Revista España
Nacido en Almadén (Ciudad Real) en 1954, José Luis de la Granja se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Deusto, si bien completó su formación en Pau (Francia).
Profesor universitario desde 1978, en la actualidad ejerce como catedrático de historia contemporánea en la Universidad del País Vasco (UPV) y como tutor también de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Especializado en el estudio de la Segunda República y la Guerra Civil en Euskadi, desde hace tres décadas forma parte de Eusko Ikaskuntza, la Sociedad de Estudios Vascos.
“Indalecio Prieto fue, junto con el lehendakari José Antonio Aguirre, el político vasco más importante del siglo XX”, asegura el catedrático de Historia Contemporánea de la UPV José Luis de la Granja, que mañana inaugurará unas jornadas dedicadas a la figura del dirigente socialista (1883-1962). La cita se prolonga hasta el jueves en el paraninfo de la universidad pública, en Bilbao.
Pregunta. Suena un tanto pretenciosa su afirmación.
Respuesta. En el País Vasco del siglo XX hubo tres grandes corrientes políticas: el nacionalismo, las izquierdas republicano-socialistas y las derechas. Entre estas últimas no hubo ningún líder carismático del siglo XX, pero Aguirre y Prieto fueron, respectivamente, los exponentes de las otras dos.
P. ¿Por qué?
R. Porque fueron carismáticos no solo dentro de su movimiento, sino que tuvieron también proyección a nivel nacional e incluso exterior. Y por los propios cargos políticos que ostentaron. En el caso de Prieto, fue teniente alcalde de Bilbao, diputado en Madrid por la capital vizcaína y ministro en dos etapas distintas. De Hacienda y Obras Públicas durante la Segunda República, y de Marina y Defensa Nacional en la Guerra Civil. Incluso estuvo a punto de ser presidente del Gobierno español en 1936, pero perdió la disputa con el otro gran líder socialista de la época, sindical en su caso, Francisco Largo Caballero.
P. Pero a Prieto siempre se le ha reconocido más por su contribución a la política nacional que a la vasca.
R. Lógico, si se tiene en cuenta que ha sido uno de los tres o cuatro grandes líderes históricos del socialismo español, quizá junto a Pablo Iglesias y Felipe González. Y tampoco se puede olvidar su contribución a la llegada de la Segunda República. Una contribución que inició en Euskadi, al abogar, desde un primer momento, por la unión de republicanos y socialistas como la única forma de hacer ganar a la izquierda en Bilbao. Fue un adelantado que concebía la democracia como un fin en sí mismo y en esos momentos, en el primer tercio del siglo XX, la democracia se identificaba para él con la República.
P. Fue un precursor también del entendimiento entre los socialistas vascos y el PNV.
R. Sí, pero a partir de 1934, no antes. La paradoja es que Prieto y Aguirre llegan a 1931 casi como enemigos acérrimos, porque el PNV no solo no había contribuido a la Segunda República, sino que incluso se alió con sus mayores enemigos: los carlistas. Desde ese momento se produjo una lenta evolución de los nacionalistas, aunque su clericalismo aún era motivo de distancia. El verdadero viraje se produjo cuando en Madrid pasó a gobernar el centro-derecha.
P. El Estatuto, sin embargo, no llegó hasta 1936.
R. Desde 1934, el PNV ya estaba completamente enfrentado a las derechas y en la primavera de 1936 estrechó su acercamiento a los socialistas, aunque por entonces se trataba solo de una entente cordial y no de una alianza. El mínimo común denominador entre Prieto y Aguirre era sacar adelante el Estatuto de Autonomía. En solo dos meses de contactos, de abril a junio, el texto se aprobó y derivó en un total acuerdo entre ambas partes que, entre otras cosas, explicó que Aguirre resultara elegido lehendakari con los votos de las izquierdas.
P. ¿Se mantuvo esa relación en el exilio?
R. Sí, aunque con altibajos. Prieto y Aguirre acabaron siendo amigos pese a su distinta personalidad política.
P. ¿Eran muy diferentes aquellos políticos de los actuales?
R. Aunque tanto o más enfrentados que los de ahora, su capacidad de entendimiento marcaba la diferencia. Ambos fueron conscientes de que Euskadi solo se podía construir en base a su entendimiento y por eso sacrificaron aspectos partidistas en favor de la consolidación vasca como una realidad jurídico-política, a nivel institucional. PSOE y PNV, Prieto y Aguirre, fueron los padres fundadores de esa Euskadi autónoma, precedente de la actual.
P. ¿Tenían mayor convicción también en sus ideales políticos que los dirigentes actuales?
R. Mayor convicción no sé, pero mejor oratoria sí. Los dos fueron grandes oradores y publicaron importantes artículos periodísticos que fueron decisivos en la consecución de sus logros.
P. ¿Cómo era Prieto en su faceta personal?
R. Distinto de Aguirre. Tuvo un origen humilde y fue autodidacta. Apenas había leído a Marx y no fue doctrinario, sino democrático y liberal. También afable, muy campechano y extrovertido, con sus prontos. Y estuvo muy vinculado a Bilbao desde que llegó con 8 años. Se marchó en la Guerra Civil y ya no pudo volver, pero siempre tuvo a la ciudad en su recuerdo. Llegó a decir en el exilio que todas las noches soñaba con Bilbao.
P. ¿Quién sería el Indalecio Prieto de la actualidad?
R. Nadie puede representar a día de hoy lo que ha significado Prieto a nivel histórico. El líder más importante del socialismo vasco tras Prieto ha sido quizá Ramón Rubial, que incluso le conoció, aunque de muy joven. Rubial ha sido el enlace entre los líderes del exilio y los que les dieron el relevo, como Txiki Benegas. Políticos importantes, de todos modos, ha habido muchos, pero con una talla de estadistas y proyección internacional como las de Prieto y Aguirre yo no encuentro otros.
P. ¿En qué ha cambiado el socialismo desde su fallecimiento, ahora que se celebra el cincuentenario?
R. Yo destacaría que mantiene como punto común el autonomismo. En la Transición, el socialismo vasco defendió siempre la autonomía de Euskadi con un papel decisivo, aunque menor que el del nacionalismo. Fue la continuación de 40 años de entendimiento entre socialistas y nacionalistas en el exilio. Una alianza histórica entre las dos principales culturas políticas vascas del siglo XX que se repitió durante una década en Ajuria Enea, hasta que el Pacto de Estella marcó una línea distinta.
P. ¿Cómo reaccionaría Prieto si despertase en el presente?
R. Estaría sorprendido del cambio operado por Bilbao y de todos los poderes que tiene la Comunidad Autónoma Vasca tras el Estatuto de Gernika, ya que el de 36 fue un Estatuto de mínimos. Frente a una autonomía tan efímera como aquella, ahora llevamos más de tres décadas.
Fuente: elpais.com