T. Pynchon.
Aprovechando el parón prenavideño de la huelga declarada hace algunos meses, dejo a continuación estas dos preguntas (y sus respectivas respuestas) de una reciente entrevista hecha a Thomas Pynchon, que encuentro en la web Factor Crítico, y que se refieren al rumor de que Pynchon no existe y que en realidad es Salinger. Juzguen ustedes.
F.C.: Alrededor suyo también ha habido teorías conspiranoicas. Por ejemplo, durante un tiempo se llegó a decir que usted en realidad no existía. Que era en realidad Salinger escribiendo con seudónimo.
T.P.: Pero nadie lo llegó a creer realmente. E hicieron mal. Porque no hay ningún motivo por el que yo nopudierahaber sido Salinger.
F.C.: Ahora mismo tengo ciertas dudas sobre quién estará realmente al otro lado de estas cartas. T.P.: En eso se basan, precisamente, todas las teorías de la conspiración. Uno empieza por percibir alguna inconsistencia en lo que le rodea, alguna esquina de la realidad que, en lugar de doblarse hacia dentro, se dobla hacia fuera. Alguien cuya letra varía de una semana a otra, por ejemplo. Entonces te preguntas, ¿quién esa persona sin rostro que impone sus reglas en este juego que me hacen jugar? ¿Será una o varias? ¿Por qué se oculta? La verdad es que no importa la respuesta a ninguna de estas preguntas. Da igual si algún lobby judío planeó el atentado de las Torres Gemelas, o si la CIA paralizó las investigaciones de Timothy Leary con el LSD en cuanto éste consiguió aumentar en un 80% la tasa de reinserción de presos. Lo único que importa son las preguntas en sí mismas. Que uno sea capaz de hacérselas. Las teorías de la conspiración surgen como una forma, por loca que parezca, de interpretar dichas inconsistencias y aunque las respuestas que se obtienen acaben generando nuevas inconsistencias, por lo menos consiguen que seamos conscientes de ellas. Cosa que la historia oficial intenta evitar a toda costa. Compartir