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Epicuro, antítesis de una sociedad hermética

Publicado el 25 febrero 2014 por Leidy Leidy Parada Salinas @leidy_p_s
La notoria fase de la transición helenística constituye para hoy día un elemento fundamental  a la hora de redefinir la cultura occidental, es decir,  hasta qué  punto es posible considerar una trascendencia elemental del individuo. Uno de los grandes exponentes y filósofos de la época fue Epicuro, quien con su sistema filosófico revolucionó algo tan importante para la Antigua Grecia como lo es la Academia.
El desplazamiento de la Academia y el Peripato por el “Kepos” podría considerarse lo más manifiesto en la época helenística, claramente observado esto desde la mera concepción de mundo de Epicuro. Dada la importancia de la época helenística en lo que respecta a confluencia cultural y su asentamiento, es importante aclarar y constatar el cambio sistemático entre la Grecia Clásica y dicha época transicional. El epicureísmo fue una de las escuelas principales de la época helénica y Platón unos de los máximos representantes de la Antigua Grecia, es por esto que son piezas fundamentales que han de ser involucradas y despojadas de su poder contextual para así comprender las diferencias entre sus reflexiones. Lo más notorio de una época es la noción que se tiene de individuo, en éste aspecto, tanto Platón como Epicuro se  contraponen sólidamente a partir de su concepción sobre el alma. Platón era idealista y Epicuro, todo lo contrario, era materialista. En algo tan elemental como el humano en la sociedad y que ellos mantengan posiciones ontológicas totalmente diferentes, precisa sistemas filosóficos totalmente distintos y por lo tanto sin ningún rasgo en común. A pesar de esto, es necesario validar dicha proposición.
El alma, la sensación y dios. Ya de Epicuro se  mencionó su posición materialista. Para él todo estaba compuesto por átomos, incluyendo el alma, afirmando así que el alma al igual que el cuerpo, muere. Reafirmando el carácter perecedero del alma, Realer dice:
El alma, como todas las demás cosas, es un agregado de átomos. Este agregado se halla formado por átomos ígneos, aeriformes y ventosos, que constituyen la parte irracional y alógica del alma, y en parte de átomos que son distintos a los demás y que no poseen un nombre específico, los cuales constituyen una parte racional. Por lo tanto, el alma, al igual que todos los demás agregados, no es eterna sino mortal. (2002:218)
   En el caso de Platón, el alma es inmortal y proviene del mundo de las ideas, ésta al entrar al cuerpo queda atada, por el hecho de ser inmortal, ella está en constante “reencarnación” lo que en términos platónicos vendría siendo némesis.Es lo racional del cuerpo y por ella se pueden recordar, es decir, además de tener un sentido o valor ontológico también tiene uno epistemológico. En este aspecto de la inmortalidad del alma, Reale habla de una dualidad, aparte de esto, constata que el cuerpo es como una especie de prisión del alma, para esto él consulta un extracto del Fedro, texto platónico, donde Platón argumenta sobre la encarnación del alma, creando una alusión sepulcral del cuerpo. (2002:288)   En el caso de los sentidos, Reale expone y aclara las diferencias entre ambos filósofos, para Platón, la sensación confunde al alma, pero es precisamente por carácter idealista de él, puesto que lo tangible o lo “real” sólo puede ser percibido por las sensaciones, es una copia del mundo de las ideas que es lo verdadero, entonces no es una verdad absoluta. Epicureo se opone totalmente y defiende a los sentidos y afianza su fiabilidad en ellos, ya que por medio de ellos es posible conocer la verdad objetiva y es por la calidad “arracional” que tienen las sensaciones. (2002:214)
   Es importante plantear que a partir de lo que es el alma y su existencia se remite a lo que más se han empeñado los filósofos en responder: Dios, el sustantivo que por naturaleza es una interrogante continua.    El Dios platónico existe, Platón lo denomina Demiurgo, para él, éste fue quien creó el alma y los demás componentes del mundo de las ideas que representan un modelo de orden. Epicureo sí cree en la existencia de los dioses, más a diferencia de Platón, formaliza una situación y es que los dioses no intervienen en la humanidad, pues al igual que los humanos son un compuesto de átomos y por lo tanto provienen de una causa natural. 
 El conocimiento, el acceso. La época de la gloriosa Atenas fue desplazada por varios motivos provocados principalmente por interés político. Durante la existencia de la Grecia Clásica, se vio una sociedad hermética, con una estructura consolidada por la Polis, una relación entre lo que es el Estado y el humano, este último, como ente activo de Polis, denominado: ciudadano. Es pertinente acuñar en este momento que Grecia siempre se inundó de sus propias “tradiciones”, fue muy celosa, la época helenística representó entonces una inclusión de otras culturas y por lo tanto y un desplazamiento exhausto del hermetismo, sin embargo, ese "arrebato" cultural en la sociedad griega significó en cierta medida un avance en lo que compete a núcleos de vida humanos. Una de las cuestiones que es de vital importancia mencionar respecto a la conformación de la sociedad, es la educación, el conocimiento. El allanamiento geográfico, provocó un mayor sentido de inclusión, lo cual queda demarcado en algunos sistemas filosóficos; en el caso de epicureísmo se aceptaban a todos sin distinción, pues todos están compuestos de átomos y por lo tanto son iguales, en contraposición a Grecia en donde se excluía por su procedencia o condición social. Además del hecho del acceso, está presente lo que alude a la institución ya que como eje de la sociedad, desde lo helenístico representa una aniquilación de ipso facto a  las nociones anteriores del elitismo del conocimiento, en este caso, va de la mano con la transfiguración de los que ha de concebirse como hombre, pues éste ya no es una aproximación de ciudadano sino que es un ente individual.En el caso de Epicuro, él creó un edificio con un jardín alejado de la ciudad y donde se podía contemplar el silencio, a diferencia del Peripato aristotélico o la Academia platónica, ésta reconsideración de la infraestructura del eje social tiene mucho que ver con la anterior concepción del hombre y los intereses del Estado por mantener fuera de la política a estos. No era un objetivo fundamental crear ciudadanos, sino que la amplitud de la cosmopolita creó una especie de sedentarismo participativo que se intuyó en las filas del ego. Tal confrontación de la nueva forma de ser un humano está contemplada en los sistemas helenísticos, donde el factor común del pensar se encamina extrínsecamente hacia el placer. El epicureísmo en el tiempo actual.Sería muy impreciso redimir puntualizaciones epicureícas en la actualidad, a imprecisas el hoy puede aproximarse en lo que refiere a los placeres que ya Epicúreo se preocupó en delimitar, empero, los placeres ya no han de calificarse como necesarios o no necesarios, porque pretextos como la producción y la globalización hacen de estos meros aspectos banales de la humanidad. En este aspecto, Reale enfatiza que precisamente esos placeres en los que se alojaba Epicúreo no son “embriagueces”, sino aponía  o ausencia del dolor y ataraxia o carencia de perturbación del alma. (2002:220)
Si bien es cierto que hoy hay muchas religiones (no sistemas filosóficos) que ayudan a conseguir ese sentido de felicidad, la represión ante las fantasías de la actualidad representan una total agonía, parece ser que el individuo creado en las alfombras de los helenísticos yace hoy en las redundancias que la sociedad le impone y no lo que el ser o el alma ansía.Fuentes consultadas: -REALE, G. (2002) En Búsqueda de la Sabiduría Secreta. Barcelona (España). Ed. Herder.

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