Foto de Marieta publicada en La Voz de Avilés
Acabo de llegar de Avilés después de participar en el FICARQ, del que ya hablé en otra entrada de este blog, allí además de tener la suerte de conocer a muchos arquitectos y cineastas muy interesantes, me he reencontrado con Jesús Palacios y David Rivera.El mismo día que llegué para dar una conferencia, titulada «Ficción urbana - Ciudad ficticia», Borja Pino me hizo una entrevista para La Voz de Avilés que a pesar de estar aquí en la red, la reproduzco a continuación porque quizás le interese a alguien: «Para Jorge Gorostiza (Santa Cruz de Tenerife, 1956) hablar de arquitectura y de cine es mencionar dos de sus mayores pasiones vitales. Pasiones que, con el correr de los años, ha logrado aunar en una misma evolución profesional. Y es que este arquitecto público tinerfeño, cinéfilo desde su más tierna infancia, ha logrado fusionar el cine y la arquitectura y convertir ese tándem en objeto de análisis académico, amén de un referente a nivel internacional. Los resultados de sus investigaciones los expuso ayer, en la sala de cine del Centro Niemeyer, durante su ponencia «Ficción urbana. Ciudad ficticia», como parte del Festival Internacional de Cine y Arquitectura de Avilés (FICARQ). - Usted es un arquitecto que ha logrado dar un enfoque cinematográfico. No es una combinación muy usual... - A decir verdad, no soy el primero en abordar esta materia. Ya ha habido antes de mí grandes investigadores que se han interesado por el cine, como Juan Antonio Ramírez, todo un pionero mundial. Lo único que yo he hecho ha sido ampliar los estudios existentes. Los he analizado desde un enfoque diferente. - ¿En qué momento surgió su pasión por el cine? - Fue gracias a mi padre, que es como tienen que nacer las verdaderas pasiones. Él me llevaba al cine a ver películas del oeste y de romanos. Era nuestra ventana al mundo en aquella España gris y monótona. Se convirtió en algo importantísimo para todos nosotros. - ¿De dónde surgió su idea de fusionar algo tan racional como es la arquitectura con el cine? -Bueno... Si nos paramos a pensarlo detenidamente, el cine no deja de ser un reflejo de nuestra sociedad en cada momento. Y eso es así a todos los niveles, incluso arquitectónicamente. - Hay quien discutiría eso al hablar del cine de ficción. - Pensemos en Blade Runner o en Babylon A. D., por ejemplo. Son ciudades del mañana, es cierto: coches voladores, edificios imposibles... Sin embargo, las pantallas de neón gigantes que aparecen en Blade Runner ya vaticinaban las que hay hoy en Times Square o en Picadilly Circus. Los problemas y las miserias de esa futurista ciudad de Los Ángeles son una dramatización de los verdaderos males de nuestro entorno urbano. -¿Podría interpretarse como una negación de la ficción pura? -Lo que el cine hace es anticiparse a lo que será el mañana. Y no se puede negar que nuestra evolución también bebe de ese cine. Grupo Salvaje, aunque sea un 'western', habla de la guerra de Vietnam. La propia Blade Runner es una denuncia de los problemas de los Estados Unidos de los 80. Ficción y realidad son dos conceptos indisolubles, aunque parezca una contradicción, la una no es posible sin la otra.
- ¿Una ciudad puede llegar a convertirse en un icono tan importante como una estrella de cine? - Desde luego. Las ciudades son tanto escenarios como fuentes de inspiración. Sin ir más lejos, Nueva York vista desde el barco en el que arribó a la ciudad sirvió al genio Fritz Lang de referencia para la ciudad de su Metrópolis. Y Ridley Scott reconoció que lo que le inspiró para su Los Ángeles futurista fue la visión de los neones de la Nueva York auténtica, cuando aterrizó con un helicóptero en lo alto el edificio de la Pan-Am. - Ya que ha mencionado varias veces Blade Runner, es una cinta que predice un mañana poco esperanzador... - Como toda ficción, no deja de ser una dramatización de una realidad. Personalmente, no creo que nunca lleguemos a esos extremos en los que el desarrollo urbanístico asole por completo la Tierra. Más que nada, porque nuestro planeta no lo resistiría, se colapsaría antes. - ¿Lo cree realmente posible? - Sinceramente... No. A medida que me voy haciendo mayor crece mi optimismo y mi esperanza en la gente, y no creo que los jóvenes permitan que lleguemos a ese punto de no retorno. La visión apocalíptica que dan tantas películas no me parece viable. Durante cincuenta años hubo un riesgo de autodestrucción nuclear entre Oriente y Occidente, pero encontramos una solución. Con esto pasará lo mismo. Los jóvenes serán la clave de ello. - Aunque suponga pasar a un plano más frívolo... ¿Qué opinión le merece Avilés como ciudad? - Pues acabo de llegar y no había estado antes y el centro histórico me parece realmente precioso; está muy cuidado, y me ha gustado muchísimo. En cuanto al Centro Niemeyer debo decir que me ha impresionado. Es algo muy propio de Oscar Niemeyer: una escultura sobredimensionada, desproporcionada a escala humana, pero muy interesante y funcional. Me parece un edificio al que se le puede sacar mucho rendimiento, y que dará un muy buen servicio no sólo a Avilés y a Asturias, sino a España en general, si se utiliza adecuadamente. - ¿De modo que considera el Niemeyer una inversión rentable? - Desde luego. Estas obras faraónicas hay que hacerlas, y aprovechar los momentos en que haya dinero para ello. El Guggenheim, a pesar de todas las críticas, cambió Bilbao para bien. El problema, a mi juicio, fue el "efecto Guggenheim": ciudades pequeñas se lanzaron a invertir en complejos similares a los que, en esos lugares, apenas se les puede dar uso. Construir, sí... Pero con cabeza. - Y, como pregunta obligada, si tuviese que escoger una ciudad cinematográfica para vivir, ¿en cuál se establecería? - Es mu difícil de contestar, pero quizás en Pleasantville, una ciudad provinciana... Pero estoy seguro de que tiene que ser un lugar muy agradable y animado».