Niña Pequeña y yo regresábamos ayer de un breve viaje: visitar a la familia es sano -si breve- y estar acogidas en casa de Tía. Esta vez, además, con la carga emotiva de conocer por fin a los más pequeños de los nuestros y retroceder en el tiempo ante el olor usado, cálido, como de pan tostado, de una playa de la costa catalana donde yo también fui una vez Niña Pequeña...
Y Ella, además, veía por primera vez el mar, quieta bajo la sombrilla, sin pestañear, como contando las olas:
- ¿Te gusta el mar, Niña Pequeña?
- Sí, mamá: me gusta cómo suena...
