La primera en decirlo fue mi chica. Dijo “no vas a envejecer conmigo”. Ella fue la primera en darse cuenta de las dimensiones reales del problema y de esa primera y aterradora consecuencia. Efectivamente no importa casi nada más. Ya sabemos que no seremos como la pareja de la foto y eso es triste. Mucho. Nos impide hacer planes a medio plazo y nos coarta la libertad de imaginar. Nos deja sin alas. Y una relación sin alas tiene mal futuro porque el amor necesita su dosis de novedades, de magia y de sorpresa para soñar con seguir adelante. De lo contrario se estanca, se anquilosa y no evoluciona, no va ni “p´atrás” ni “p´alante”.
Sin eso, solo queda el amor en estado puro, sin ayudas exteriores y sin trucos, el amor que se basa en el puro sentimiento y huye de los artificios. Si seremos capaces o no de mantenerlo, solo el tiempo lo dirá. De momento sí, pero ya veremos qué pasa cuando aparezca la rutina y no haya más lugares donde acudir en busca de esa chispa que falta.
Porque pasada cierta edad, a mí me parece que si una pareja sigue junta ya no es por amor, sino que más bien intervienen otros factores que actúan como pegamento, pero creo que nunca lo sabré. A lo mejor en mi caso sí es suficiente el amor porque no voy a llegar mucho más allá, pero en el caso del común de la gente intuyo que el amor desaparece más pronto que tarde, dejando paso a la confianza, el respeto, el cariño… Sentimientos que son estupendos para mantener unidas a dos personas que una vez se amaron y ahora ya construyen, día a día, una relación con el rescoldo de las llamas que una vez mantuvieron encendida esa hoguera.
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Miro la foto y pienso en mis palabras. Miro la foto y me pregunto qué es lo que me ha llevado a escribir sobre ellos. Miro la foto y cada vez estoy más convencido de que no sé absolutamente nada sobre ellos. ¿Cómo voy a saber yo si se aman o si tan solo se respetan? ¿Qué estupidez es esa del rescoldo que queda de las llamas que una vez mantuvieron encendida la llama del amor? Miro la foto y me pregunto de dónde habré sacado yo semejantes conclusiones.
Cuanto más miro la foto más cuenta me doy de la cantidad de tópicos que he escrito. Si se aman o no, solo ellos lo saben. Yo no tengo ni la más puta idea si a partir de ciertas edades el amor deja de existir o sigue vivo ¿cómo lo voy a saber a mis 41 años?
Miro la foto y no puedo mantener los ojos abiertos mucho tiempo pensando en la vergüenza que sentiría si estuviese hablándoles del amor a esas dos personas y diciéndoles que ya no se aman, que solo sienten comprensión y cariño y que se acabó la magia y la sorpresa.
Miro la foto y los veo avanzar cuesta arriba, cansados pero decididos, con toda una vida a sus espaldas, con momentos muy difíciles superados, con hijos de mi edad y con la sabiduría que solo dan los años, disfrutando de su compañía mutua, de la compañía del ser querido que ahora, según yo, no existe y solo es la rutina, que actúa como un pegamento que les hacer seguir juntos.
Miro la foto y me da rabia haber escrito los primeros párrafos de este post, pero los voy a dejar publicados para que me sirvan de recordatorio, para no prejuzgar, para no pasarme de listo y para tener el respeto que se merece por quien ha llegado a la tercera edad, cosa más difícil de lo que parece. Al menos, para mí, casi imposible.
Miro la foto y siento una envidia sana que no me deja respirar.