¡Bienvenidos a la hermosa familia Sinclair! Aquí no tenemos delincuentes. No tenemos adictos. No tenemos fracasados.
Los Sinclair somos atléticos, altos y guapos. Somos demócratas adinerados.
Somos los Sinclair.
No nos falta de nada.
No nos equivocamos.
Vivimos, al menos en verano, en una isla privada frente a la costa de Massachusetts.
Quizá no necesitéis saber nada más...La narradora y protagonista de esta novela, Cadence, nos presenta de esta manera a los suyos. Ella es la nieta mayor del poderoso Harris Sinclair y heredera de la fortuna de esta familia que se reúne todos los veranos en la isla Beechwood (Nueva Inglaterra), donde se alzan tres mansiones para cada una de las hijas del abuelo: Windemere para Cady y Penny (su madre), Red Gate para la tía Carrie y Cuddledown para la tía Bess.
Juntos pasan cada año unas vacaciones maravillosas de sol, baños de mar, cenas en el jardín, y confidencias en el tejado. Son siete primos, pero solo cuatro tienen una relación muy especial y se hacen llamar Los Mentirosos: Cadence, Mirren y Johnny, de su misma edad y Gat, el mejor amigo de Johnny que, pese a no ser un Sinclair, siempre regresa a la isla.
Somos mentirosos. Somo hermosos y privilegiados. Estamos agrietados y rotos. Siempre hemos sido nosotros cuatro, los Mentirosos. Siempre lo seremos. Da igual lo que ocurra cuando vayamos a la universidad, nos hagamos mayores o nos forjemos una vida; da igual si Gat y yo estamos juntos o no. Da igual adónde vayamos, siempre podremos sentarnos en fila en el tejado de Cuddledown y contemplar el mar. Esta isla es nuestra. Aquí, en cierto modo, somos jóvenes para siempre
Todo es idílico hasta el verano número quince, que marcará un antes y un después. La abuela ha muerto, el abuelo está desquiciado y las tías no hacen más que pelearse entre ellas por la suculenta herencia. Además, Cady sufre un accidente y se despierta tirada en la playa con una lesión cerebral traumática, que a partir de entonces le producirá unas terribles jaquecas. Y entonces, los Sinclair ya no serán perfectos, empezarán a equivocarse, a tener delincuentes, adictos y fracasados.
Ella no recuerda lo que realmente ha ocurrido y parece que todos han hecho un pacto de silencio para no contarle la verdad.
Necesito que me cuentes qué ocurrió antes del accidente. Y después. Siempre dices que no fue nada importante, pero algo debió de pasarme aparte de golpearme la cabeza durante un baño nocturno
El verano diecisiete la familia vuelve a reunirse, aunque las cosas ya no son como eran antes. Incluso Los Mentirosos han perdido la frescura e inocencia de antaño. Lo que callan parece ser más importante que lo que cuentan: verdades a medias y un pesado e incómodo silencio.
El silencio es una capa protectora sobre el dolor
Cady intentará recuperar imágenes mentales, fogonazos de aquella tarde-noche fatídica y de esa“verdad”que le es esquiva y que todos le ocultan.
¿Qué ocurrió verdaderamente ese día? ¿Conseguirá recordarlo todo? E. Lockhart (cuyo nombre verdadero es Emily Jenkins) es una escritora americana que estudió en el Vassar College, completando luego su formación con un doctorado en Literatura Inglesa por la Universidad de Columbia.
Lockhart es el seudónimo que Jenkins utiliza para discernir su obra dedicada a un público adulto de la orientada al juvenil.
A lo largo de su carrera ha ganado premios como el National Book Award para Jóvenes Adultos o el Michel L. Printz.
En 2015 publicó su primer libro traducido al castellano: “Éramos mentirosos”, editado por Salamandra.
No suelen llamarme la atención los argumentos de sagas familiares, ni aquellos en los que es necesario consultar de vez en cuando un árbol genealógico para aclarar las relaciones entre los personajes.
Y mira tú por donde, en la primera página de este libro aparece además de un mapa de la isla, un esquema de los Sinclair (aunque la verdad es que tampoco son tantos como para que uno pueda perderse. Me viene a la mente García Márquez y su “Cien años de soledad”, donde sí era fácil olvidar quién era hijo de quién en la familia Buendía).
“Éramos mentirosos” nos cuenta el drama de una familia, que cualquier familia podría sufrir en carnes propias. Una historia sobre las rencillas, los celos, peleas y envidias que suelen salir a flote cuando hay una herencia y una buena suma de dinero de por medio, y que pueden desencadenar la destrucción de la misma.
También aborda temas como el primer amor (que surge desde el principio entre Gat y Candence) y la huella profunda que suele dejar, la verdadera amistad (entre los cuatro “Mentirosos”) que a veces, como en este caso, puede llegar a ser incluso destructiva, las relaciones tan complicadas a veces entre padres e hijos, hermanos, etc.
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Sí, la novela la he devorado. Me ha gustado mucho y me ha hecho recordar las vacaciones de mi infancia con mis primos y primas, mi primer amor que también fue de verano.
El argumento me ha parecido curioso, sobre todo por la forma en la que está narrado y especialmente por la manera de escribir de la autora. Una escritura a veces lírica, a veces rozando lo poético, con muchas metáforas.
Entonces sacó una pistola y me disparó en el pecho. Estaba parada en el jardín y caí. La bala abrió un agujero y mi corazón cayó de mis costillas a un manto de flores. La sangre salía rítmicamente de mi herida abierta, después de mis ojos, mis oídos, mi boca. Sabía a sal y fracaso. La vergüenza, brillante y roja, empapaba el césped enfrente de nuestra casa, los ladrillos del camino, los escalones del porche. Mi corazón se movía con espasmos entre las peonías, como una trucha.
Pero lo mejor sin duda, ha sido el final: maravilloso, inesperado, increíble. De esos que te dejan boquiabierta, con los ojos como platos. Lo terminé una tarde y al día siguiente seguía dándole vueltas y más vueltas. Hacía tiempo que un final no me emocionaba de tal manera.
Así que ya sabéis, os invito a leer esta novelita curiosa y fresca, adictiva, bien escrita, que os mantendrá pegados a sus páginas hasta conocer al fin “LA VERDAD”. Aunque ¿quién sabe? Tal vez en algún momento lleguéis a desear no haberla conocido nunca. Quizás…
Y para terminar, UN CONSEJO: no sigáis a rajatabla el famoso lema del abuelo Harris, como hicieron Los Mentirosos:
¡Haz siempre lo que temas hacer!
Mi puntuación por supuestísimo es la máxima:
Si te interesa leerlo, pídemelo prestado por email