Tengo un nudo en el estómago.... hoy es el último día que Rayo irá a clase por la tarde. Llega junio y toca jornada intensiva, el curso se acaba, el ciclo de Infantil concluye y a mi se me llenan los ojos de lágrimas viendo a mi niño tan mayor y viendo cómo él intenta afrontar el cambio superando toda la oleada de emociones que le invaden.
El próximo curso tendremos la jornada intensiva que solicitamos y que nos han aprobado, así que hoy es el último día que su padre vendrá a todo correr para recogerle a las 4 de la tarde. Hoy finalizamos una etapa y no puedo evitar sentir un nudo en el estómago.
Rayo está sensible, aunque durante todo el curso se les ha dicho que este año finalizan el ciclo, que Isabel ya no estará con ellos el próximo curso, es ahora, que todo se hace tan inminente cuando él se ha parado a pensar en ello. Y como todos esperábamos sus emociones se han desbordado. Los cambios le cuestan, le asustan. La incertidumbre por lo que vendrá después le inquieta y eso hace que piense mucho, demasiado para mi gusto.
Él todo lo relaciona, tiene una mente complicada. Su asociación ha sido la siguiente: "al próximo curso paso a primaria, me estoy haciendo mayor. Pronto seré un hombre, no me apetece nada porque siendo niño soy muy feliz y no quiero dejar de ser niño (.... ni de ser feliz). Si soy un hombre iré envejeciendo. Y si envejezco mis padres morirán y después moriré yo". ¡Ala! ahí queda eso. Así que nos toca lidiar con: el fin del ciclo, el paso a Primaria, el miedo a crecer, el miedo a perder a sus padres, el miedo a la muerte. Así, todo en uno, bien concentradito. Lo dicho, su mente es complicada.
Vamos hablando de todos y cada uno de los temas, separándolos, para darles la debida importancia, para que él exprese sus dudas y miedos, para ayudarle con la explicación que necesita. Qué emocional es mi niño, cuánto necesita expresar lo que siente, y por cierto, ¡qué bien lo hace!
Sé que es un momento complicado para él, pero me alegra ver que sabe manejar su emocionabilidad, me siento feliz de ver cómo acude a nosotros para poder contarnos sus penas, como él dice. Y aunque siento una pena similar a la suya estos días, estoy orgullosa de ver que no sólo estamos favoreciendo muchos aspectos de su educación, sino también de su crecimiento emocional, pilares básicos de su desarrollo y del hombre que será un día.
Hoy Rayo me ha recitado la poesía que todos los padres oiremos el día de su graduación, y se me ha escapado una lágrima. El día 18 de junio será un día difícil para todos, pero un día lleno de orgullo de padres y felicidad de profesores por el trabajo bien hecho.
¿Veis?, ya estoy con la llorera.... a quién habrá salido este niño ....
