Han pasado unos días del regreso del Papa de la JMJ 2013. En el regreso a Roma mantuvo una rueda de prensa de lo más informal con los periodistas que le habían acompañado. A alguno le faltó tiempo para decir que, por fin, el Papa mantenía unas posiciones sobre la homosexualidad mucho más abiertas que su predecesor, Benedicto XVI. El Papa dejó claro que él no juzga a los hombres.
"Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me encontrado con ninguno que me dé el carnet de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? El Catecismo de la Iglesia católica explica de forma muy bella esto. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby. De esta tendencia o lobby de los avaros, de los políticos, de los masones… Tantos lobbys. Este el problema más grande. Le agradezco tanto que me haya hecho esta pregunta. Gracias a todos". Esto fue lo que dijo el Papa.
Y esto es lo que dice el punto 2358 del Catecismo de la Iglesia Católica: "Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición".
Ahora que cada uno se forme su opinión.