“La salud cultural de esta Comarca está mejorando a ojos vistas, pero queda mucho por hacer”
Desde hace tres años, Rafael Rodríguez es, entre otras muchas cosas, el director del Club de Lectura Siglo de Oro de Pelayos de la Presa, donde se leen habitualmente clásicos de nuestra época literaria más reconocida y de nuestros autores más afamados. “La ilustre fregona”, “La venganza de Don Mendo” o “Amadís de Gaula” son algunas de las lecturas que se han realizado ya en una cita semanal que se convierte en perfecta excusa para compartir momentos, disfrutar de tertulias interesantes o conocer lecturas que se nos habían pasado por alto o, simplemente, no habían entrado en nuestros planes.
Rafael Rodríguez está íntimamente ligado a la cultura de la comarca, está en todos o en casi todos los actos culturales que se proponen y siempre se muestra dispuesto a ayudar o contribuir con aquello que se necesite, es colaborador habitual de los medios de comunicación de nuestra Sierra Oeste y es, sin duda, una de esas voces que siempre es saludable escuchar y atender.
-Rafael, háblanos del Club Siglo de Oro y de qué significa para ti…En realidad fue una iniciativa de doña María del Carmen Villarejo Sanz, Concejala de Mujer, Cultura y Tercera Edad del Ayuntamiento de Pelayos de la Presa en la pasada legislatura, hablando un día sobre la cultura en nuestro pueblo me comentó que estaba muy interesada en poner en funcionamiento la Casa de la Cultura. A mí me pareció una idea excelente y nos pusimos manos a la obra teniendo como base los elementos que ya existían en cuanto a estanterías, etcétera y contando con generosas donaciones de libros, entre ellas las que realizaron la sobrina de don Mariano García Benito, procedente en buena parte de la propia biblioteca de don Mariano; otra, por parte de Ismael Hernández y Mar García y a partir de ese bastantes personas, de vez en cuando hacen aportaciones, para configurar lo que llamamos Aula de Lectura, porque como sabes, los municipios de menos de cinco mil habitantes no están obligados a tener biblioteca municipal. Se entiende que con el servicio de Bibliobús que presta la Comunidad de Madrid es suficiente. Ahora mismo, gracias a numerosas donaciones y aportaciones personales hay catalogados unos mil quinientos volúmenes y queda por catalogar casi otros mil, principalmente narrativa.
Y como por aquel entonces e incluso ahora soy asiduo participante en las sesiones del Club de Lectura de la Biblioteca Chapinería, pues se me ocurrió la idea de organizar uno en mi pueblo, porque aunque no sea de aquí a mí me gusta mucho vivir aquí. Le pareció muy bien la idea al pleno del Ayuntamiento y en ello estamos va para más de tres años.
-¿Por qué poner en marcha un rincón semanal como este?
Es un medio de aportar algo a la Cultura, así con mayúsculas, y aunque no sea un club de lectura al uso, porque en lugar de utilizar el préstamo colectivo de libros lo que hacemos es leer todos el mismo en voz alta, lo comentamos y debatimos sobre su contenido. Nos reunimos una vez a la semana, concretamente los miércoles a las 11,30 hasta las 13,00 horas, con total y absoluta libertad, porque todos tenemos una vida y esa vida nos exige una atención especial. Pero el asistir al Club supone alejarse durante unos minutos de la prosaica realidad para trasladarnos a los ambientes que cada autor nos propone en sus obras, y resulta una experiencia novedosa el que el escuchar leer un párrafo en voz alta tanto por uno mismo como por otras personas y después comentar lo que cada una y cada uno hemos interpretado es algo absolutamente gratificante. Es digno de reseñar que todo el mundo se expresa con libertad y claridad y algo muy importante: se escuchan y se respetan las opiniones de los demás de manera que darían ejemplo a esas tertulias al uso en las que todas y todos hablan a la vez…
-¿Para qué sirve un Club de Lectura?
Tal como yo lo entiendo, la función de un Club de Lectura como éste, al que asisten personas mayores de ambos sexos, es la de satisfacer la necesidad que tienen de conocer más cosas; quizá porque a lo largo de su vida han tenido que dedicar todos sus esfuerzos a trabajar tanto fuera como dentro del hogar y atendiendo a sus familias que no tuvieron tiempo de dedicar ni un minuto a la cultura. Además tenemos una regla importante: no se habla ni de política, ni de fútbol, ni de toros. Así que nos dedicamos a la literatura, la poesía y el teatro, porque aprendemos a expresar sólo con palabras todos los sentimientos y las emociones que los autores han puesto en sus obras de la forma que a nosotros nos llegan. Es una mezcla entre ser mero espectador de una obra y al mismo tiempo, protagonista de ella.
-¿Cómo elegís las obras a leer y por qué el Siglo de Oro como tema principal?
Normalmente por un procedimiento muy democrático: se propone un libro, se acepta y lo leemos. Porque los siglos XVI y XVII fueron decisivos en nuestra historia para conformar la realidad en la que vivimos. El final del siglo XVIII, es decir, a partir de la muerte sin sucesor de Carlos II el Hechizado y la Guerra de Sucesión que estalló como consecuencia del enfrentamiento entre las Casas de Austria y de Borbón marcó la evolución posterior de lo que ahora es el Reino de España.
-¿Cómo está resultando la experiencia hasta el momento?
Hasta el momento la experiencia está siendo muy positiva y espero y deseo que continúe así.
-Puede que otros municipios se estén planteando organizar un Club de Lectura… ¿dirías que resulta complicado o tedioso?
No es ni fácil ni sencillo, pero es ilusionante y tengo la impresión de que a partir de ahora las cosas van a ir a mejor. Quizá sea necesaria una mayor coordinación entre las Concejalías de Cultura de los municipios que integran esta Comarca, especialmente en los temas logísticos. No cabe duda que se está dando un impulso muy importante a la Cultura. Y buena prueba de ello está en la importante labor que realizan alguna que otra emisora de radio y alguna que otra Asociación Cultural.
-¿Es complicado encontrar personas que quieran compartir lecturas y tertulias en nuestros municipios?
Es más bien laborioso, porque aún falta mucho por hacer. Será necesario poner mucha imaginación y buena voluntad para llevar al ánimo de los varones lo que las damas han hecho por sí mismas. El mayor número de personas que asisten tanto a las sesiones de los Clubes de Lectura son del género femenino, pero yo conozco clubes donde participan por igual hombres y mujeres, especialmente en el ámbito poético. Es algo que queda por hacer, pero si desde los poderes públicos se apoyan decididamente las iniciativas particulares que surjan en este sentido, las cosas se facilitarían mucho, pero debe de ser una tarea de convencimiento y de razón. La Cultura es algo que nunca se debió imponer, porque una cultura impuesta es una cultura sesgada. Es algo que tiene que salir de las personas y si no sale, aceptarlo como una realidad y comprender que cuando una persona con más de sesenta años se acerca a un Club de Lectura para compartir experiencias y lecturas es porque en sus años jóvenes no tuvo la posibilidad de desarrollarse. Es algo parecido a lo que sucede entre las diferentes generaciones. Los fenómenos culturales y las formas de relación personal son diferentes.
-Nuestra comarca es muy rica en muchos aspectos, ¿cómo estamos de salud cultural?, ¿cómo ha cambiado la cultura de esta comarca desde que vives en ella?
La salud cultural de esta Comarca está mejorando a ojos vistas. Desde mis primeras aproximaciones a las actividades culturales, especialmente desde el teatro, hemos pasado en no mucho tiempo de: “todo esto no son más que tontunas”, a sentir que sí, que efectivamente las impresiones son mejores. Pero queda mucho por hacer.
-Sé que eres muy optimista pero ¿Es fácil atraer a los niños y a los jóvenes al mundo de la cultura?, ¿qué falta para que ellos se involucren con las propuestas culturales de nuestros municipios? ¿Se piensa en ellos al elaborar los programas culturales?
Hay algo que es evidente. Los niños son niños, los jóvenes son jóvenes, los adultos son adultos y los mayores somos mayores. Cada uno de los grupos ha tenido a lo largo de los años una educación, una forma diferente de vivir, porque el desarrollo económico y social de este país en los últimos cincuenta años no tiene nada que ver como lo fue en la primera mitad del siglo XX y durante el siglo XIX. Hoy los medios de obtener conocimientos y cultura se han multiplicado por mil respecto a los períodos anteriores. Pero no es fácil pretender que quienes se educaron en una época en que el varón trabajaba doce o catorce horas diarias para satisfacer las necesidades materiales que el desarrollo económico y social creaba, permitiera satisfacer unas necesidades culturales que no se les habían imbuido desde la escuela. Y las mujeres tenían que dedicar dieciocho o veinte horas diarias para atender a su hogar, a su familia y a la prole. Hay que dar tiempo al tiempo, seguir con lo que se hace, porque no es preciso estar inventando cada día cosas nuevas, no. Es mejor perfeccionar y agotar las posibilidades de lo que funciona, para consolidarlo. La cultura no es una camiseta o un pantalón que se pasa de moda. El cine de autor, no el industrial, tiene los mismos elementos que la cultura. Su estructura y sus elementos básicos son siempre los mismos y siempre distintos. El mejor ejemplo es la prensa escrita: los periódicos son el producto más perecedero que existe, porque la noticia caduca casi inmediatamente que se produce, pero siempre habrá noticias, como siempre habrá gentes que hagan teatro, títeres y escriban libros. Consecuentemente, siempre habrá espectadores, lectores y comunicadores culturales.