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Entrevista a María Oruña

Publicado el 10 febrero 2021 por Librosquevoyleyendo @librosqvleyendo

Entrevista a María Oruña

En recientes fechas, hemos realizado en Libros que voy leyendo distintas lecturas y reseñas de El bosque de los cuatro vientos, la última novela de María Oruña. Todo indica que nos ha gustado, como también ha satisfecho las expectativas de nuestros lectores. Es por ello que se nos antoja necesaria una entrevista a la autora. Requerida para ello, acepta el reto de modo valiente por lo que el café virtual ya se encuentra humeante sobre la mesa, preparado para hacer aún más confortable si cabe el intercambio de preguntas y respuestas que va a comenzar.

Muy buenos días, María, nos complace que hayas aceptado la invitación y esperamos que pases un buen rato con nosotros incluso si te lo ponemos difícil de vez en cuando.

María Oruña es un nombre que comienza a sonar tras la publicación de una trilogía ambientada en tierras cántabras, pero María comienza a hacer sus pinitos...

En su momento se escucharon comparaciones con Dolores Redondo (eso de las trilogías de moda...) pero ahora se vuelven a escuchar en relación a la Ribeira Sacra. Una es la escritora de las vides y María es la escritora de las piedras ¿o no? (defiéndete).

Bueno, en El bosque de los cuatro vientos, aunque el monasterio se sitúe en la Ribeira Sacra, no nos adentramos para nada en ella ni en sus propias leyendas. Es cierto que suelen compararnos a Dolores Redondo, Eva García Sáenz y a mí, y aún no acierto a entender por qué. Es cierto que las tres ambientamos nuestras novelas en el norte, y que todas destilan cierto misterio y aire negro, pero nuestros estilos son muy diferentes; además, yo nunca escribí una trilogía, sino que inicié una saga de misterios auto-conclusivos, que este año tendrá una cuarta entrega.

A Dolores la vi por primera vez en el programa Página 2, y comprobar que una persona ajena al mundo literario había podido publicar me inspiró para atreverme a presentar mi manuscrito ante agencias literarias; por eso mi personaje Valentina se apellida como Dolores, en un guiño a aquel instante en que pensé que sería posible publicar. Por lo demás, es una gran autora que merece todos sus éxitos, y cuyo estilo, tramas y contenidos, difieren bastante de los míos.

Santo Estevo significa... Un punto de anclaje, historia, vida. Lo tomé como referente para contar la esencia de Galicia, englobando en ese marco todas las Galicias que yo conozco. El único motivo para que escogiese ese lugar y no cualquier otro de la comunidad fue su leyenda de los nueve anillos.

También están los monasterios de Oseira, el de Santa Cristina... ¿Es posible visitar la zona y no caer atrapada por la magia condensada en ellos?

Los gallegos estamos acostumbrados a la piedra, a la densidad de los bosques, a la humedad y a la niebla; tal vez por ello no nos impresione tanto nuestro propio paisaje, pues estamos acostumbrados a convivir con su misterio. Sin embargo, y aún a pesar de ello, es difícil no sucumbir al embrujo de algunos lugares. Quizás se deba a que sabemos que son mucho más antiguos que nuestras familias y recuerdos, y que permanecerán cuando ya no estemos.

Las personas siempre hemos necesitado algo en lo que creer. Lo inexplicable lo explicaba la fe, lo imposible lo posibilitaba la confianza en alguien o algo superior, que dominase el caos, el miedo y la incertidumbre. De un lugar sencillo poblado por eremitas llegamos a un monasterio con tres claustros nada menos, y con un poder extraordinario sobre la zona. Era un lugar digno de estudio, al menos para mí.

Conocí el monasterio antes de ser parador en 1996, con muchas partes todavía en ruinas. Desde entonces, y cuando supe de su leyenda, regresé en muchas ocasiones, me resulta imposible contabilizarlas. Las historias anidan en mí y se cultivan con el paso del tiempo, requieren su reposo y salen cuando llega el momento: a veces sucede años más tarde. Así me sucedió con Puerto Escondido y con El bosque de los cuatro vientos. Tras la documentación, solo tardé unos cinco o seis meses en escribir la novela, pero antes he estuve más de un año construyendo la trama, investigando, viajando y entrevistando a quien consideraba necesario.

No. Ni siquiera sé cuál es.

Siempre el claustro de los Obispos. Conmigo, funcionó como un imán nada más llegar al monasterio. Me quedé maravillada nada más verlo.

Lo bauticé así cuando descubrí el alto de Santo Estevo, donde se cruzaban los cuatro vientos y te llevaban a tu verdadero estado, que era el de la insignificancia y la humildad. Es un lugar sorprendente: en poco espacio dispone de un castro celta, de las ruinas de una panadería del siglo XVII y de los restos de las antiguas construcciones al servicio del monacato: cuadras, huerta... Su bosque es maravilloso.

Creo que no nos parecemos mucho, ella es con diferencia mucho más valiente que yo. Sí tenemos en común la búsqueda del conocimiento, en un intento deliberado por entender el fondo de las cosas; ella lo enfoca más hacia la medicina y la alquimia, y yo hacia la ciencia, la filosofía y la historia.

Tengo un marido que por sí mismo podría ser un personaje de novela. Su determinación también ayudó a que yo me volcase de lleno en escribir. Cuando quieres hacer algo, no necesitas que nadie te cosa las alas, debes ser tú mismo quien las instale y agite, pero es impagable tener a tu lado a una persona que te facilite ese espacio para despegar, soplando contigo al viento. Mi marido Aladino ha sido y es, sin duda alguna, un pilar fundamental para que yo me dedique a este oficio.

Mientras escribías, ¿qué ocurría a tu alrededor?

La vida, supongo. Entregué a mi editora El bosque de los cuatro vientos a comienzos de 2019, y prácticamente de inmediato me puse a trabajar en otra novela. Ese año procuré evitar acudir a eventos para poder centrarme en escribir, aunque tener un año tranquilo para mí se traduce en hacer las maletas muchas veces de todos modos, pero a otro ritmo.

Tal vez no sabéis la gran cantidad de información que he desechado y no incluido en la novela, para aligerar y no perder el ritmo del conjunto. Documentarse está bien, pero para encuadrar la acción y acertar con la ambientación, con el uso adecuado del lenguaje según la época... Pero no debía ofrecer un ensayo enciclopédico de todo lo que tenía, al revés, debía eliminar todo lo superfluo. Imagino que si alguien quiere saber sobre las guerras carlistas o los matrimonios secretos del siglo XIX no tiene más que comprarse un libro al respecto o bucear por internet. Mi intención era solo vestir una novela de toda la credibilidad posible.

Tengo algunas teorías y sospechas sobre esos cinco anillos que faltan. Tal vez algún día aparezcan, pero esto dependerá de muchos factores. Paciencia y tiempo, ¡quién sabe!

Escribí poemas siendo niña, muy pequeña, y algunos de escritura automática en la adolescencia, pero eran muy malos.

No lo sé, supongo que necesito siempre algo que despierte mi curiosidad, mi interés. No es el secreto en sí lo interesante, sino el motivo que ha llevado a alguien a gestionarlo como un secreto. Es como en los crímenes, que no me interesan para nada en sí mismos, y por ello mis escenas criminales suelen ser limpias; lo que me interesa es el por qué y el para qué de las cosas.

Yo solo quería hacer un libro de la Galicia de mi infancia, de la que yo conozco y admiro, y ofrecer ese soplo a los lectores. Documentar la leyenda de los nueve anillos fue una de las investigaciones más emocionantes que he realizado, no solo por todo lo que iba descubriendo, sino por que estaba sucediendo en ese ambiente mágico que yo quería recrear.

Al cambiar de registro y salir de la novela puramente de misterio hacia la histórica -aunque híbrida, con misterio y crimen de por medio- he mostrado otra de mis facetas como autora, que creo que es interesante para evitar el acomodo y encasillamiento.

Actualmente, tengo la fortuna de ser uno de los pocos autores y autoras españoles que pueden vivir de su oficio, pero es muy complicado quedarse dentro de este grupo, pues nunca sabes qué aceptación va a tener tu trabajo.

Gracias a las redes sociales la interacción con los lectores es constante, y en mi caso no tengo community manager, por lo que los lectores saben que soy yo quien siempre está al otro lado. Es bonito conocer impresiones e interactuar con los lectores. Entiendo que muchos quieren su libro firmado y ese cruce de miradas en el stand de firmas; es importante y necesario, pero cuando no se puede no hay que darle vueltas, pues yo creo que lo relevante es el libro, y no el autor. De hecho, cuando escribes un libro con honestidad, no importa el tema del que se trate, pues te estás mostrando por completo y el lector juega con ventaja: sabe qué te emociona, qué te interesa y cómo es tu mundo.

Solo con los lectores. Esa es la idea y el fin de firmar en las casetas. El autor que esté al lado, bienvenido sea siempre.

Es algo que me han pedido mucho, aunque la historia fue construida para terminar en su última página, sin más. Quién sabe, Jon Bécquer me puede dar mucho juego. Lo pensaré.

Que la usasen o no en mi novela es una cosa, pero en la vida real sí fue utilizada. En la actualidad había allí una cruz, que fue partida por un rayo.

Mis novelas suelen ser corales, con muchos personajes que tienen su propia relevancia. Nunca incluyo escenas, personajes ni diálogos de relleno, todo sucede por algo y en todo hay un mensaje o una pista. Los protagonistas indiscutibles de la novela tenían que ser Jon Bécquer y Marina Vallejo, aunque la relevancia de los demás resulte indiscutible. Cada cual debe permanecer en su lugar.

Sí, siempre tengo una idea de hacia donde voy, y mantengo la línea trazada por mis esquemas iniciales, aunque con frecuencia cambio cosas e incluso el personaje que va a ser el asesino. Al final, las piruetas de la trama se van sucediendo según escribes, y a veces solo cuando lo haces descubres la verdadera potencia de un personaje. En esta novela, por ejemplo, fray Modesto iba a ser un personaje más secundario, pero me interesó desarrollarlo un poco más para mostrar otra cara de los monjes, la gran variedad de pensamientos e ideas que podía haber dentro de una misma congregación.

No porque una novela sea buena tiene que estar hecha para todos los lectores. Que le guste a una persona o no puede depender de su estado de ánimo, de su momento vital y de sus gustos personales. Sin embargo, sí puedo decir que en este libro no hay trampas, ha sido escrito con honestidad y mucho respeto al lector, buscando que hiciese un viaje en el tiempo, que sintiese esa vocación hacia el misterio y la vieja Galicia. Algo que los lectores me están diciendo mucho con esta novela es que les "daba pena" terminarla. Es todo un halago.


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