Envenenar al prójimo estaba muy en boga en la antigua Roma, tanto hombres como mujeres recurrieron a estos remedios para librarse de aquellos que les estorbaban, esta costumbre cruzo hasta las doradas puertas de los palacios imperiales….
Envenenadores
Según Homero el Pharmakos (veneno), es un concepto genérico, si es benigno es un remedio y si es maligno un virus. Los encargados de las mezclas eran los Sellularii (parecidos anuestros drogueros) un respetado oficio en la antigua Roma.Los sellularii preparaban y vendian drogas. Existían también las farmacópolas que preparaban los remedios en su tiendas y luego los vendían.En los antiguos anales se registran cientos de mujeres que pertenecieron a este gremio.
En la historia de Roma se conocen envenenamientos protagonizados por mujeres tanto de forma individual como colectiva.
En algunos de sus libros Tito Livio nos comenta que el año 328 a.C. fue un año escandaloso y trágico debido a la maldad de algunas mujeres.
En Roma ese año murieron muchos ciudadanos muchos de ellos distinguidos e ilustres: cónsules, patricios, senadores, hombres de cierta edad, murieron por causa de una misteriosa enfermedad, todos ellos con idénticos síntomas.
Los ciudadanos romanos estaban aterrados por los estragos de esta nueva epidemia que estaba haciendo estragos entre los más distinguidos, y más aún porque los médicos estaban muy desorientados no entendían una enfermedad que distinguía de clases y se llevaba a los más poderosos.
Quien revelo la procedencia de esta nueva plaga, fue una esclava cuyo nombre ha quedado en el olvido como tantos otros.
Esta mujer desconocida se presentó ante las autoridades y revelo a Q. Fabio Máximo el secreto de la epidemia, pidiendo a cambio inmunidad para sí misma.
Fabio que era el máximo responsable de la seguridad, una vez autorizado por los cónsules, dio las garantías a la joven quien no tardo en hablar, dando todo lujo de detalles e indicando como las más distinguidas matronas romanas, eliminaban a sus maridos con remedios tóxicos.
Con la información suministrada, las autoridades sorprendieron a una veintena de mujeres cocinando drogas y que tenían los venenos a buen recaudo.
Fueron apresadas y conducidas al foro para ser juzgadas ante el mismo pueblo.
Dos de estas mujeres Cornelia Y Sergia, de familias distinguidas, en su defensa dijeron que las drogas confiscadas en sus hogares, eran para remedios saludables.
El magistrado dijo que no lo dudaba, y por lo tanto que ellas mismas tomaran esos saludables remedios allí, delante de pueblo.
Cornelia y Sergia vieron que su causa estaba pedida, decidieron tomar sus propias drogas delante del pueblo y de los magistrados.
Tito Livio nos comenta que Cornelia y Sergia, al ingerir sus drogas, murieron en el acto como víctimas de sus propias maldades.
El resto de mujeres detenidas denunciaron a las expertas farmacólogas; fueron condenas unas ciento setenta personas.El senado perplejo por lo acontecido, se dirigió al colegio de los Pontífices que declararon el hecho como prodigio divino, un acto de dementes, no un delito criminal.¿Por qué motivo los Pontífices fueron tan benignos en su veredicto?...La pena que se aplicaba a los envenenadores se determinaba por ley, y de forma desigual, los culpables pertenecientes a familias nobles, patricias y ecuestres, se les solía desterrar, pero a los más humildes los condenaban a morir ante las fieras.
Algunos médicos, una vez bien sobornados, en vez de curar envenenaban. Para apagar la voz de la conciencia que alguna vez protestaba, había en esta época un medio seguro, al que llamaban dinero.
Una célebre envenenadora fue Locusta,sabía prepara pociones capaces de acabar con la vida de una persona sin dejar rastro.
Tras la muerte de Nerón, y acusada de más de cuatrocientos asesinatos, Locusta fue condenada a muerte y ejecutada de forma misteriosa.
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