El Hospicio que hasta hoy nos cobijaba se viene abajo. Se consume en la fría oscuridad y pudre consigo a sus internos, pacientes que impacientes sueñan con el traslado a un sitio mejor. Mientras los elegidos son llamados a traspasar la puerta que los libera de su encierro, los más atormentados aguardan la llegada del Director del Centro para ser salvados. Pero los días pasan, no viene nadie y ninguno sabe cómo recorrer los largos y estrechos pasillos que conducen al exterior. Esperar, desesperar… Debe haber otro camino, otra puerta de salida.
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-Agradecimientos a Marta y a María Díaz,Manuel Ollero,Selu Nieto y Carlos Villarreal Share on Facebook Share on Twitter Share on Google Plus