La directora francesa Marie-Castille Mention-Schaar. Foto: ©Jérôme Plon
La película se inicia con una secuencia en la que cada uno se aferra a su propia lógica: una joven que ya no es alumna intenta recoger su certificado de haber superado la selectividad. La Jefa de estudios y el director del Liceo Léon Blum de Créteil le niegan la entrada al edificio debido a que lleva un fular. Lo que se hace interesante es que la escena no desvela su punto de vista…Ese altercado tuvo lugar realmente en el Léon Blum. Ilustra los límites del diálogo en torno a dos principios igualmente sólidos: la libertad de expresión y el principio de laicidad. A lo largo de toda su escolaridad, esta joven ha respetado la ley que exige que se quite el fular antes de entrar en el Liceo. Para mí, esa secuencia establece el debate acerca de que las leyes no son forzosamente las que protegen la escuela laica. Es necesario pensar otros esquemas. Cada cual que juzgue… Sin embargo, me asusta el lugar de la religión en los programas de escolarización de un niño dado un momento. A propósito, Madame Gueguen, el personaje de Ariane Ascaride, aparece con frecuencia en clase tratando un tema religioso: el infierno, el paraíso, el juicio final, Calvino...¿Cómo encontró a Ahmed Dramé, quien participa en el guión, actúa en el film, y que incluso está en el origen del proyecto? Me encanta la historia de este encuentro, pues tiene azar y obstinación. Ahmed estaba en el último curso del Liceo Léon Blum; fue al cine a ver mi primer largo, Ma première fois, estrenada en 2012. Más tarde, contactó conmigo por correo electrónico simplemente con la petición de que aceptara leer un esbozo de guión de 60 páginas que había escrito. En aquel guión había una historia en torno a un concurso de humanidades y el deseo de una profesora que aterriza en un liceo de hacer que sus alumnos mejoren mediante la propuesta de ese concurso. En nuestro primer encuentro, quise saber de dónde surgía aquella idea del concurso competitivo, y descubrí que la vida de Ahmed y la de todos sus alumnos de clase de segundo se habían visto transformadas tras participar y ganar el Concurso Nacional de la Resistencia y la Deportación. Ignoraba por completo tal concurso. Ahmed me contó esta aventura y pude sentir lo mucho que esta experiencia colectiva le había transformado. Tuve el inmediato deseo de hacer una película de esta historia.¿Se lo dijo? Por supuesto. Le dije que todo eso que me explicaba y que no estaba en su guión, o apenas apuntado, era a un tiempo conmovedor y muy impresionante. Me emocionó mucho el recorrido de aquel joven que parecía no sufrir ya el derrotismo ambiente y el inmovilismo tan propio de la adolescencia. Le pregunté qué era lo que esperaba de mí. Se sorprendió bastante. Y en el siguiente encuentro, citamos a Madame Anglés, la profesora principal d’Ahmed, cuyo número de teléfono hallé en las páginas amarillas. Se mostró muy sorprendida de que uno de sus alumnos se interesara a estas alturas por el año que pasaron juntos. Comenzamos a escribir el guión.
¿Y de qué modo abordaron el proyecto? Interrogué a Ahmed casi sobre todo, muy atenta a los detalles y a aquello que le parecía secundario. Reavivé su memoria. Y me gustó sumergirme en la vida de un joven francés musulmán, apasionado por el cine, motivado por el deseo de hacer algo con su vida. Pasé mucho tiempo con Ahmed, en su casa, en su barrio. ¡Y estuve sentada en los pupitres del liceo! ¿Tuvo necesidad de encontrarse con los auténticos personajes de la historia?No. Lo que era fundamental era la palabra de Ahmed y su mirada sobre algunos de los compañeros de esa clase. Sus recorridos, evolución, relación a través de Ahmed y Anne Anglès, su profesora. Y luego, me he basado grandemente en el documento que entregaron al final del concurso. Por Ahmed sabía de dónde habían partido. Y leí adónde habían llegado con ese trabajo. Me limité a construir sus inquisiciones, sus evoluciones.
¿Ofreció a Ahmed su propio papel?Difícil responder hoy a eso con claridad. Desde mi punto de vista, no, pues me reveo explicando a Ahmed la importancia de una cierta distancia y desajuste entre él y Malik, su personaje.Durante el rodaje, ¿se mantuvo muy ceñida al guión de partida? Sí, aunque hice improvisar mucho a los adolescentes. Rodamos con tres cámaras, por lo que nos encontramos con kilómetros de película, lo que devino un verdadero reto para el montaje de la película. Lo que descubrí en el rodaje, y sobre todo en el montaje, es que nunca hizo falta motivar a la clase. Es la esencia del film. En el momento en que hubo distanciamiento de ella, perdí el hilo, por ese motivo se ha eliminado la mayor parte de las escenas donde aparecen Madame Gueguen y los alumnos (a parte Malik y Mélanie) fuera del liceo. Ellas mismas se eliminaban. Había que centrarse en la evolución de los niños, en la inversión que representaban. Es más, cuanto más se avanza en la película, menos se oye a la profesora. Los niños se apropian de la Historia. Se adueñan de su historia.
¿Cómo logra Anne Gueguen, el personaje de la película, igual que Anne Anglès, la profesora, cautivar a los alumnos y hacerse escuchar, según usted, mientras que la sustituta cae en el abismo?Para entenderlo mejor, he asistido a clases de Anne Anglès en el Liceo Léon Blum, y me ha impresionado su autoridad condescendiente que invita a un respeto recíproco. Al inicio del curso, los alumnos están asustados si les ha tocado, pues tiene la reputación de ser «dura», pero paradójicamente se muestran siempre tristes cuando se va a final del curso. Logra llevarlos cada vez allá donde no se lo esperan. Asistí a otros cursos en liceos muy distintos los unos de los otros, para entender lo que es hoy en día una clase de segundo. La mayor parte del tiempo, el profesor habla en medio de un ligero guirigay de los alumnos que teclean a toda hora según las vibraciones de sus teléfonos móviles, guardados en los bolsillos o sobre las rodillas. De repente, se les ve inclinarse y comunicarse por texto. La voz del profesor no es más que un elemento entre otros, completamente desconectado, y su discurso no guarda vínculo con los alumnos.Puede, pero "La profesora de Historia" muestra lo contrario: adolescentes que descubren que una historia que les suena a arqueología, o a provocación ideológica, ¡les concierne sobremanera!Sí, es una película optimista, y tanto más cuanto que esta historia es real, y demuestra que es posible apasionar a los más reacios con tal de que lleguemos al corazón mediante procesos pedagógicos. Los alumnos comienzan a interesarse por el concurso, a estar activos. Con un momento clave: el encuentro con un testigo, Léon Zyguel, deportado cuando adolescente. Léon está acostumbrado a dar su testimonio en las aulas; es su razón de vivir desde hace 70 años. Este encuentro directo con la Historia encarnada siempre es, para todos los alumnos que preparan el concurso, un momento de inflexión. Y lo ha sido, igualmente, para los adolescentes de la película. La presencia de Léon Zyguel me era muy entrañable, pues visitó el Léon Blum el curso en que Ahmed preparó ese concurso. Pero Léon es un caballero muy solicitado y tuve que estar tras él repetidamente hasta que aceptó. Desconfiaba de la ficción. Evidentemente, rodamos una sola toma y fue la única escena de la jornada. Tan sólo di una instrucción a mis actores: por una vez, olvidad que se rueda una película. Vais a escuchar a Léon y a emprender un viaje por su memoria. Y Léon les habló exactamente como lo hace habitualmente en las verdaderas clases.
De entrada, la formidable Ariana Ascaride da vida a Madame Gueguen. ¿Cómo fue la elegida? Me la sugirió su agente dado que ella había leído el guión. En nuestro primer encuentro, me di cuenta de su gran compromiso por la defensa de ciertos valores. Su modo de hablar sobre el guión era muy distinto a la simple lectura de un actor. Quien me hablaba era la ciudadana comprometida, hija de un resistente, y fue muy emocionante. No obstante, quise “transformarla” un poco. Le pedí que se cortara el cabello... Ariane posee la misma energía, la misma vitalidad que Anne Anglès.¿Y la elección de Créteil?Una evidencia. No solamente porque la historia tuvo lugar allá abajo, sino porque Créteil es una ciudad muy cosmopolita, multiconfesional, que siempre ha alimentado sus diferencias. Se da el caso de que el Liceo Léon Blum también es extremadamente interesante de aspecto, tanto en su diseño como en su implantación. Así las cosas, ¿por qué ir a rodar a otra parte?
¿Qué sabía usted acerca de las clases de segundo que explique que haya reconstruido la atmósfera del aula de modo tan logrado?Mi propio segundo está ya muy lejos. Así pues, he asistido a muchos cursos de francés, matemáticas, geografía e historia... Siempre de segundo, aunque en ciudades distintas.
Fuentes:Entrevista extraída del pressbookPressbook e imágenes cortesía de ©A Contracorriente Filmshttp://www.image.net/ By ©Getty Imageshttp://www.acontracorrientefilms.com/pelicula/428/la-profesora-de-historia/http://www.filmaffinity.com/es/film819890.htmlFoto de Marie-Castille Mention-Schaar cortesía de ©Unifrance filmshttp://www.unifrance.org/film/36346/les-heritiershttp://www.unifrance.org/annuaires/personne/323000/marie-castille-mention-schaar