Revista Salud y Bienestar

Equilibrio entre los ácidos grasos Omega 3, 6 y 9

Por Blogdefarmacia.com

La necesidad de aumentar el consumo de ácidos grasos Omega 3 respecto a los Omega 6 está basada en el hecho de que la alimentación occidental de hoy día sufre un exceso de grasas saturadas animales y cuenta también con aceites ricos en Omega 6 como el de girasol, mientras que el Omega 3 sólo se encuentra en el pescado azul y el aceite de linaza, poco presentes en nuestra dieta (el aceite de oliva es omega 9). El acido graso Omega 6 es el ácido linoleico, mientras que el Omega 3 es linolénico.

Los ácidos grasos afectan de manera directa la síntesis de eicosanoides. Tanto los ácidos grasos Omega 3 como los Omega 6 son precursores de eicosanoides que a su vez sufren procesos enzimáticos para convertirse en prostaglandina. Al igual que el colesterol, decimos que hay eicosanoides buenos y malos, aunque sabemos que no hay nada en nuestro organismo intrínsecamente malo. Todo es siempre cuestión de equilibrio.

Equilibrio entre los ácidos grasos Omega 3, 6 y 9

La fracción EPA del Omega 3 tiene la capacidad de regular las enzimas que intervienen en la transformación de los ácidos grasos en eicosanoides y éstos en prostaglandinas, inhibiendo la delta-5 desaturasa que sintetiza el ácido graso araquidónico, presente en todas las grasas animales.

Nuestro conocido Omega 3 tiene la capacidad de interrumpir la cadena de transformaciones que convierte la grasa animal en eicosanoides malos.

En general, los eicosanoides buenos inhiben la agregación plaquetaria, promueven la vasodilatación, inhiben la proliferación celular, estimulan la respuesta inmune y tienen un marcado efecto antiinflamatorio, mientras que los eicosanoides malos favorecen la agregación plaquetaria, producen vasocostricción y proliferación celular, deprimen el sistema inmune y son proinflamatorios.

Tenemos una enzima, la delta-5 desaturasa, que trata de frenar la producción de eicosanoides malos. Cuando tomamos demasiados dulces o pastas, impedimos que realice su trabajo eficazmente. Por otro lado, la enzima delta-6 desaturasa intervine en las transformaciones de otros ácidos grasos en eicosanoides buenos.

Con los años, y también entre consumidores de grandes dosis de carbohidratos refinados, la actividad de la enzima delta-6 desaturasa deviene más lenta e ineficaz rompiéndose fácilmente el equilibrio entre eicosanoides buenos y malos, propiciando un terreno favorable a desequilibrios hormonales (eje insulina-glucagón) y a inflamaciones.

Las principales fuentes de Omega 3 son los pescados azules como sardina, caballa, atún, pez espada y salmón. Incluir estos alimentos en nuestra dieta rebajará la necesidad de suplementación. Las cápsulas de Omega 3 deber ser de origen controlado, pues el aceite de pescado lleva frecuentemente un tóxico llamado bifenilo policlorinado, derivado de productos químicos, que no se eliminan con un simple refinado.


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