“Nuestra sociedad se equivoca en amar al dinero” – Revista Placet | Revista Placet
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“Nuestra sociedad se equivoca en amar al dinero”
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Iñaki Alegría es un joven médico especialista en pediatría al que un día su corazón le llevó hasta Honduras, donde conoció la cooperación. Cuando terminó la carrera viajó a Senegal, donde dice encontró la felicidad y la tristeza, el hambre, la vida y la muerte. Y siguió su camino hasta llegar a Gambo, en Etiopía, donde el 52% de los niños menores de 5 años presenta una desnutrición moderada o severa, amenazando su vida. Tras ver cómo los niños morían en sus brazos por enfermedades curables nació la necesidad de crear la ONG Duna, pequeños granos de arena y el proyecto Alegría con Gambo. Ha escrito un libro “Alegría con Gambo, la mirada etíope que alimentó mi vida” y hemos querido contar su experiencia.¿En qué se equivocan las sociedades ricas occidentales?
En amar al dinero y no a las personas.
Puede parecer un problema muy complejo, pero pienso que en realidad es muy sencillo, no hace falta entrar en términos económicos, ni políticos, ni estadísticos, todo se basa en amar, pero en amar a las personas, no al dinero.
¿Por qué las emergencias de hambre ya no afectan al primer mundo?
Es muy triste, pero así es, nos hemos inmunizado ante las cifras. Leemos en las noticias que cada año mueren miles de niños de hambre pero creo que no nos hacemos a la idea de lo que significa. Las cifras son demasiado frías, y entre 1.000 y 10.000 va solo un 0 de diferencia pero que son 9.000 niños.
Por ello quiero hablar de Ruziya, Abdulakim, Mikaeli… porque detrás de cada cifra hay un rostro, una mirada, una historia personal.
Podemos hablar de 3 niños en concreto con desnutrición severa, poniéndoles nombre propio, y sabiendo que niñas como Ruziya no hay ni 2 ni 3 sino, por desgracia, miles.
¿Cuál es el mayor pecado de nuestra sociedad?
Egoísmo y avaricia.
¿Alguna solución?
Amarnos. Si supiésemos amar no permitiríamos que ninguna persona viviese sin lo necesario, ni ninguna persona podría vivir con más, sabiendo que al lado hay otra que vive con menos.
Vivimos en una sociedad individualista en la que prima el individuo por encima de todo, eso es un error, todos somos hermanos y hermanas, personas con los mismos derechos. Cuando yo vivo con más de lo debido le estoy robando lo necesario a mi hermano, ya se encuentre en la casa vecina como en el país de la otra punta del planeta. No vivimos en mundos diferentes, vivimos todos en el mismo mundo y en la misma gran sociedad.
¿Cuándo le cambió la vida?
Cuando ves llegar a Ruziya en brazos de su madre porque ella no puede ni caminar, no tiene fuerzas para sostener su cuerpo porque no ha tenido nada que comer y está severamente desnutrida.
Cuando un mes después de recibir los cuidados y alimentos adecuados Ruziya marcha del hospital corriendo y con una gran sonrisa te abraza bien fuerte.
Cuando te das cuenta de que para Ruziya ha valido la pena tu presencia, tu amor… En el mundo hay muchas Ruziyas esperándonos, muchas Ruziyas que nos requieren a cada uno de nosotros.
¿Qué es la felicidad para Iñaki Alegría?
Mi felicidad es que las personas sean felices.
¿Cómo es su trabajo en Gambo?
En Gambo el día empieza poco antes de las 8 con una refrescante ducha matutina para olvidar el hedor. Tras un humilde almuerzo empieza la jornada laboral en el hospital.
Busco al Dr. Abraham, el médico etíope que se encarga del área de pediatría.
El área de hospitalización de pediatría consta de 3 pabellones formando una U y un patio central. En ellos se encuentra la sala de curas y exploraciones, el almacén, una sala con capacidad para 12 neonatos, 4 habitaciones dedicadas a la hospitalización con 6 camas cada una y 2 niños por cama, de manera que la capacidad es de 48 niños, aunque no es excepcional que aumente sin suponer ello ningún desbarajuste, pues donde caben 48 en 4 habitaciones caben sin grandes problemas 52 o 54… o más de 60 si es necesario.
De 8 a 14:30 h. se a visita los niños hospi-talizados, y tras media hora de descanso para la comida, se retoma la asistencia hasta entrada la noche, esta vez aten-diendo en las consultas externas, donde esperan a diario de 20 a 30 niños.
En el hospital se concentra la enfermedad y la tristeza y se condensa en lágrimas, quejidos y hambruna de niños que han perdido la infancia, pero fuera se encuentra un oasis de alegría, de sonrisas, de niños sanos que quieren jugar, reír…
Entramos en la sala de hospitalización de pediatría. Mis oídos están preparados para identificar el típico quejido del niño con neumonía como me enseñaron en la facultad de medicina en Barcelona, sin embargo, quedan atisbados ante el concierto de quejidos a 4 voces: 4 niños con escasos años de vida, 2 niños por cama, y una cama junto a la otra. Se confunden los quejidos, se confunden los olores, se confunden las vidas… las madres, no obstante, jamás se confunden ni en Europa, ni en África. La facultad de medicina no me enseñó a ser médico en África.
La desnutrición severa alimenta más de la mitad de las camas de pediatría. Encontramos 2 niños por cama, no hay suficientes camas para tantos niños que requieren ingreso, precisando un mínimo de un mes, tan sólo acortado por la muerte, visita que acude diariamente.
Recién nacidos, lactantes de escasos meses de vida. Luchando contra neumonías, tuberculosis, malaria, deshidratación, debuts diabéticos, anemia severa. Es la carta de bienvenida de Gambo.
Entramos en la habitación de los horrores, donde a primer golpe de vista parece que todo sigue igual, pero ya nada es lo mismo cuando el corazón de la amistad, la confianza y la esperanza empieza a latir. Sigue siendo un horror, pero el olor ya lo tenemos tan integrado en el cuerpo que ni lo sentimos. La mirada de niños y padres sigue siendo de tristeza y sufrimiento, pero ya no es una mirada ajena; ahora se trata de una mirada que al vernos se ilumina, al ver un rostro amigo, de confianza, respeto y fuente de esperanza. Una mirada que sonríe a nuestra llegada.
Sale el sol en la habitación de los horrores. Una mano tendida. Una sonrisa. Se evapora el horror a la calidez de la amistad. Con amistad, amor, toda penuria es más llevadera. Si bien no siempre podemos curar, sí que siempre podemos regalar una mirada amiga, una mano tendida, un abrazo acogedor, un pequeño gesto con gran amor. Siempre podemos hacer más llevadero el sufrimiento.
¿De qué mueren los niños en Etiopía?
La mayor parte son niños menores de 5 años y más concretamente menores de 1 año. Alcanzar el primer año de vida en la Etiopía rural es todo un reto.
Y no mueren de enfermedades desconocidas, ni raras, ni imposibles de curar. Al contrario, la gran mayoría de niños mueren por deshidratación debido a diarreas, por neumonías o bronquitis; es decir, enfermedades bien conocidas, que se pueden prevenir y tratar.
¿Qué asignatura falta en los colegios del primer mundo?
Compartir. En la escuela me enseñaron a estudiar para mí y a aprobar para mí.
Pero no me enseñaron a ayudar a estu-diar, a ayudar a entender o a ayudar a aprobar…
Quizá la educación no debería centrarse tanto en el individuo como en el colectivo, quizá mi nota deba ser mi nota sino nuestra nota, la de toda la clase, pues no existo yo como individuo aislado en la clase, sino como miembro de un mismo colectivo. En la escuela nos enseñan a competir, a sacar la mejor nota, pero no a ser la mejor clase.
Díganos una exigencia para los próximos programas electorales de los partidos políticos españoles.
Que busquen lo mejor para los más necesitados del pueblo, los más necesitados entre los necesitados, que no busquen el voto. Que no utilicen las palabras para ganar votos, que no piensen en ellos mismos ni en ganar, que amen a su pueblo por encima de ellos mismos.
¿Y qué es lo más asombroso que ha visto y aprendido?
He aprendido que se tiene lo que se da. Cuando damos alguna cosa es cuando realmente la tenemos. Todo aquello que tenemos pero no podemos dar, en realidad no lo tenemos. El fin de todo no es poseer, es dar.
¿Qué sucede cuando se ve morir a un niño que en otro lugar del mundo nunca moriría?
Rabia e impotencia.
¿Qué es Duna y cómo podemos participar?
DUNA pequeños granos de arena, es una ONG fundada en 2012 de la unión de cuatro jóvenes voluntarios con una misma visión. “Hay personas que luchan un día y son buenas. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay otras que luchan muchos años y son muy buenas. Pero hay quienes luchan toda la vida, esas son imprescindibles.”
DUNA nace con la idea de colaborar con esos luchadores anónimos, que teniendo las ideas y las posibles soluciones para mejorar sus vidas, no tienen la posibilidad de contar con los medios o el asesoramiento necesario para conseguirlo.
Confiamos en la solidaridad y la coope-ración transversal como herramienta para el desarrollo local; creemos en los héroes anónimos, aquellos que empezaron por sí mismos y sin ningún respaldo a trabajar por el bien de su comunidad.
¿Es todo esto una gigantesca utopía?
La utopía sirve para hacernos caminar cada día.
Y usted, ¿ya nunca podrá descansar?
Diría mejor que tengo una causa por la que vivir y levantarme cada día.
Cada día es un regalo, cada día son 24 horas en blanco que debemos invertir en transmitir amor, en hacer un poco mejor el mundo que nos rodea.
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Texto de Javier Estrada.