"Sola con el levante" de Luzdelsur -Stefan Schmidt–Lo que se me olvidaba decirle tiene que ver con el viento –anunció la doctora Gutiérrez– […] Procure prestarle atención al levante. En el mes de septiembre todavía es peligroso. Luego, en otoño y en invierno, el problema disminuye, porque es un viento muy extraño, que cambia de carácter con la temperatura. No me pregunte por qué, porque yo soy de Salamanca y aunque vivo aquí desde hace más de diez años y estoy casada con un nativo, todavía no me he enterado muy bien, pero el levante, que es muy agradable cuando hace frío, porque es cálido y seco, puede llegar a alterar mucho a la gente en primavera, y aún más en verano, cuando coincide con el calor. […]–Para que se haga una idea, en los juzgados de esta provincia se admite el levante como factor atenuante en procesos por lesiones, malos tratos e, incluso, homicidio. […]Aquella advertencia salió con él a una mañana calurosa y soleada, y lo acompañó entre los apacibles campos sembrados que flanqueaban la carretera hasta la puerta del hospital, como un inquietante indicio de que hasta el más sereno de los paisajes puede esconder un infierno larvado.[…]–¿Me estás salvando la vida? –le preguntó luego, y ella se echó a reír.–Bueno… De momento te estoy invitando a cenar.Juan cerró los ojos, asintió con la cabeza, volvió a mirarla, Sara le sonreía, él le devolvió la sonrisa. […]El levante entró en su casa con el ímpetu de un enamorado impaciente. Agitó las cortinas, acarició las hojas de las plantas, levantó las esquinas del periódico de aquella mañana, se coló por todas las rendijas y entre las aspas del ventilados, pero no trajo consigo recelo, ni inquietud, ni la desconcertante amenaza del desorden. […] Aquel levante era sólo alegría. Todo se mantuvo en su sitio porque aquélla era también su casa, porque su dueña ya había aprendido que no podía vivir sin él. […] No estuvo fuera mucho tiempo, quizás cinco minutos, tal vez menos, pero cuando volvió a entrar, entró en una casa diferente, nueva, limpia, que retenía el espíritu del viento. Entonces recordó lo que decían todos en el pueblo, y sonrió. Porque el levante se lo lleva todo.
LOS AIRES DIFÍCILES de Almudena Grandes
