasa de embarazo es acumulativa. Finalmente hemos visto que la tasa de éxito es la misma transfieras los embriones de uno en uno o los transfieras de dos en dos. Si transfieres de uno en uno puede ser que el embarazo lo consigas en más tiempo, pero si lo haces de dos en dos, aunque consigas el embarazo antes existe el riesgo de gestación. múltiple. Como bien tú dices, habitualmente los pacientes se dejan asesorar por los médicos y los biólogos, pero existen casos en los que los pacientes están muy desesperados o han realizado ya muchos tratamientos sin éxito y desean ir a por el embarazo aun teniendo riesgos. No obstante, el gran drama es cuando, aun habiendo explicado el riesgo, los pacientes han querido poner dos embriones, se quedan de dos y deciden realizar una Reducción Embrionaria. Para mí estos casos son lo contrario del triunfo, puesto que nuestro objetivo como profesionales es conseguir el nacimiento de vidas. La verdad es que estos casos me entristecen y siempre intento luchar para evitar que pasen estas cosas.
H.P.: Una parte de la comunidad científica ha protestado ante la prohibición de las “madres de alquiler” (término utilizado habitualmente en los medios de comunicación, aunque sería más correcto utilizar el de gestantes sustitutas o gestación subrogada) a las que la ley española cierra las puertas. ¿Qué opinas de la subrogación de útero?
S.L.: Considero que en determinados casos es una buena opción para los pacientes. Por ejemplo, casos en los que una mujer no tiene útero o problemas en el útero que no permiten llevar a cabo una gestación. Por otro lado, el papel de las madres sustitutas, me plantea muchísimas dudas des del punto de vista emocional, ya que veo difícil que puedan desvincularse del niño después de haberlo gestado durante nueve meses. Creo que no es comparable la posición de una donante de óvulos con la de una madre subrogada porque no es lo mismo donar óvulos, que son material celular, que gestar una vida con todos los sentimientos que se experimentan durante la gestación. Si me pongo en su piel, creo que puede ser muy difícil.
H.P.: Explícanos alguna experiencia vivida en la clínica que nunca olvidaras…
S.L.: La verdad es que hay dos casos que nunca olvidare. Uno fue una paciente a la que pude tratar, como te comentaba antes, a lo largo de todas las etapas vitales. Era su ginecóloga de referencia, la que le hacía revisiones regulares; después le realicé varios tratamientos de infertilidad; y posteriormente fui su obstetra y atendí su parto. Fue realmente maravilloso. El otro caso fue una pareja que, después de muchos tratamientos durante cuatro años, un embarazo ectópico por medio, y mucho sufrimiento, al final conseguimos embarazo. Para mí, fue más que gratificante y siempre recordaré la sonrisa de la paciente, que nunca perdió en ninguna visita. Su positividad fue ejemplar y su actitud me enseñó muchas cosas. Cuando le di el alta lloramos las dos de alegría.
H.P.: ¿Qué planes de futuro tienes a nivel profesional?
S.L.: Me gustaría seguir dedicándome a la Reproducción Asistida e intentar conseguir resolver los casos más difíciles (sobre todo pacientes de edad avanzada) y continuar realizando también proyectos de investigación para mejorar resultados en este campo.