Revista Cultura y Ocio
Santiago Pajares nació en Madrid en el año 1979. Informático y escritor, escribió a los 23 años El paso de la hélice con bastante éxito. Dos años después escribiría La mitad de uno, un libro que habla de vidas y sueños, y finalmente en 2009, El lienzo en el que aborda el dilema de un pintor frente a una obra ya famosa. No conformándose con la literatura, sus cortometrajes han recibido una treintena de premios y su relato Hoy fue seleccionado por el Dalkey Archive Press en el Best European Fiction 2012.
Hoy, vamos a conocerlo un poco más.
- ¿Cuándo nace la semilla de El paso de la hélice?
- Un día, viendo una entrega de premios en televisión, me dije que aunque la escritura es una disciplina artística, no es realmente libre, ya que la figura del autor tiene que salir a a luz a recibir las críticas y los elogios. Me pregunté en qué medida eso podía coartar a la hora de escribir, y si habría alguna manera de evitarlo. Me dije que la única manera era escribir de forma totalmente anónima. ¿Se podría hacer? ¿Ocultárselo incluso a tu propia editorial? ¿Y qué ocurriría si el libro se convertía en un éxito? Así salió la figura de Thomas Maud, y sobre su historia armé El paso de la hélice.
-En el momento de su publicación, ¿sentiste que se quedaba en el tintero para el público, se te ocurrió pensar en segundas oportunidades?
- El libro fue publicado por primera vez en 2004 por la editorial Tabla Rasa, una editorial pequeñita de Madrid. En su momento vendimos 8000 ejemplares (lo que es muchísimo para una editorial pequeña), y conseguimos que la editorial Village Books lo publicara en Japón. Fui al festival de escritores noveles Budapest 2005 y leí cuentos en Serbia, además de ser seleccionado en el Best European Fiction 2012 de la universidad de Illinois. Creo que conseguimos bastantes cosas para la liga en la que nos movíamos.
- ¿Cómo es que de repente llegue una editorial como Destino y te reedite una novela? ¿Se vive igual que la primera vez, con más nervios...?
- En 2013 me fichó la agente Antonia Kerrigan (editora de grandes figuras como Carlos Ruiz-Zafón o María Dueñas), y me dijo que El paso de la hélice podría tener un gran interés para el público, que su historia no se podía detener aquí. Se la presentó a la editorial Destino que inmediatamente estuvo interesado en adquirirla, junto con mi siguiente novela La lluvia de Ionah. La verdad es que pasó tan rápido que apenas tuve tiempo de ponerme nervioso, pero la ilusión ante esta nueva segunda vida de El paso de la hélice es tremenda.
- Has escritor por el camino más historias, has evolucionado y madurado y supongo que la releíste antes de su reedición, ¿tuviste en algún momento la tentación de retocar alguna de sus partes?
- Cuando me reuní con mi editora en Destino a propósito de la nueva publicación me dijo: Tú eres mucho mejor escritor ahora, diez años después, de lo que eras cuando escribiste este libro. Piensa en la oportunidad que se te brinda ahora de hacer las cosas incluso mejor que antes. Así que me senté y cambié todo lo que no me convencía de la primera edición, con el resultado de casi cincuenta páginas nuevas. Había tenido mucho tiempo para pensar en ello.
- La historia, optimista, íntima a grandes ratos, explora la pareja indivisible escritor/obra. A la hora de hablar de un libro, ¿crees que es realmente indivisible?
- Todos los libros son escritos por alguien, y a veces el autor puede llegar a generar más misterio e interés que sus propios libros. Miremos a El guardián entre el centeno y su autor J. D. Salinger, que pasó oculto media vida a raíz del éxito del libro, creándose a lo largo de las décadas hipótesis sobre su paradero y razón para aislarse. En la novela tenemos La hélice de Thomas Maud, un autor del que tan sólo tenemos un par de pistas. Y por supuesto, esto crea una enorme expectación a su alrededor.
- Siempre me he fijado en las manos de quienes os dedicáis a escribir, y ahora llegas tú y pones seis dedos. ¿Por qué precisamente en las manos?
- Es una cuestión práctica, jajaja. En los pies serían más difíciles de localizar y nuestro protagonista, en vez de mirar, se vería obligado a arrancar los zapatos a todo el mundo.
- Un libro que cambia la vida de quien lo lee, ¿crees que realmente hay libros que cambian vidas? ¿Hay alguno que puedas decirme que te haya marcado a ti?
- Todos los que escribimos o leemos tenemos localizados dos o tres libros que nos han marcado nuestra vida y han supuesto un punto de inflexión a nivel personal, lo que luego se puede notar en la forma de escribir. En mi caso, por ejemplo, recuerdo cuando leí 1984 de George Orwell, y la profunda impresión que tuve. Nunca había leído nada así, y me di cuenta que los libros podían ser otras cosas bien distintas de lo que había leído hasta entonces.
- En el cine también tienes una trayectoria notable, dime ¿te sientes más cómodo en el cine o en la literatura? ¿se complementan?
- Es un juego similar pero con distintas reglas. Cuando escribes un guión, piensas en imágenes, mientras que cuando escribes un libro, piensas en sensaciones. Para mi lo ideal es saltar de uno a otro, así mantengo las herramientas afiladas.
- Tengo entendido que tienes algún proyecto entre manos, me gustaría que nos hablaras un poco de ellos.
- La editorial Destino ya tiene mi siguiente novela La lluvia de Ionah, así que eso me da bastante tiempo para dedicarme a otras cosas. Ahora mismo termino una novela corta, y en cuanto la termine me pondré con otra más larga que ya tenía planificada. Al mismo tiempo sigo rodando cortometrajes. Por cierto, podéis ver muchos de mis relatos y cortos en mi página web, www.santiagopajares.com , donde voy subiendo siempre nuevo material según lo voy terminando.
- Finalmente, no puedo dejar de hacerte una pregunta que es ya un clásico aquí. ¿Qué estás leyendo?
- Pues hoy mismo he terminado la novela El don de la lluvia de Tan Twan Eng y comenzaré Cenital de Emilio Bueso.
Quería dar las gracias a Santiago, un hombre encantador que rápidamente se prestó para aparecer en el blog y, como no, también a todos los que os pasáis cada día por aquí.
Bibliografía:
- El paso de la hélice. Reseña
- El lienzo
- La mitad de uno