Revista Cultura y Ocio

«Entrevista a Marta Huelves por su novela ‘El tercer lago'»

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

«Me gusta mucho destruir tópicos, quitar etiquetas…»

«Entrevista a Marta Huelves por su novela ‘El tercer lago'»Entrevista realizada por Maudy Ventosa.

«Entrevista a Marta Huelves por su novela ‘El tercer lago'»

La escritora Marta Huelves acaba de publicar su última novela en MaevaNoir, EL TERCER LAGO, en la que repiten la pareja de policías que debutaba con éxito en La memoria del tejo: el inspector Salvador Badía y la agente Marina Roldán.

«Entrevista a Marta Huelves por su novela ‘El tercer lago'»

Marta Huelves con Maudy Ventosa

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Marta Huelves con Maudy Ventosa

Marta Huelves.- Primero se publicó La memoria del Tejo y funcionó bastante bien, tuvo mucha aceptación en Asturias, lo que nos sorprendió a todos porque allí no me conocía nadie.

Maudy.-No me extraña, describiendo así Asturias, ¡cómo va a salir! Habla mucho de sentimientos también, que es algo que me atrapa siempre, y me gusta la psicóloga que está en la comisaría. ¿Nadie es lo que parece? ¿Los muertos no siempre son los buenos?
M.H.- La novela arranca con un accidente de tráfico tremendo, necesario para explicar lo que viene después, y es verdad que nada es lo que parece. El primer asesinato, el de Emilio Noval, que se supone que es un empresario muy afamado y muy querido en el pueblo, no es lo que parece en un primer momento. Me gusta mucho destruir tópicos, quitar etiquetas. En varios de mis personajes lo utilizo; el inspector Bedia es otro ejemplo.

M.- Sus personajes están muy destruidos. Todos. Acarrean unos dramas increíbles…
M.H.– Aparte de policías, son humanos, son personas y todos tenemos un trauma de algo que nos pasó, unos más graves, otros menos, pero es algo que nos condiciona la vida y me interesa mucho la forma en que se sobrevive. Es un libro inspirado y basado en la supervivencia de los personajes. Cada uno lo hace a su manera, como puede o como le dejan, o como lo entienden. Te decía, me gusta desterrar tópicos, me gusta romper etiquetas… en este caso, el personaje del inspector es un hombre bulímico y en la etiqueta de bulimia siempre nos imaginamos a una chica adolescente, frágil… Hay un tipo de bulimia provocada por un trauma, como consecuencia de algo que tú no puedes superar y el cuerpo reacciona de esta manera. Puede ser una depresión, o puede ser cualquier otra cosa. Me interesaba mucho que un inspector de la policía nacional tuviera este problema porque es un poco romper estereotipos.

M. Se da también en mujeres de cincuenta que quieren estar estupendas… ¿Por qué transformar un personaje bueno en alguien cruel y corrupto?
M.H.- Realmente es por eso, porque en un principio tú crees que una persona con un poder adquisitivo suficiente, bien asentado, admitido por una comunidad, no puede tener una doble cara y sí…Tan cruel y tan horrorosa, sí… Realmente, no es lo que parece. Es un señor viudo, que se ha trasladado desde Francia con su hija, que viene con un trauma tremendo y está viviendo una situación dificilísima y, sin embargo,  sobre ella sospecha todo el mundo porque es una chica rebelde. Es una adolescente rebelde y un poco macarrilla y todos pensamos, ¡va a ser ella! y de repente te encuentras con que… ese es otro de los estereotipos, la adolescencia rebelde a la que todo el mundo señalamos como los malos, los que han perdido el camino y, realmente, estos chicos están sufriendo; otros son delincuentes, pero hay mucha gente sufriendo debido a esta adolescencia en la que no eres consciente de tu personalidad, no sabes cómo gestionar y reaccionas como puedes, unos se retraen y otros se envalentonan. Creo que es una respuesta al dolor que podemos sufrir todos.

M.- Personajes principales que arrastran grandes dramas, ¿eso les hace más humanos o presentarlos de esta manera los acerca más al lector?
M.H.- Las dos cosas, los acerca al lector porque tú te puedes ver reflejado, y también desmonto el estereotipo de superhombres; a la policía se les pide, casi se les exige que estén ahí al cien por cien y que no tengan secuelas. Yo, cuando estaba escribiendo, muchas veces me imagino los casos que investigan de pederastia; las imágenes que tienen que ver, los videos… tienen que ser tan horrorosos que han de estar bien preparados y, nadie sale indemne… Estos inspectores, se enfrentaban a un asesino; en el caso de Bedia fue una encerrona y por su decisión murió un compañero; él ya viene con esa traba. En el caso de Marina, pierde a compañeros muy cercanos a ella y por eso la trasladan desde Madrid; esa carga psicológica tan fuerte ella la gestiona con la huida a Gijón, allí encuentra lo que se encuentra. La tengo sufriendo mucho, creo que en la siguiente novela la voy a tener que compensar…

M.- Eso significa que sigue trabajando la pareja, ¿no?
M.H.- Si, yo estoy con la escaleta de la tercera; necesito tiempo para que salga algo que yo considere digno. Necesito por lo menos un año de investigación y documentación, y otro para escribirla.

M.- ¿Eres una persona muy exigente con tu trabajo?
M.H.- Escribir es una necesidad y sí, me lo tomo muy en serio, desde hace muchos años, sobre todo para documentarme. Lo que va en el libro, la historia, me la invento como licencia literaria, pero soy muy rigurosa a la hora de situar los emplazamientos y si te digo que esto pasó, es así. Si te voy a contar la historia de un edificio que me encanta, es tal cual.

M.- Me gusta cómo ha hecho la investigación; sus descripciones son magníficas, considero que es una novela muy sensorial, participan todos los sentidos. Es muy fácil enamorarse de Asturias cuando describe el paisaje, pero eso también lo traslada a los personajes, a la historia. ¿Qué es lo que más le cuesta investigar a la hora de preparar su novela?
M.H.- La documentación muchas veces; voy mucho a Asturias y tengo muchísima documentación de los sitios, de las cosas que me han llamado la atención; me encanta el arte, me gusta mucho la arquitectura, y me gusta mucho la historia, claro, soy historiadora y siempre estoy ahí curioseando y hay gente que te cuenta una historia; yo la compruebo, voy a las fuentes. Me encantan las leyendas y la mitología asturiana. Respecto a qué me cuesta más, primero sacar la historia de mi cabeza y plasmarla en un papel. Creo que es lo más difícil, por lo menos para mí.

M.- ¿Hace siempre un esquema?
M.H.- Tengo siempre un esquema, una escaleta bien documentada capítulo por capítulo porque yo sé el principio y el final, el voy, voy.

M.- O sea, cuando empiezas a escribir una novela ya sabes cómo va a terminar.
M.H.- Necesito saber cómo empieza y cómo termina, pero enmedio me dejo sorprender. Muchas veces vas incluyendo cosas a medida que vas colocando capítulos.

M.- Se lo va pidiendo la trama…
M.H.- Eso, necesito algún giro, te doy una sorpresa, te cuento o te saco un personaje… un poco así. Lo más difícil es trasladarla al papel… a veces, como historiadora, me enrollaría, pero claro, esto es una novela y ahí tengo que hacer el ejercicio de colocarme como lectora y decir ¡no te pases que esto es un rollo!, no voy a contar todo. Tengo que ser comedida en el sentido de que algo te aporte, te dé un poquito de curiosidad, que digas, ¡pues anda, este edificio que he pasado cuarenta veces por delante, no sabía que era esto! Medir es complicado…

M.- ¿Y la leyenda de la nena? ¿Se basa en historias que le han contado por allí?
M.H.- Es verídica, es una leyenda y como todas las leyendas tienen un trocito de verdad. Viene de la tradición oral, fíjate de lo que estamos hablando, no estaba ni siquiera escrita. En esta mitología asturiana, poco conocida, los personajes conocidos son las xanas, las bruxas, el cuélebre…Cuando empiezas a meterte de lleno, es de una riqueza a la par de la mitología vasca o gallega. Esta leyenda, como muchas otras, se iban contando de boca en boca, de generación en generación para describir, en este caso, un hecho que era un poco difícil de explicar: la formación de los Lagos de Covadonga. ¿Cómo se forman estos lagos? Para la gente que vive en los pueblos y que no tenían acceso a la educación, se les explicaba de esta manera: una tormenta tremenda en un momento determinado que forma los lagos; en esta tormenta, en esta tradición oral, era una niña, una pastora la que iba pidiendo asilo, esa noche de tormenta. En 1967 la escribe Constantino Cabal, uno de los grandes historiadores y documentistas, que ha recopilado estas leyendas; se titula La leyenda del Enol, y la otra La estrella del Enol; yo me he permitido una reinterpretación un poco actualizada para que esta leyenda, un tanto inquietante, recaiga sobre uno de los personajes. Está escrita en verso, en prosa…

M.- Incluye a la vez una moraleja. Solamente se salvan los que ayudan a la niña, los demás mueren…
M.H.- Exactamente. La leyenda era así, además, vuelvo otra vez a reincidir sobre lo mismo, esta niña está marcada porque es la hija de la bruxa, ¡es la hija!, o sea, recae lo que la sociedad tiene en contra de su madre, y ella no lo es, es una niña, un personaje inocente que me viene muy bien para volver a romper esa etiqueta. Ella no tenía culpa de nada y la gente le cierra las puertas por ser la hija de.

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M.- Introduce también un movimiento nuevo, como los preppers, activistas radicales. ¿Por qué esta nueva figura?
M.H– Surge un poco de la chispa que prendió la historia… un día en los lagos de Covadonga, yo subo muchas veces, pero ese día era un tanto especial. Era un día de Navidad, y la noche anterior había nevado mucho, hacía un frío endiablado y era un día de sol limpio, fantástico, pero con una nevada tremenda y el aire hacía complicado mantenerte de pie. La subida ya fue difícil, pero al llegar allí, la belleza era arrebatadora, y provocaba una inquietud tremenda. Yo decía, si me quedo aquí, sola ¿sería capaz de sobrevivir a esto? ¿Cómo me desenvuelvo si tengo que vivir en la montaña o en un pueblo de montaña? Entonces empecé a pensar en esta vulnerabilidad; empecé a buscar y me encontré con el movimiento de los preppers, grupos obsesionados con la supervivencia, hasta tal punto que se preparan para saber cómo conseguir agua, qué hacer, si hay una catástrofe terrorista, climática o un apagón, un tsunami, una pandemia…Nace en 1930, aunque en el crack del 29 ya empieza la cosa a levantarse, pero oscila a lo largo de los años y llega la Guerra Fría. Primero eran los gobiernos, pero como se prolongó durante 40 años, distintas asociaciones laicas y religiosas, paramilitares empezaron a reunirse cada uno por su lado, y otras creaban refugios y búnkeres. Esto lo he estudiado a lo largo de toda Europa. No solamente fue en Estados Unidos.

M.- Pero son muy obsesivos
M.H.- Absolutamente, unos están más enfocados hacia la vuelta a la tierra, como son los ecologistas, los naturalistas; vuelta a la tierra, a las antiguas costumbres de nuestros abuelos, de estos pueblos que te decía que sobreviven así; lo plasmo en el personaje de Nelu Prado, un guía de montaña. El contrapunto son los extremistas paramilitares, con el culto al cuerpo, a ver quién puede más, quién aguanta más sin agua, sin comer… es lo peligroso porque entran en juego las armas, otro tipo de cosas y son casi sectas. En la novela se ve esta dicotomía de unos y de otros, pero realmente es un movimiento interesantísimo. También hay preppers en España. En Asturias, en los pueblos de montaña, todo el mundo tiene una despensa con su pila de leña, sus estufas, despensa con latas por si acaso… ellos se quedan aislados muchas veces al año y no llega ni el del pan… esta gente sí está preparada; es esto llevado un poco al extremo.

M.- De alguna manera, también intenta concienciar del daño que hacemos al medio ambiente y generar un poco de miedo ante los cataclismos que anuncian algunos.
M.H.- Estamos ante una evidencia, ya no es un cambio, lo tenemos aquí, las consecuencias son imprevisibles, no sabemos cómo y esto es una opción. Si pasa algo me encantaría estar al lado de uno de ellos.

M.- ¿Cómo una autora madrileña se enamora de Asturias?
M.H.- Hace diecisiete años que voy para allá, y creo que en otra vida fui asturiana, porque si no, yo no me lo explico. Llegué allí, y lo que nos deslumbra a todos, la naturaleza, el paisaje…, pero una vez que estás,¡es tanta la riqueza cultural que hay, son tantas las posibilidades, es tan desconocida!, de momento piensas en turismo, en paisaje, en los picos, en los Lagos, Somiedo, pero es muchísimo más, en cada pueblecito hay una leyenda y un cuento, unos edificios impresionantes, la típica arquitectura asturiana; las típicas casonas asturianas son una maravilla, son preciosas y la gente, que en un principio es un poco precavida… en el momento que rascas aquello, es de una generosidad, de una amabilidad tremenda, y te contagian ese cariño, todo te lo quieren enseñar… y a mí, que me falta poco para que todo me apasione… Los sitios que yo te enseño de Cangas de Onís no son los que salen en las rutas oficiales, entonces, tienes que ir a esos sitios que son los que de verdad merecen la pena… Si vas a Gijón, tienes que conocer la Laboral, si vas a Oviedo, tienes que conocer el teatro Campoamor, pero… además, tienes que ir por esa callecita, esta iglesita en este pueblo que está allí… y Santa Olalla de Abamia, un lugar mágico; hay tres tejos con una iglesia donde dicen que estuvieron los restos de Pelayo antes de llevárselos a la cueva.

M.- Dice que las leyendas se convierten en historia…
M.H.– Hay un punto de verdad; estuvo en esa iglesia pequeñita que no llega ni a ermita hasta que se lo llevaron a la cueva; lo cuenta la leyenda, y realmente tiene un poso histórico. La historia de Favila, que está representada en el parador que parece un cómic en el que lo vas leyendo. Es verdad que existió el tal Favila, hijo de Pelayo.

M.- ¿Tendría el mismo sabor su obra si se desarrollara en Madrid?
M.H.- No. En los dos libros me permito una escapada a Madrid, porque Marina es madrileña y no quiero perder este lazo. ¡Madrid es Madrid! y ya está y no hay que decir nada. Si yo te digo que estás en Asturias, estás en Asturias. Tienes que oler Asturias, tienes que ver a través de mis ojos, te tiene que saber a Asturias. Si te digo que nos vamos a Madrid, nos vamos a Madrid

M.- Significa que el próximo libro también se desarrolla en Asturias…
M.H.– La tercera novela es un caso nuevo que vuelve a suceder en el Oriente de Asturias, en otra localización y siempre habrá un punto de lazo con Madrid. Este personaje de Marina, esta agente de la nacional, siempre va a tener un pie en Madrid.

M.- La psicóloga de la comisaría, hábleme de ella, por favor.
M.H.- Tengo quién me documente, por el lado, la policía, y tengo un psiquiatra. Tengo mucha suerte porque la gente es muy generosa. Prefiero llamar, preguntar y cerciorarme antes de poner algo que no sea lo que es. Cada policía tiene su rol, él es el inspector, Marina está aprendiendo, pero realmente es la que tiene la mente más lúcida; Lino es muy cuadradito, lo tiene que tener todo preparado, es el documentalista, pero no necesito un perfilador policial, necesitaba alguien que empatizara. Cuando te enfrentas a un crimen tan tremendo, necesitaba la perspectiva de alguien que les pueda dar pistas sobre cómo piensa ese asesino, qué ha podido pasar, por dónde pueden tirar; a estos policías siempre les dejo desorientados y voy dejando pistas, miguitas como Pulgarcito, les dejo como si fueran tontos los pobres, que no saben por dónde van, y de repente, esta psicóloga les dice: yo creo que este crimen es de esa manera… Ella es la que les va dirigiendo y puede que esté equivocada o no, pero por lo menos les da un abanico de opciones… no es casualidad, necesito estos cuatro puntos de anclaje para conseguir qué es lo que realmente hacen los equipos de la policía. Para resolver un crimen, necesitan, informáticos, alpinistas, expertos.

M.- ¿Cómo consigue que el lector no pueda dejar de leer una obra que no tiene un ritmo rápido? ¿La trama, los personajes, las descripciones históricas, las descripciones del lugar…?
M.H.- A mí, como lectora, no me gusta que me metan prisa; tampoco que me duerman. Mi primer recurso es la agilidad de los capítulos cortos, es como si fuera haciendo pausas. Eso me permite darte la vista de un personaje o de otro, me voy a un sitio, me voy a otro y te voy dando poquito a poco. Llevo yo el ritmo de lo que quiero que sepas y hasta dónde quiero que sepas, y cuando quiero correr corro, aunque sea en los mismos capítulos. Cuando no, voy más despacio.

M.- Juega de una manera tremenda con el lector
M.H.- Eso es lo que intento, no me interesan los asesinos, sino lo que provocan en las víctimas, punto número uno, no me interesa el asesino ni llevarte a matacaballo, ni tampoco darte una sorpresa ¡yo no me esperaba! Intento mantener el suspense para que llegues al final, porque siempre hay algo que no te voy a contar hasta el final, y no necesariamente es un giro. En este caso es una duda moral lo que yo te planteo al final: si actuarías o no, si lo harías o no, ese es mi planteamiento al final. Volvemos otra vez a lo que retomábamos al principio: romper estereotipos, si tú realmente dices, le dejo así o no le dejo así.

M.- Mónica, además del drama personal, arrastra la culpa del superviviente, un fenómeno que sobre todo se da en accidentes de tráfico, cuando solamente sobrevive uno… ¿por qué yo? ¿Por qué ellos?
M.H.- Por eso está al principio ese accidente tan tremendo; es la respuesta a cómo ella se comporta y qué es lo que está pasando y qué es lo que hay detrás.

M.- ¿Se basa en un caso real?
M.H.- Sí, los que voy contando son casos reales. El estar atrapada durante cuatro horas, sabiendo que tu madre y tu hermano han fallecido es complicado para cualquiera, pero mucho más para una adolescente. Es ¿cómo sobrevives a eso? Me interesa mucho más esto que el perfil del asesino. Me dan igual, y me interesa, una vez que infringe dolor, cómo la víctima sobrevive. Y creo que el mundo está lleno de supervivientes y eso nos debería congraciar con la raza humana. Somos gente que nos adaptamos a todo y que conseguimos sobrevivir

M.- Es una persona muy optimista…
M.H.- No necesariamente. Soy una persona que no me rindo y con eso creo que es bastante. Un poco cabezota. Estos libros son el fruto de ello. Escribo desde que era muy pequeñita, me han cerrado las puertas millones de editoriales, he publicado relatos históricos, tengo una novela histórica publicada solamente en digital… tenía claro que yo quería ser escritora. Si me lee la gente, para mi es ¡ya está!, yo ya he llegado, ya estoy, era lo que yo siempre he deseado y he peleado mucho, no me ha regalado nada nadie, entonces, el estar aquí, una y otra vez no, no, no, muchas veces no es ser valiente, es no rendirte y decir, ¡alguien creerá en mí una vez, alguien verá algo, alguien me dará una oportunidad! Y cuando ese día llegue, yo tengo que estar preparada; entonces es pico y pala, pico y pala. Creo que a nadie le regalan nada y el hecho de estar aquí y de que tú me hayas leído, de que unos poquitos lectores me hayan leído y les haya hecho pasar un rato ameno y los haya llevado a otro sitio, y les haya quitado de sus problemas, estoy feliz como una perdiz. No necesito nada más.

M.- Lo suyo es una carrera de fondo, porque la vida es una carrera de fondo. ¿Hay que reconciliarse con el pasado para poder enfrentarse al futuro?
M.H.- No necesariamente. Creo que eso de no mirar hacia atrás… creo que lo llevas tú contigo.


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