Nadie nace buen padre ni buena madre, en sí. Y, en cambio, todos nacemos hijos y casi siempre aprendemos así a ser padres! Uno crece y se hace a sí mismo día a día y en algún momento tal vez siente su capacidad de amar y de ser amado, para siempre. O quizás solo siente todo ese amor verdadero que le fue negado en su historia o que no tuvo el valor de vivir, por sí mismo. Porque amar es fácil, pero ser amado no lo es tanto, al parecer! Uno espera amor de la vida y de los demás, los que afirman quererle! Pero, con el tiempo, uno descubre una cierta tristeza en su corazón y se da cuenta de que no ha recibido tanto amor ni siempre, como creía merecer…
Sí, tal vez le dieron afecto, educación, cuidados y atención, pero eso no es necesariamente amor, sino algo que solo se le parece. Amar significa respeto, comprensión por su persona singular e irrepetible… y no solo atención, preocupación constante, ni pretender que siga una vida predefinida por sus propios padres! Uno aprende de lo que ve… y no solo de lo que le explican sus mayores! Y uno -las más de las veces y sin saberlo siquiera- esperaba desde siempre ver amor y felicidad en el rostro de sus padres, pero pocas veces los recuerda así! En cambio veía -y sentía- miedo camuflado, en forma de consentimiento, preocupación constante, disciplina rígida y/o atención desmesurada, pero sin verdadero amor! Cuántas veces uno esperó una simple sonrisa de felicidad… y recibió solo atención o cariño de sus padres!
Y es que cada cual da lo que ha recibido antes, nos guste o no! ¿Cuántos de nosotros recordamos una madre feliz y con una sonrisa sincera en sus labios? Alguien tal vez nos ofreció amor y, en cambio, nos dió a cambio sus propios miedos! Quizás nos sonrió ante nuestras travesuras divertidas de niño, cuando estaba llorando por dentro, en su corazón, agazapado y herido! Alguien tal vez nos trajo a este mundo para darnos todo ese amor que la historia le negó o que nunca tuvo el valor de perseguir en su propia vida! Alguien, al fin, tal vez solo pretendía recibir amor a cambio y para toda la vida!
Es difícil dar a quien más queremos -incluso a nuestros hijos- algo que previamente no poseemos ni vivimos nosotros mismos! Porque un hijo no es todo lo que necesitamos en nuestra vida, ni es un ensayo ajeno de aquello que nosotros no fuimos capaces de alcanzar ni de ser, ni sentir, ni tan siquiera un instrumento nuestro para llegar a amar, ser amados sin condición y así ser felices! Un hijo sí, es la mejor oportunidad de la vida para sentir, hacer crecer y compartir el amor, siempre y cuando uno lo lleve dentro de antemano y lo viva como tal! Un hijo no trae el amor, sino que lo reclama cada minuto, haciéndolo fluir desde lo más profundo de nuestro corazón! Pero, para ello, uno debe de tener el corazón bien abierto y estar dispuesto a que ese gran milagro suceda! Y cuando el amor es verdadero y maduro, no se gasta con el uso, sino que se expande más allá… y uno siente que ha sido capaz de crear una nueva vida, de, con y para amar!
Mi fiel tributo a todas esas madres que, sin haber aprendido a serlo y sin manuales, intentan por todos los medios regalar amor de verdad a sus hijos, sabiéndolos respetar y comprender y no ahorrando esfuerzos en manifestarlo, cada día! A todas esas madres que antes fueron comprensivas hijas; a todas esas madres que saben que no es necesario dejar de ser mujer para ser una buena madre! A todas esas madres que, siendo mujeres primero, aman y son amadas y persiguen la felicidad día a día, a veces a pesar de sus hijos! A esas madres que no usan a sus hijos como única coartada para vivir y que regalan amor de verdad -y no dependencia mutua- a sus hijos, sin esperar nada a cambio y de por vida! A todas esas madres que ha descubierto que el mayor regalo que pueden hacerse -y hacer a sus hijos- es perseguir cada día su amor verdadero y hacer realidad sus sueños! A todas esas madres que saben que un hijo es el espejo milagroso donde ver lo que ellas fueron de niñas o lo que les faltó en su vida y que, día a día, les invita a volver a soñar y a hacerlo realidad para cada día! A todas esas madres que, al fin, han aprendido que la mejor forma de amar, de ser amado y de manifestar el amor de mejor madre es con una sonrisa sincera de quien se ama, amándose y sintiéndose verdaderamente amado…
Felicidades hoy y cada día a todas las buenas madres que, con más vocación que conocimientos, saben o intentan amar y ser amadas de verdad, con libertad y toda su energía! Feliz día de la madre a la mujer que sonríe al amor y a la vida, que es todo lo que todo hijo necesita y nos enseña, nos recuerda… y, a la vez, nos reclama, cada minuto del día!
PD: A veces supongo que habría que llegar a ser madre para entender la magia de la vida! Aquí te traigo un ejemplo de quien, gracias a la maternidad compartida, fue capaz de primero perdonar el miedo (en forma de sufrimiento, violencia, intolerancia, etc.) para poder empezar a amar de verdad!
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