Revista Cultura y Ocio

Entrevista: Oscar Alvarez (modelo)

Publicado el 05 junio 2013 por David David Calvo Gaspar @DjDavidDCG
Estos días estoy un poco más relajada de lo normal; estoy teniendo visitas, mucha playa, mucho restaurante, en fin, que paro poco por casa. Podríamos decir que he empezado el verano a lo grande. Pero ningún verano es lo que tiene que ser sin una buena lectura. Lo que pasa es que llevo meses leyendo blogs, revistas, en fin, cositas breves porque no tengo demasiado tiempo para engancharme a nada. Y sucede que, ahora, en verano, necesito urgentemente retomar el contacto con la lectura de verdad, pasar páginas y oler el papel, quizá tumbada en una de éstas:Ganas de leerGanas de leer
Desde 1994 tengo la costumbre de anotar cada libro que leo. Mi récord está en 1999, con 44 libros, pero os podéis imaginar en qué ha quedado esa lista, creoque en 2010 ni la he estrenado. Estoy muy perdida en libros; si os ha impactado alguno últimamente ¿me podéis recomendar algo?
imágenes 1. Foto de Ditte Isager via Busy Being Fabulous 2. Garden Rooms via Mochatini
18 DE ABRIL DE 2010                          

Ganador del premio Paul Beckett de poesía, El felino dormido de Francisca Gata Amate, emerge con Vitruvio coronándose ya como un clásico obligado de la literatura española.

El felino dormido es un poemario complejo, de una lectura muy sensible, que encarna una serie de universales dulcificados, que se mueven dentro una lenta nostalgia al borde de la memoria, el amor y la rotunda afirmación de un “yo” poético cargado de fuerza.

Es, por tanto, la conjugación exacta, la miscelánea vital de una poeta que se busca en el origen, en una poética del “yo poético” (Una lágrima que anima la sentencia/resuelta en el cadalso/por mis manos construido/por mi lengua avisado), resuelta en la rotundidad, en la afirmación de sí misma: Y no pido perdón ni lo lamento.

El paso del tiempo, la memoria que a veces niega y a veces evoca (Anda, recuérdame aquello que he olvidado/ (…) oro que el mercader de mi pasado/ha puesto en venta).

Tenemos ante nuestros ojos poemas de un amor que se viste de hábito de monje, que es implorado desde la fuerza brutal de la pasión bruta: Ama la rebelión de mis caderas,/el intenso latigazo al ceñirme a tu roca. En el reverso: el desamor triste, nostálgico, silencioso, lento (La aguja que me cosió a tu vida se quebró), en su estado más puro: La mirada más rota es imposible/cuando una cisterna de plata arrastra/lo que vivimos. La letanía del desamor día a día, lejos de la idealidad acostumbrada:

Estas tardes sin ti como estiércol (…) y voy a cuerpo, o con todo el cuerpo, sin escudos (…) es estiércol caliente/esta nostalgia, este asco de verme las manos o mirarme al espejo/ y ver esta cara sin besos. (…) Veremos quién me convence mañana/ de que esto  ha de ser así.

El amor y la memoria:

Bueno, yo no sé si es de amor esta pesada cicatriz

Que no recuerdo, que ya no reconozco como mía. 

En medio de toda esta reflexión sobre las grandes preocupaciones de los seres humanos, nuestra autora emprende la búsqueda de la vida en las pequeñas cosas:

Nos queda la pasión, reciclando soledades. Ser animal y humanos

de acero inoxidable, y ser los pecadores


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