Es muy reciente el lanzamiento del último disco de Enya, artista a la que tenemos un gran aprecio en el blog aunque no haya aparecido por aquí con demasiada frecuencia. Aprovechando el acontecimiento, trataremos de ponernos al día con algunas reseñas de varios de sus trabajos clásicos a modo de contextualización de su nuevo CD.Comenzaremos hoy casi por el principio remontándonos al primer trabajo importante que realizó la artista en 1986 por encargo, nada menos, que de la BBC que buscaba música para una serie documental sobre los distintos pueblos de ascendencia celta de las islas británicas. El bagaje musical de Enya por aquel entonces era más bien escaso: un par de participaciones casi anecdóticas en discos de Clannad (la banda de sus hermanos y tíos), un par de temas instrumentales en un cassette de escasa distribución y una banda sonora para una película, “The Frog Prince”, en la cual sólo interviene en dos canciones que quedan fuera del montaje final mientras que el resto de la música que escribe es reinterpretada por músicos de estudio para el film.Con todo, alguien en la corporación británica ve algo en ella y en el equipo que ya formaba con Nicky y Roma Ryan y decide darle la oportunidad de crear una banda sonora que sorprendería a todo el mundo por su calidad y por lo innovador de la propuesta de Enya a la hora de desplegar sus ideas musicales en un estudio de grabación. La artista irlandesa se encierra en el que tenían los Ryan en su domicilio (Nicky era un reputado productor ya en aquel entonces) durante diez largos meses para grabar y perfeccionar una importante serie de composiciones que serían entregadas después a la gente de la BBC para su incorporación al documental tras algún retoque en los estudios de la corporación (básicamente la grabación de algunas pistas a cargo de artistas invitados). Gustó tanto la música que Enya grabó que se decidió editarla en CD meses antes del estreno de la serie en las pantallas. El disco se iba a titular, sencillamente, “Enya” y no existía referencia alguna a que la música que contenía pertenecía a una banda sonora. Tiempo después, y a raíz del éxito de otros trabajos de la artista, el trabajo se reeditaría bajo el nombre de “The Celts” con una portada diferente y algún ligero cambio en el contenido.Enya toca el piano, todos los sintetizadores y los “samplers” que aparecen en el disco además de cantar. En determinados momentos intervienen como invitados Arty McGlynn (guitarra eléctrica), Liam O'Flynn (gaita irlandesa) y Patrick Halling (violín).
Portada de la reedición de 1992, ya con el título "The Celts"
“The Celts” - El disco comienza igual que lo hacía cada uno de los capítulos de la serie documental: con una brillante melodía electrónica en la que brillan las percusiones y la voz de Enya, en varios registros diferentes, que acaba por hacerse con el protagonismo absoluto. Escuchamos ya aquí las distintas capas vocales que la artista crea en el estudio y que son su mayor seña de identidad, así como un interesante trabajo de “sampling” que hacen de esta pieza una joya.“Aldebaran” - Con dedicatoria para Ridley Scott incluida, asistimos al corte más “cósmico” de todo el disco, en el que Enya juega con las secuencias electrónicas de un modo cercano al de el norteamericano Ray Lynch. Los coros ponen ese punto de distinción que hace de la música de la irlandesa algo tan personal, con unos arreglos que hacen de los textos algo ininteligible primando la estructura fonética de los mismos sobre el significado.“I Want Tomorrow” - Llegamos así a la primera “canción” con texto comprensible. También tiene un formato más convencional con la artista cantando sobre unos bonitos arreglos de cuerdas. Los coros son utilizados de forma magistral durante toda la pieza que nos ofrece un estribillo de gran belleza. Sin duda, es uno de los grandes temas de Enya en toda su carrera. En la segunda parte escuchamos la guitarra de Arty McGlynn ofreciéndonos un sonido diferente en el que la artista no profundizaría demasiado en los años futuros.“March of the Celts” - Entre coros etereos comienza a desarrollarse esta canción cuyos primeros acordes de sintetizador podrían recordar en algún momento a Vangelis pero que no tardan en convertirse en una preciosa marcha con el piano como protagonista junto con las cuerdas sintéticas que tanto peso tienen en todo el trabajo.“Deireadh an Tuath” - Hay en el disco multitud de cortes cuya duración apenas sobrepasa el minuto, cosa habitual en las bandas sonoras. Este es el primero de ellos y tenemos que huir de la idea de que se trata de música de relleno, alimentada por su escaso minutaje. Es este un lamento de gran belleza que no necesita de mayor extensión para emocionar.“The Sun in the Stream” - Encadenamos ahora una serie de piezas sin texto que comienzan con esta maravilla en la que la gaita del gran Liam O'Flynn, maestro y leyenda del que es uno de los instrumentos más expresivos que nos ha sido dado escuchar: las “Uilleann Pipes” o gaita irlandesa. La melodía escrita por Enya está a la altura del intérprete lo cual es decir mucho.
“To Go Beyond” - Otra miniatura escrita como un “lied” en el que la artista canta junto al piano una preciosa pieza que podría ser una canción de cuna. Todo en ella es encantador, desde la melodía hasta los arreglos.“Fairy Tale” - Casi como una prolongación del tema anterior comienzan los acordes de un cajita de música propia de un cuento de hadas, como indica el título. Tras la introducción escuchamos una clásica melodía tarareada en la que la cantante irlandesa y Nicky Ryan hacen una portentosa exhibición de sus capacidades en el estudio de grabación jugando con las diferentes texturas de la voz, organizandola en incontables capas y construyendo una pieza coral en la que realmente sólo hay una cantante. Algo muy imitado en el futuro pero auténticamente excepcional en 1987.“Epona” - Nueva bagatela, esta vez con sonido de arpa y aire ciertamente tradicional aunque se trata de una composición original. Nuevamente, aquellos que estén familiarizados con la obra de Ray Lynch apreciarán ciertos puntos en común con el artista norteamericano.“Triad” - Compuesta por tres temas diferentes: “St.Patrick”, “Cú Chulainn” y “Oisin”, es esta otra espectacular demostración del potencial del método sonoro ideado por Enya y Ryan. Sólo desde ese punto de vista, el disco podría ser ya considerado un hito, independientemente de la calidad musical que es altísima. La primera parte, vocal, muestra una serie de coros de gran belleza en una pieza muy tranquila. La segunda, instrumental, retoma los aires celtas y sirve para llevarnos al tema final, una danza maravillosa con varias lineas vocales jugando con las cuerdas y el piano. Una maravilla. Una más.“Portrait” - Brevísimo instrumental de piano que en posteriores ediciones del disco fue sustituido por una versión extendida que llevaba el subtítulo de “Out of the Blue”. Es una pieza en la linea de las primeras composiciones de la artista como las dos que aparecieron en el cassette de 1984 “Touch Travel”, inencontrable hoy en día (aunque una de las dos piezas apareció en un disco posterior).“Boadicea” - Parece difícil que, llegados a este punto, el disco siga manteniendo un nivel tan alto pero no sólo lo hace sino que nos encontramos aquí con la que, probablemente, es nuestra pieza favorita del mismo: un lamento emocionante en el que sólo las voces replicadas hasta el infinito de Enya (con un mínimo soporte de percusión) se encargan de transportarnos a un lugar mágico. Parte de la canción fue "sampleada" por The Fugees en uno de sus discos lo que le dio mayor proyección. También ha sido empleada en bandas sonoras de películas y series de televisión.
“Bard Dance” - Suenan el arpa y el bodhran en una tonada de inspiración medieval que podría sonar en cualquier alegre noche de verano junto a la hoguera en una de tantas fiestas que el milenario pueblo celta celebraba en sus días.“Dan y Dwr” - En una linea similar a “Deireadh An Tuath”, este profundo lamento gaélico nos acompaña hasta el cierre del disco con la emoción a flor de piel.“To Go Beyond (II)” - Cerrando el trabajo volvemos a escuchar la melodía que ya sonó bajo el mismo título minutos antes. La novedad es el añadido, a modo de coda, de un excepcional arreglo para violín del tema central, interpretado por el músico de estudio Patrick Halling.
Sólo hay una cosa que podemos lamentar de esta banda sonora y es el hecho de que apenas hayan sido publicados cuarenta minutos de la misma, siendo ésta mucho más extensa y faltando por tanto mucho material de gran calidad por ver la luz. Es cierto que en singles de discos posteriores aparecieron dos composiciones más de la banda sonora (“Eclipse” y “Spaghetti Western Theme”) pero sigue pareciendonos que esta obra merece un tratamiento a la altura y una edición mucho más ambiciosa. En 2017 se cumplirán 30 años desde el estreno de la serie y quizá sería un buen momento para publicar, por fín, toda la música realizada por Enya para la ocasión.