Desde su puesto privilegiado de presidenta en aquella nueva sesión de investidura, la Gallina Clueca se afanaba para que sus señorías guardaran silencio. El pleno se había alborotado cuando el grupo parlamentario ovino, ausente casi al completo durante el debate, irrumpió en el salón esquilado y gritando.
一Deteneeeed al impostor 一vociferaron las ovejas al unísono一 no es uno de los nueeeeestros!
Un murmullo general se instaló en el graderío.
一¡No es uno de los nueeeeestros! 一balaron descontroladas一. ¡Es un lobo, no pueeeeede ser presideeeeenteeeeee, es un terrorista!
En el estrado, una oveja extrañamente alta y de orejas puntiagudas se limpiaba el sudor de la frente y daba tímidos pasos hacia la escalera sin perder de vista al respetable. El cuacuá nervioso de los Patos Nacionales se confundía con el cacareo de las Gallinas Democráticas Reunidas mientras que el grupo parlamentario de Porcinos por la libertad y Vacunos unidos chillaban que aquello era un ultraje a las instituciones legítimas del Estado.
一Señorías, por favor, orden o me veré obligada a suspender la sesión 一chillaba furiosa la presidenta que echaba de menos tener una maza como la de los jueces de la televisión para hacerse oír.
Los diputados la desoyeron elevando la voz y gritándose consignas partidistas. Desde el paraíso, el pavo y el avestruz del grupo mixto picotearon sobre la barandilla intentando advertir a sus colegas de la grada inferior que el lobo se marchaba no sin antes despojarse de aquel disfraz ovejuno que lo tenía sudoroso y dejar un paquete sobre la tribuna.
-¡Qué no se escapeeeeee! 一avisaron desde Bovinos socialistas一. No puede habeeeeer pacto, es un traidor.
El lobo echó a correr por los pasillos del parlamento. Una masa heterogénea de animales corría tras él atropellándose unos a otros. El lobo había perdido su oportunidad de acabar con políticas populistas desde el poder, su plan A falló pero nadie podría evitar que hiciera mil pedazos aquel centro de corrupción y despotismo. Un buen revolucionario siempre tiene un plan B.
Afrontaba el último tramo antes de perderse entre la multitud que esperaba la investidura con sus pancartas, sus banderas nacionalistas y sus cócteles molotov cuando escuchó el tictac frenético de la bomba, había olvidado apagar el micrófono y la cuenta atrás resonaba en todo el Parlamento.
No hubo tiempo para más. El reloj detuvo su cuenta atrás y un petardazo frenó en seco la estampida. La fauna parlamentaria se tocaba comprobando que estaban completos mientras una lluvia de papeletas de colores caía sobre ellas.
El lobo se arrastró la mano por la cara con incredulidad, la bomba también había fallado. Los patos enmudecieron. Los pavos picaban mientras el gallo iba haciendo muescas en la pared. La Gallina Clueca carraspeó repetidas veces.
一Señorías, una vez realizado el recuento 一habló tímidamente la presidenta一 el candidato no ha sido investido presidente pero, curiosamente, tenemos mayoría absoluta.
Un nuevo rumor se instaló entre los presentes.
一Este es un momento histórico, la primera vez que hay mayoría en un candidato que no de había presentado.
Mientras el lobo salía de puntillas por la puerta principal, todas las miradas se volvieron al anciano burro que, al notar todas las miradas sobre él, elevó la suya por encima de las gafas.
-¿Qué? ¿Yo? ¿Cómo es...? 一la carrera repentina del toro interrumpió su improvisado discurso de investidura.
Sus señorías asomaron sus testuces a la puerta del Congreso ante la atenta mirada de un pueblo al que se le descolgaba la mandíbula de la impresión. El toro, en un arrebato patriótico, había salido corriendo tras el lobo para evitar que escapara y, ni corto ni perezoso, se abalanzó sobre el cánido que, por fin, había conseguido resultar embestido.
Relato participante en El Tintero de Oro.