Hoy es un día muy importante para mí porque voy a publicar mi primera entrevista en el blog :D.
Es una ocasión muy especial, ya que he tenido la oportunidad de entrevistar a una señorita muy distinguida y de la que seguro habéis oído hablar: miss Edwina. Efectivamente, es la misma Edwina a la que van dirigidas todas las cartas que la protagonista de Confesiones de una heredera con demasiado tiempo libre (reseña) envía durante la temporada social.
No ha sido nada fácil preparar la entrevista, primero porque he tenido que viajar a Londres del siglo XIX, y segundo porque el corsé no me sienta demasiado bien, pero todo sea por conseguir una exclusiva de esta personalidad de la que el mundo literario no para de hablar. Además, he tenido que desempolvar mi inglés del siglo XIX para la ocasión, y el polvo de dos siglos es mucho polvo, os lo aseguro.
Y bien, me encuentro en un saloncito muy cuco con vistas al barrio de Chelsea, tomando un auténtico té inglés frente a una bandeja de 5 pisos llena de diversos pastelitos, y manteniendo una animada conversación con Edwina (todo a la vez, sí). Enseguida os cuento.
Antes de nada, muchas gracias por recibirme, es para mí un honor conocer a la famosa Miss Edwina. En primer lugar ¿cómo conoció a Miss Hawthornetone-Williamsmith?
Pues verá, ambas éramos compañeras en la escuela de señoritas donde aprendíamos cosas tan útiles como a saludar, bailar, y hacia qué lado van los sombreros. En clase de francés nos iban preguntando, una por una, el verbo
Ah, quiere decir que les preguntaban los verbos en francés, ¿no?
No, el verbo, el único que estudiábamos, e iban por orden de cómo estábamos sentadas, cuando llegaban a Miss Hawthornetone-Williamsmith tardaban tanto en decir su nombre, que nunca daba tiempo a preguntar a la siguiente, por eso decidí sentarme siempre a su lado. Y una cosa llevó a la otra, y terminamos siendo grandes amigas.
O sea, que se hicieron amigas cuando las examinaban de la conjunción de verbos, perdón, de “el verbo”.
¿Conjugación? No, solo decíamos el verbo, y ya está. Recibimos una educación muy esmerada, como ve.
En efecto, me hago una idea. Con materias tan abundantes, supongo que a su amiga le habrá resultado muy difícil transmitir todo ese conocimiento a su pobre de cabecera. ¿Es por esa dificultad que Ud. no tiene su propia pobre?
Humilde, querida, humilde. Lo cierto es que el tener una relación con una muchacha tan sencilla parece que le ha proporcionado a mi condiscípula horas de diversión, así que no descarto tomar bajo mi protección a otra muchacha de extracción humilde para poder explicarle cosas tan cruciales en la vida de una dama como saber a qué altura, exactamente, debe caer un chal. Que si eso no es fundamental, yo no sé qué lo será.
Desde luego, yo he estado un rato pensando en ello antes de venir.
Tantas ocupaciones apenas le dejan a su amiga tiempo para estar al día sobre la vida social de sus vecinos y, sobre todo, de sus vecinos solteros, ¿cree Ud. que su amiga debería centrarse más en tan distinguidos y deseables caballeros?
Bueno, creo que mi amiga no ha olvidado su sagrado deber de buscar marido, aunque no sé si no es poco cabecita loca y acabará por escoger a alguien poco adecuado, no sé… alguien como un… no quiero ni pensarlo, un hombre que tenga un empleo.
¡Dios nos libre de tan terrible destino para nuestra amiga!
Y dígame, de entre los pretendientes que ha conocido a través de las cartas, ¿cuál es su favorito?
Es evidente que ninguno de los jóvenes con los que se relaciona alcanza el refinamiento que puede llegar a tener un caballero londinense, pero quizá sean admisibles, aunque para decirle si le aconsejo alguno, lo realmente fundamental es saber ¿alguno tiene casa en Bath?
Coincido con Ud. en que esa es una cuestión fundamental que espero su amiga nos aclare con prontitud.
Cambiando de tema, habrá notado que Agnes, una de las “amigas” de su amiga mis Hawthornetone-Williamsmith, no para de hacer comparaciones de las fiestas del campo con las de Londres, y quiero aprovechar que Ud., miss Edwina es originaria de esta maravillosa ciudad, para preguntarse si realmente Agnes destacaba en dichas fiestas.
¿Esa tal… cómo es….Miss Agnes Mallowan? No creo haber oído citar ese nombre jamás en mi círculo social (gesto de disgusto).
Pero ¿quién soy yo para juzgar a esa señorita? ¡Sobre todo cuando ya dispone de una verdadera amiga como Mis Hawthornetone-Williamsmith para hacerlo!
Ya me parecía a mí que no era muy conocida por aquí…
También me gustaría saber, ya que estamos cotilleando, si Ud. tiene algún pretendiente preferido aquí en Londres.
Pues ahora que lo menciona, hay más de un caballero que me hace objeto de sus atenciones. Y si mi tío no anda cerca le diré, en confianza, que Freddy Ploverhead no me es del todo indiferente. A mi familia tampoco les es indiferente, en concreto, le detestan profundamente.
Desde luego, me alegro de que hayan notado la presencia de este caballero llamado “Cabeza de Chorlito”, si mis recién desempolvados conocimientos de su idioma no me juegan una mala pasada.
Para terminar, me encantaría pedirle a su cocinera la receta de estos pastelitos de limón tan deliciosos, si no tiene inconveniente.
¿Mi cocinera? Jamás la he visto, pero estoy segura de que su cocinera seguro que conoce la misma receta ¿No cree, querida?
Oh, sí, por supuesto, qué tonta estoy. En cuanto llegue a casa le pediré, digo le exigiré, que me prepare una bandeja de cinco pisos, por supuesto.
Ha sido un placer poder hablar con Ud.
El placer ha sido mío, querida.
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Si queréis conocer un poquito más sobre la autora, nuestra amiga Belén Barroso, pasad por el blog de Mónica para leer la entrevista que le ha hecho