Revista Libros
Entrevista a Robert Edwards: "En el futuro cualquier varón podrá engendrar, incluso sin espermatozoides"
Publicado el 29 junio 2012 por LilikEl 25 de julio de 1978, el nombre de Robert Edwards apareció en la primera página de los periódicos de los cinco continentes. Había nacido el primer bebé probeta del mundo, la niña inglesa Louise Brown, y él había sido, junto a su más estrecho colaborador, Patrick Steptoe, ya fallecido, el autor del milagro.
Con el primer llanto de Louise Brown, se iniciaba una auténtica revolución que ha modificado profundamente los medios de reproducción humana. La fecundación in vitro se extendió rápidamente, permitiendo que cientos de miles de parejas con problemas de infertilidad lograsen lo que el destino les había negado: un hijo.
En las salas del Domus, el centro interactivo sobre el ser humano que se inauguró el pasado mes de abril en La Coruña, Edwards, miembro del comité científico de esta institución, contemplaba los módulos relacionados con su especialidad. Sobre todo, aquel donde se muestran fotografías tomadas con un microscopio en el que se puede ver un embrión de un par de días.
A pesar de las miles de entrevistas que ha soportado desde que empezó a ser famoso, da la impresión de que este biólogo aún no ha aprendido a posar, aunque obedece sin rechistar al fotógrafo y aguanta al periodista que le pregunta lo mismo que ya ha tenido que responder miles de veces.
–¿Cree que Louise Brown se siente, por sus orígenes, diferente al resto de los jóvenes de su edad?
–En absoluto. La sigo viendo con cierta frecuencia y creo que ella se siente normal. Lo único que a veces le molesta, y más que a ella a sus padres, es el acoso al que se ven sometidos por parte de la prensa y de la gente. Llevan 17 años siendo noticia por un hecho que se ha convertido después en algo muy corriente.
–Con el nacimiento de Louise, usted y el doctor Steptoe revolucionaron la reproducción humana. ¿Habían previsto que la fertilización in vitro se convertiría en este boom?
–De alguna manera, sí. Los problemas de fertilidad afectan a cerca del 15 por 100 de las parejas y generan estados depresivos y problemas matrimoniales. Esto explica que estos métodos se hayan extendido rápidamente. En la actualidad, existen en el mundo unos 150.000 niños nacidos gracias a estas técnicas, y ya no hay prácticamente nadie que no pueda ser tratado de forma adecuada de infertilidad.
–¿Cuántos años estuvo dedicado a la fecundación in vitro hasta que consiguió llevarla a buen término?
–Trabajé en esto durante más de 20 años. Desde 1968, con el doctor Steptoe.
–Otros investigadores buscaban el mismo resultado hacía años. Incluso, un grupo australiano consiguió implantar un embrión en 1973, pero el embarazo no llegó a buen término. ¿Qué les permitió conseguirlo antes que nadie?
–El punto decisivo no fue la gestación de Louise, que supuso la culminación de un proceso, sino conseguir blastocitos (las primeras células resultantes de la fertilización) in vitro, lo que nosotros logramos en 1971. Pero para convertir este embrión en un bebé tuvimos que resolver muchos más problemas, como conseguir que el embrión se asentara bien en el útero. Había que establecer un control estricto de los medios de cultivo y lograr la perfecta comprensión de todos los procesos implicados en la gestación.
–¿Cómo se sentía durante el embarazo de Louise?
–Fue algo delicioso. Por primera vez, todo había sido realizado correctamente en un mismo intento: tuvimos un maravilloso embrión in vitro, que se convirtió en un maravilloso feto y pronto se convertiría en un maravilloso bebé.
–¿Qué le parece la expresión “niños probeta”, que se ha impuesto en todo el mundo?
–Es un término poco afortunado, pero la gente comprende su significado y ha perdido el sentido peyorativo. Detrás hay una ciencia que ha resuelto muchos problemas.
–La fertilización in vitro y las técnicas asociadas que han surgido después han generado numerosas disputas éticas...
–La sociedad siempre se ha enfrentado con problemas éticos en el campo de la reproducción. Éstos no han surgido con las nuevas técnicas. En los últimos 200 años ha habido cambios muy importantes –la esterilización, la contracepción, el aborto, la homosexualidad, etc.–, que se han enfrentado a los usos y costumbres anteriores y han forzado cambios sociales, legales y de conceptos éticos. También la reproducción asistida ha modificado las nociones y las leyes sobre la donación de gametos, los derechos del embrión, la investigación con embriones, la subrogación de la maternidad (madres de alquiler)... Hay que llegar a un acuerdo sobre su conveniencia y su utilidad.
–¿Cree que se están exagerando los problemas éticos?
–Me preocupa la gente que siempre dice ¡alto! cuando hay que decir ¡adelante!
–En 1986, Jacques Testart (el científico que realizó la primera fecundación artificial con éxito en Francia) renunció a seguir trabajando en este campo por consideraciones éticas y escribió un libro, El embrión transparente, en el que explicaba sus argumentos. ¿Qué opina de las razones que le llevaron a tomar esta decisión?
–Creo que Testart cometió un grave error personal y científico, porque con su reacción contribuyó a poner en entredicho una técnica que no plantea tantos problemas morales como a veces se dice. No entiendo ni acepto las razones que le llevaron a tomar esta postura.
–Entonces, ¿considera que no se debe limitar el uso de estas técnicas?
–Creo que hay que regularlas, pero estimo que las leyes que se han elaborado y que están vigentes en el Reino Unido y en España, que las conozco bien, son suficientes.
–Más allá de las posibilidades legales, el debate ha dado lugar a una nueva disciplina, la bioética. ¿Qué papel debe jugar en este campo?
–Para mí, la palabra ética siempre ha estado ligada a la ciencia. Los científicos tenemos la competencia y los conocimientos necesarios para poner los límites éticos a la investigación, aunque creo que también deben participar los gobernantes y el público en debates y discusiones que vayan aclarando los problemas. Lo que no creo es que deban existir grupos de presión como los que hay en algunas partes, que se dedican a suscitar controversias ocultando intereses dudosos.
–En su última encíclica, el Papa se ha mostrado contrario a la fecundación artificial. Cuénteme cómo le contestaría...
–Le diría que se preocupara por conocer a las familias que tienen el problema y por amar a los niños nacidos gracias a estas técnicas.
–¿Qué opina de algunos casos que han suscitado grandes escándalos, como la elección de sexo, el embarazo de mujeres mayores de 60 años o el empleo de madres de alquiler?
–Pienso que hay que dar a los seres humanos tanta libertad como sea posible, sin penalizar las posibilidades que la ciencia va abriendo. Sólo cuando la sociedad se vea seriamente amenazada podrán ponerse límites a estas posibilidades.
– La reproducción asistida se ha desarrollado desde 1978 a una enorme velocidad. ¿Por dónde cree que irán los avances que se produzcan en los próximos años?
–Se incrementarán los porcentajes de éxito de la fertilización in vitro; en el futuro, cualquier varón podrá engendrar, incluso sin espermatozoides, utilizando las células precursoras de éstos, y se progresará en el campo del diagnóstico y el tratamiento quirúrgico de los embriones antes de su implantación. Todo lo concerniente a la reproducción humana sufrirá un cambio sustancial durante el próximo siglo.
–En este momento, ¿cuál es el porcentaje de éxito que hay?
–Por cada embrión implantado, el porcentaje de éxito está entre el 15 y el 20 por 100. Pero un tratamiento completo, en el que se empleen tres embriones de reserva, tiene un 40 por 100 de posibilidades de lograr un embarazo.
–¿Qué investigaciones está desarrollando en la actualidad?
–Seguimos intentando conocer mejor los procesos de gestación y las enfermedades genéticas y las derivadas del desarrollo del embrión.
Ignacio F. Bayo
Esta entrevista fue publicada en septiembre de1995, en el número 172 de MUY Interesante