En el proceso de búsqueda de empleo se padece una gran presión mientras la espera por conseguir un puesto de trabajo se alarga. Esto se debe, sobre todo, a la necesidad de obtener los ingresos que ayuden a la economía personal, o por motivos indescifrables para la persona que padece la presión.
Sin embargo, si esta situación se descontrola, la persona puede caer en la falsa idea de estar perdiendo el tiempo, de que las entrevistas realizadas no sirvieron de nada o que es incapaz de volver a engancharse al mercado laboral. Aunque este escenario es irreal, producto de la presión externa, si se asume como una realidad se puede estar dibujando el principio del fin de la autoestima.
La presión familiar tiene varios enfoques, aunque suele deberse fundamentalmente a que durante el proceso de búsqueda de empleo, todo el mundo tiene su cuota de participación. Por inaceptable que parezca, todos ejercen presión con el fin de empujar hacia la consecución del objetivo. Pero, a medida que se alarga la inactividad, los familiares,
-Discuten los procedimientos de búsqueda, además de realizar sugerencias cuando muchos de ellos no están en el mercado de los parados, los cual les imposibilita saber cómo es el funcionamiento actualmente del proceso.
-Ponen en tela de juicio el empeño de la persona para llegar a las ofertas a tiempo, dejando en entredicho la voluntad por conseguir empleo y la dedicación, a pesar de que la búsqueda se alargue durante las 24 horas del día.
-Debaten sobre la voluntad de incorporación al mercado laboral, asumiendo la falsa idea de que la persona está arrebujándose en el sacrificio de la familia, creyendo que con los ingresos actuales no es necesario que se incorpore al mercado.
-Invalidan cualquier propuesta de actividad nueva, dejando entrever que este no es el momento de crear, sino de conseguir un trabajo donde sea, como sea, lo antes posible. Luego ya vendrán tiempos mejores y se podrá volver a proponer los nuevos emprendimientos.
La presión social resulta, sobre todo, de las ventanillas de ayuda al parado, donde se acude a buscar asesoramientos o apoyos para descifrar la pasividad del mercado. Es muy habitual que estas ventanillas de ayuda hagan de todo, menos ayudar. No actúan como una base de apoyo sino como fiscalizador implacable de la voluntad de los parados.
-No pierden ocasión para sugerir que el parado no ha buscado lo suficiente. Es verdad que no lo dicen claramente, pero es la primera sensación que manifiestan. Es fácil decirlo cuando la persona que ofrece el asesoramiento no padece las implacables consecuencias del paro.
-Sostienen que hay suficientes ofertas de empleo y que muchas personas sólo las eluden para beneficiarse de las ayudas de forma permanente. Lo afirman sin tener conocimiento de la situación real del mercado, sin haber hecho un seguimiento de la evolución de las ofertas.
-Describen asesoramientos que no tienen nada que ver con el funcionamiento de las ofertas actuales. Sugieren a los candidatos sectores que actualmente están saturados, o proponen sistemas de búsqueda de empleo completamente ineficaces.
La presión personal llega al final. Cuando la persona ha estado padeciendo el acorralamiento de los sectores que hemos mencionado anteriormente, es natural que asuma su incapacidad para superar la barrera de la observación de terceras personas. Sucumbir a esta situación puede conllevar consecuencias severas en la estructura psicológica, además de matar la creatividad, socavar la confianza y descubrir una realidad aparente donde sólo cabe sentirse un desgraciado. Entonces es cuando la persona cree que no merece el apoyo que les está brindando todo el mundo.
-Desea incorporarse al mercado, pero no sabe cómo, lo cual le lleva a enfocar su búsqueda en sectores donde, probablemente, nunca conseguirá nada.
-Cada vez alimenta más las excusas para justificarse ante sus observadores, en lugar de centrarse a una búsqueda selectiva y tranquila.
-Se vuelve víctima de la sociedad y busca refugio en instituciones de donde, probablemente, nunca logre salir.
Por dolorosa que sea la realidad, este es un camino sin retorno si la presión familiar, social o personal no remite. No hay nada peor que intentar incorporarse al mercado laboral sin conseguirlo.
imagen: @morguefile