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Entrevista al maestro zen Nijishima

Publicado el 06 junio 2013 por Lilik
Entrevista al maestro zen Nijishima
Por Luís Díaz
Uno de los más renombrados expertos del budismo Zen japonés, el maestro Nishijima, habla sobre la meditación, la vida y la muerte.
El monje Zen
Para un periodista, quizás uno de los personajes más difíciles de entrevistar, más que cualquier político experto en retórica, más que cualquier científico loco, es un monje Zen. Esto, porque sus respuestas provienen de otra lógica, de una forma diametralmente distinta de ver la vida.
Así, algunos monjes Zen, en vez de responder cogen una flor y la hacen girar y lo miran a uno con una cara de “¿entendiste?”. Otros, levantan un bastón y le dan un golpe en la espalda a uno para luego hacer sonar la campana, lo que indica que la entrevista terminó. Por esto mismo, al preguntarle al maestro Nishijima por el significado de la felicidad la respuesta no dejó de sorprender. Según él, la felicidad es nada menos que “el equilibrio entre el sistema nervioso simpático y el parasimpático”.
El maestro Nishijima o Sensei, como le llaman sus alumnos, es todo un personaje. Tiene 80 años, se levanta todos los días a las cuatro de la mañana, dirige un dojo donde personas de todo el mundo lo visitan para estudiar Budismo Zen. Trabaja, además, como consultor económico en una exitosa empresa de cosméticos, traduce libros del japonés y sánscrito al inglés y no se cansa de repetirle a sus estudiantes que lo único propio de los seres humanos es la acción.
En las afueras de Tokyo, en el distrito de Chiba, Nishijima dirige el dojo o lugar de conocimiento, y al terminar la primera meditación a las siete de la mañana conversa con nosotros durante el desayuno, sobre la meditación, la vida y la muerte.
Cuatro pilares del Zen
-Para muchos occidentales, esto de sentarse con las piernas cruzadas, en silencio y durante horas resulta difícil de entender. ¿Cómo explicaría Ud. el propósito de esta práctica?
-A pesar de que existen diversos linajes del budismo, todos comparten algunos puntos esenciales. En el budismo, recordamos la unión que existe entre cuerpo y mente. Al darnos cuenta de este hecho tan elemental, pero olvidado, en forma natural volvemos nuestras vidas hacia el camino intermedio.
Una vez en el camino intermedio percibimos que el pasado y el futuro existen sólo en nuestras neuronas y que lo único que nos pertenece es el aquí y el ahora. Cuando nuestras vidas han sido tocadas por el aquí y el ahora logramos entender con nuestro cuerpo-mente que la esencia primordial de la realidad es la acción.
-¿Podría explicar un poco más cada punto?
-Una persona que piensa mucho es tensa y tiende a ser idealista. Por el contrario, una que se centra en sus sensaciones corporales suele ser más relajada y hedonista. Al unificar nuestro cuerpo y mente nos equilibramos; ni muy tensos ni muy relajados. Al estar en armonía podemos aprehender la brisa del momento presente. Pero éste es efímero, instantáneo. No podemos ni pensar sobre él ni sentirlo.
¿Qué hacemos entonces? Actuamos. Nuestras vidas, por lo tanto, son una serie de acciones y en el budismo Zen reconocemos las acciones puras, donde mente y cuerpo han recobrado su unión.
-¿Cómo se relaciona todo esto con la meditación sentados?
-Al hacer Zazen estos cuatro puntos que te indiqué se encarnan en uno. Después de algunos momentos de estar sentados con la columna erguida, ojos abiertos y respiración natural, nos damos cuenta que, al no prestarle atención a los pensamientos y sensaciones del cuerpo, mente y cuerpo son una misma cosa, nunca han estado separados.
Dicho de otra forma, en el cuerpo, el sistema nervioso autónomo se divide en el simpático y el parasimpático. En forma muy resumida, uno nos mueve a la actividad y el otro a la pasividad. En Zazen logramos el equilibrio entre ambos, lo que nos permite volver a nuestro estado original de armonía.
“Tu y yo vamos a morir”
Después de que termina la última meditación, a las nueve de la noche, antes de ir a dormir, Nishijima la define como un golpe o un choque. Citando a Dogen, quien fue el padre del budismo Zen japonés en el siglo XIII, Nishijima dice que una persona que siente la necesidad y urgencia por seguir el camino de la meditación ha sido golpeada o chocada por la realidad.
Para ello, pone como ejemplo a los extranjeros y japoneses que han llegado a su dojo por décadas. Muchos de ellos son gente común y corriente. Otros, según explica, han sido deportistas y escaladores que en algún momento de sus vidas han hecho algo extraordinario y luego pasan sus vidas tratando de explicárselo.
También hay personas que han debido enfrentar una situación límite y que han actuado en forma pura, se han olvidado de sí mismos por un instante y han logrado también algo extraordinario, que en la vida diaria jamás podrían siquiera soñar en conseguir.
Todas estas personas, dice Nishijima, “llegan al budismo Zen porque se dan cuenta que lo que experimentaron fue un momento de acción pura, donde el cuerpo y la mente estaban unidos en el aquí y ahora, al igual que en Zazen”.
-Pero en la vida existe un sinnúmero de acciones, como las malas también ¿no es verdad? -Sí, es cierto. Sin embargo, una persona que está equilibrada, en forma natural hace el bien. Para esa persona hacer el mal es imposible. -En todos estos años de experiencia, ¿son muchas las personas que han experimentado este golpe con la realidad? - No. El hecho que ocurra es una bendición. La mayoría de las personas, no sólo aquí en Japón, sino que también creo en tu país, vive como si estuvieran anestesiadas. La vida les pasa por encima y no se enteran de ello. Todos vamos a morir, pero son contados los que sienten la urgencia por vivir.

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