La noche pasada (y la festividad de hoy) celebra la Epifanía en el mundo católico. Epifanía es demostración, la muestra. La Epifanía ante los Reyes Magos, quienes aportaron oro, incienso y mirra, tal y como aparece en el evangelio según San Mateo (2, 1-12). Como explicamos en un post hace cuatro años (Los reyes son los papás) es una fiesta infantil de regalos que cierra el ciclo del solsticio en esta parte del mundo cristiano. La iglesia Armenia celebra hoy la Navidad. Las traducciones de la Biblia y las interpretaciones tradicionales difieren un tanto.
Este año bisiesto que acaba de empezar recuerda los 400 años de la muerte de William Shakespeare quien, a principios del siglo XVII escribió por encargo una comedia festiva para cerrar las festividades navideñas precisamente ese día: Twelfth Night, or what you will. Se trata de una comedia desenfadada de dos hermanos gemelos, Viola y Sebastián, separados por el destino, de las que hacían las delicias del público de la época.
Aprovechando el título, este post de hoy puede ser lo que queráis: un recuerdo cristiano, una glorificación del consumo, una exaltación de los caprichos infantiles, un amargo recuerdo de los que no tienen para celebrar, un cese de hostilidades entre cuñados de diferentes opiniones, en final a las agresiones gastronómicas…
O el anuncio del verdadero comienzo del año, especialmente para los escolares y los educadores. Que este decimosexto año del siglo XXI os sea propicio y que todos trabajemos un poco más por los derechos de los niños y su salud.
X. Allué (Editor)