Revista Cine
Octubre de 1965. Ya hace dos años que sobrevivo trabajando como articulista mientras persigo el cada vez más inviable sueño de vender mi guión a algún estudio de Hollywood. Preparando la maleta, recuerdo las palabras de mi editor:
- Te he conseguido una gran entrevista.- ¿Por fin podré hablar con su contacto en la Fox? - le pregunté ilusionado.- No hijo, eso ya llegará. Te vas a Tucson mañana. ¡Vas a entrevistar a Howard Hawks!- Ese hombre está casi retirado... Usted me prometió que podría hablar con alguien de Fox para hablar de mi guión...- Jóvenes irrespetuosos... ¡Te sirvo en bandeja a uno de los mejores directores de la industria y tú lloriqueas por un ridículo guión!- Ni siquiera lo ha leído. Creo que nunca ha tenido intención de conseguirme esa entrevista. ¿Y ahora qué? Le habrán fallado sus otras opciones y me envía a mí... Parece usted desesperado.- ¡¡Está bien!! Te doblo la prima habitual. Es muy importante que tengamos esa entrevista y me ha costado conseguirla.- Sí claro, es usted un hombre de influencias... Ya lo ha demostrado.- Si esta entrevista no nos pudiera garantizar vender más números de la revista, te despediría ahora mismo. Pero lo reconozco, me tienes cogido por los huevos... ¿Cuánto quieres?- Tranquilo jefe, habría aceptado hacer la entrevista por el precio de siempre cuando he oído el nombre de Hawks. Pero debo reconocer que me ha resultado divertido extorsionarle...
Salgo rápidamente del despacho entre gritos y vituperios varios. Recojo los billetes y el cheque y empiezo a preparar la entrevista. Howard Hawks, un mito de la historia del cine, ¿ quién me lo iba a decir ?. Aunque eso no me va a amedrentar, el hombre tiene fama de ser cordial y yo aprovecharé eso para ser incisivo y sacarle lo que pueda. Por descontado, llevaré mi guión. Nunca se sabe.
Llego a Tucson (Arizona) por la mañana y me alojo en un pequeño motel muy cercano a los Old Tucson Studios, emblemático escenario en el que se han rodado algunos de los mejores westerns jamás realizados: “Flecha Rota”, “Winchester 73”, “Duelo de Titanes”, "Cimarrón”, “Río Bravo”, y ahora el nuevo proyecto de Hawks: “El Dorado”
Cuando llego a los estudios, me recibe su ayudante, Bill Poole, quien me cuenta que la entrevista se pactó en un día de descanso en el rodaje porque Hawks quería estar tranquilo para así poder rememorar mejor su trayectoria y anécdotas. Me informa que John Wayne se ha ido a pasar el fin de semana al rancho que posee en la región y que Bob Mitchum y James Caan están en la ciudad, como el resto del reparto. Por consiguiente, sólo le veré a él.
A medida que voy dando pasos por la main street del estudio, empiezo a verle a lo lejos. Lleva un llamativo sombrero blanco que brilla intensamente con el reflejo de la luz solar. Está viendo como su hijo Gregg, de diez años, muestra su temprana habilidad al volante de una moto, recorriendo las dunas que rodean los estudios. Cuando me acerco más, percibo una estampa clásica del director hollywoodiense. Además de ser un gran cineasta, también lo parece. Es alto y delgado, mueve los brazos transmitiendo una imagen inequívoca de liderazgo. Pronuncia algunas palabras, como si también quisiera guiar los movimientos de su hijo mientras este rebasa una duna tras otra...
Hawks ha construido una carrera sólida, repleta de films favoritos del público, aunque siempre le ha faltado el reconocimiento de la industria. Los críticos franceses del “Cahiers du Cinema” le alaban pero, en su propio país, le siguen considerando un director de masas porque presuntamente sus películas no tienen una impronta social o artística evidente. Qué gran paradoja. Uno de los realizadores más talentosos de la historia del cine verá reconocida su labor en los años venideros y quizá hasta acabe recibiendo un Oscar honorífico, cuando los académicos crean que deben reparar su “olvido oficial”.
Bill Poole me lo presenta y nos sentamos bajo la sombra del porche trasero de una de las casas del estudio. Estoy ante alguien que es historia viva del cine. El director preferido de Cary Grant, Humphrey Bogart, y casi de John Wayne (sino llega a ser por un tal John Ford). Y, sin embargo, el hombre que ha rodado clásicos inmortales prefiere no darme la mano porque las tiene bastante grasientas tras haberse pasado toda la mañana reparando la moto de su hijo. Antes de empezar, recibo una bocanada de realidad desmitificadora que voy a intentar aprovechar desde la primera pregunta:
Señor Hawks, tras casi cincuenta películas... ¿qué le impulsa a seguir dirigiendo ?
Ahhh los guionistas... siempre persiguiendo escribir algo que tenga éxito y que les permita retirarse en pocos años...
¿Cómo sabe que soy guionista?
Joven... yo también me he informado sobre usted antes de que viniera. Su editor y yo somos amigos desde hace años. Me dijo que me enviaba a un sinvergüenza talentoso que trataría de venderme un guión. ¿Me equivoco?
No, ni un ápice.
Entonces, ahora que ya nos conocemos, permítame que le responda a su primera pregunta. Sigo dirigiendo porque me encanta. Yo no iba a ser director de cine, llegué a este mundo casi por casualidad pero cuando empecé ya no quise hacer nada más. Y después de 47 años de oficio, me he ganado el suficiente prestigio profesional para hacer lo que yo quiero, cuando yo quiero. Y aquí estamos hoy, en estos históricos estudios tratando de hacer una buena película, con los mejores actores que he podido contratar...
Disculpe mi atrevimiento señor Hawks, yo no pretendía...
No siga por ese camino. Tranquilícese, me gusta su enfoque. Quiere usted ser incisivo y demostrar que está por encima del entrevistador corriente. Es usted imprudente, algo muy propio de su edad. Así que no se corte, usted dispare... si en algún momento me incomoda alguna de sus preguntas nos batiremos en la calle principal del estudio. No en vano estamos en el Oeste !!!
Yo no he traído un arma...
Jaja... seguro que nos prestan alguna los chicos de producción...
Es usted único para distender el ambiente.
Siempre lo intento. Pregúntele a Cary Grant o a “Duke”. Hemos pasado momentos muy divertidos en los rodajes...
Hablando de eso, los actores que han trabajado con usted le alaban. Siempre se sienten cómodos con usted, en Hollywood algunos le llaman un líder que dirige con la mano tendida...
Siempre he intentado llevarme bien y convertir el set en un lugar agradable. Claro que hay tensiones que no se pueden evitar pero yo he tratado de trivializarlas en beneficio del buen entendimiento. No critico la forma de trabajar de los otros directores, muchos de los cuales han hecho mejores películas que yo con un estilo más autoritario. Pero a mi me ha funcionado el mío y con eso me quedo.
Creo que pocos directores han tenido un espectro tan amplio en cuanto a su obra. Usted ha destacado en prácticamente todos los géneros.
Pero eso es algo que caracteriza a los directores de mi generación. Nos forjamos en la industria de los años 20, dirigiendo películas sin descanso, a veces hasta tres en un mes. Aprendimos a tocar todas las teclas y a movernos por todos los géneros. Cuando, más adelante, nos hicimos un nombre estábamos capacitados para afrontar cualquier argumento con solvencia.
De sus palabras, se desprende que las nuevas generaciones de directores no poseen esa virtud.
En general no. No la tienen. Con el tiempo el cine se va especializando cada vez más y surgen cineastas muy buenos conforme a este esquema. En el futuro, ya no habrán tantos “hombres-orquesta” como lo éramos nosotros.
¿Y eso es malo ?
Ni mucho menos, es algo positivo porque la industria siempre tiene que estar evolucionando al mismo ritmo que cambian los gustos del público. Es un cambio y eso indica que el cine está vivo, es muy saludable.
Su generación también propuso un cine que rompió con los directores anteriores...
Claro !!! Griffith no nos podía ni ver. Él si que tenía una visión rígida y anquilosada sobre lo que tenía que ser el cine.Continuará...