Revista Opinión

Entrevista con el fantasma (Capítulo I)

Publicado el 18 febrero 2012 por Rigobert

Queridos amantes sarnosos... quiero compartir con todos vosotros un relato que iré escribiendo poco a poco en plan serial radiofónico, sobre unas experiencias vividas en compañía de un fantasma.Valga este primer capítulo como toma de contacto, y como punto de partida de la  peor de las experiencias vividas. Quiero enviar mi agradecimiento a los amigos que un día compartieron esta vivencia, con más suerte que yo.
Entrevista con el fantasma (Capítulo I)CAPITULO IMi nombre es Karl, y voy a hablaros de algo que me pasó hace tiempo. Algunos creerán que es mentira o que estoy loco, pero yo se que es verdad… mi verdad, y quiero dejar testimonio escrito de ello. Hace unos años, tuve la posibilidad de encontrarme con un fantasma. Así, con mayúsculas. La experiencia fue espeluznante y ahora quiero compartirla con todo aquel que pueda leer estos escritos. Las coincidencias personales que puedan aparecer en esta serie de escritos, no son más que fruto de la casualidad, ya que los nombres han sido modificados para  preservar la integridad de los involucrados en esta historia de horror, suspense y fantasmadas... sobre todo fantasmadas.Madrid, hace unos años:
Era una noche cálida, y sonaba una canción de los beach boys. Yo estaba tras la barra de un pub donde se preparaba cocktelería americana. Un negocio sin demasiados lujos, pero con grandes expectativas. Era un sitio divertido, y yo disfrutaba poniendo cocktails y música. aquella noche había canapés y sandwiches repartidos por el local, y a lo largo de los dos lados de la barra, se sentaban varias personas a esperar su turno mientras yo terminaba de decorar un par de Lollipops con su piña y su cereza, cuando como un golpe seco, noté una mirada… fría, ansiosa, desesperada. Los pelos de mis brazos; por aquel entonces fornidos, se erizaron como si me hubiera azotado una ráfaga de viento helado. Busqué con la mirada en todas direcciones, y no era capaz de adivinar de donde procedía semejante sensación heladora. Era como si algo me llamase, y llegó a hacerme sentir incómodo. Allí había poca gente, pero nadie parecía fijarse en mi presencia más de lo habitual en un barman, y menos de manera tan intensa como yo lo percibía. La sensación duró toda la noche, era algo intermitente y ya no sabía adivinar si era culpa de los mai tais, o era a causa de  mezclarlos con aquella última bomba llamada Long Island Ice Tea.Por descontado, no me atreví a preguntar a ninguno de mis amigos y clientes por semejante sensación; no se si por miedo a recibir una respuesta afirmativa, o por miedo a que me tomasen por loco, y dejé correr la incómoda situación.Así entre cocktails y temores, por fin llegó la hora de la retirada sin más novedad… ¡Hasta el fin de semana siguiente!Sábado noche una semana después:El mismo lugar, música parecida, y de momento poca agitación en el local. Los pocos parroquianos habituales iban y venían con bebidas, y pequeños grupos mantenían charlas en voz baja mientras una bola de espejos sin sitio en la decoración del local, esparcía demasiados destellos por la sala. Pronto llegó un amigo y salimos fuera a fumar un cigarro y a tomar el aire, si es que estas dos actividades son compatibles. No era época de prohibición, pero por suerte el local tenía una entrada bastante agradable y con jardines, así que mientras echábamos humo, comenzamos a charlar tranquilamente de la semana y de nuestras cosas…Un rato después el local comenzaba a llenarse, la gente se acercaba a la barra a pedir sus copas y yo raudo les servía mis bebedizos decorados, al igual que a los camareros que servían  las mesas de la gran terraza.Todo iba bien esa noche, mis amigos seguían llegando pausadamente y yo mientras servía cocktails. Charlaba y bromeaba con ellos como siempre, hasta que volví a sentir aquel golpe helador de hace una semana. Con la velocidad de la sorpresa, mi sonrisa se convirtió en un gesto desprovisto de alegría que no pasó desapercibido a varios de mis amigos.Ante mi cambio de humor, me preguntaron si había ocurrido algo. Yo respondí que no, que todo iba bien… pero era mentira. aquella presencia, volvía a importunarme. Como impulsado por un resorte, comencé a organizar la fruta, y la decoración de las bebidas… recoloqué las pajitas de colores media docena de veces y jugaba nervioso con los recipientes de zumos. La sensación se iba haciendo más angustiosa, y yo me mostraba un tanto uraño con mis amigos, ya no participaba de la charla, y por el contrario, deambulaba por el interior de la barra dando ligeros golpecitos con los pies al grueso suelo de goma que había para que no se rompieran las botellas. Fue entonces cuando hasta mi llegó su voz queda, despreocupada, casi inocente… de alguna manera, el había descubierto mi zozobra y cuales eran algunas de mis inquietudes y mis gustos, porque de repente comenzó una conversación sobre un tema poco convencional y que personalmente me apasiona, y del que si me permitís, no daré más datos. La intención del Ente, no era otra que calmarme y hacerme perder el temor. Armándome de valor me giré en la dirección de aquellos cantos de sirena, y allí estaba el… materializado ante mis ojos y en compañía de uno de los vivos, pero con más aspecto de muerto que el propio fantasma.

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