ERBA PILLOW (**)Carrer Ultonia 117002 Girona
Habitación: 206
Fecha de entrada: 29/10/2020
Tarifa: 47€ (SA)No lejos de la estación del tren, en la zona más moderna y comercial de la ciudad, pero a un paso del casco histórico. Un antiguo hotel de toda la vida en un edificio insulso de cuatro plantas en color albero embutido en una manzana de viviendas recientemente semirenovado a base de pintura de colores y dibujitos por las paredes ofrece ahora un sencillo alojamiento. Una pequeña puerta corredera de cristal nos ubica en un estrecho y frío recibidor. Suelos de terrazo y una larga y estrecha rampa nos deja junto a un descomunal armario lleno de folletos de actividades turísticas de la zona, y junto a él un pequeño y curvo mostrador protegido por ostentosas pantallas de metacrilato por el virus. A su lado una pared de cristal opaco que deja entrar algo de luz en el espacio. La sensación es algo fría, antigua y demodé.Tras él una joven sentada frente a un caos de papeles, carpetas... Nos da la bienvenida y nos dice que tenemos que hacer el check in en una máquina que hay junto a la puerta. Volvemos hacia atrás y ante una pantalla que indica en letras rojas "Máquina fuera de servicio" vamos haciendo los pasos que la joven nos indica: meter el DNI en una ranura lectora, introducir en la pantalla nuestros datos, y por fin seleccionar la forma de pago. Cuando le decimos que queremos pagar en efectivo nos dice que tenemos que volver al mostrador, porque la máquina sólo sirve para pagos con tarjeta... Pagamos, recibimos los cambios y con este un cartoncito con la tarjeta que hace de llave de la habitación. Está rotulada como hotel Margarit, y no indica nada de Erba. Asumimos que es el antiguo nombre del hotel. Nos indica que el desayuno, si lo queremos -que no- se sirve en otro hotel de la ciudad ubicado a 5 minutos a pie; que la recepción se cierra por la noche; que no habrá nadie por la mañana cuando salgamos indicándonos dónde dejar la llave a nuestra salida y nos explica el funcionamiento del wifi que es gratuito, protegido por una contraseña sencilla y bastante veloz en todo el edificio.Un paso más adelante, y tras dos puertas de cristal abiertas entramos en la zona de las escaleras, que aparentan antiguas y estrechas y del ascensor, de puertas metálicas y correderas. El interior es pequeño. Muy pequeño. Una persona con una maleta y poco más. Paredes de madera, carteles con información sobre el covid y los horarios de la recepción (de 14h a 2h). Cuando se abren las puertas caemos a un pequeño rellano por el que bajan las escaleras. Una pared blanca con un ostentoso extintor en medio. A la izquierda una vieja ventana con vistas a un oscuro patio interior. Suelo de parquet nuevo y claro, iluminado por una efectista tira de led que corre por el suelo junto al rodapié. A mitad de pasillo hay una cesta de plástico blanco y sobre ella, un folio pegado en la pared que indica "deposite aquí sus toallas". Techos practicables con puntos de luz que se encienden automáticamente con sensor de movimiento. La puerta de la habitación, de madera clara y nueva se abre por contacto con la llave. Una vez dentro, el espacio es ajustado. Suelo de madera clara y paredes en distintos tonos de azul. Caemos directamente a los pies de la cama. A la derecha, una ranura para meter la llave y activar la iluminación. Los interruptores, modernos, en color metalizado aparecen decorados con dibujitos de muñecos y comecocos. En el suelo un taburete de plástico de color pistacho que desentona con casi todo. A su lado un radiador antiguo que durante la noche hace ruidos como de aguas. Sobre él un equipo de aire acondicionado nuevo.La cama, vestida en blanco, resulta pequeña para ser doble, pero amplia para ser individual. Cuatro almohadas y un suave nórdico ofrecerían un agradable descanso. Empotrada en un cabecero de madera brillante sobre el que corre una tira de led que da efectividad a la luminosidad de la estancia. A cada lado de la cama hay sendas mesillas de madera. Encima de una, un teléfono, y encima de la otra, el mando a distancia de la televisión y una maceta con una flor de plástico poco agraciada. Encima, enchufes disponibles e interruptores para apagar todas las luces. Incrustados en el cabecero sendos apliques de luz en metal y cristal, con escasa luz para la lectura, que suple perfectamente la tira de led que hay sobre el mismo. Encima de la cama, enrolladas se presentan dos grandes toallas de baño. Tras la puerta de entrada hay una especie de pequeño escritorio que hace las veces de maletero. En la pared a los pies de la cama hay una televisión de pantalla plana con una generosa raya que la atraviesa por completo. Al fondo de la habitación a la derecha hay un pequeño escritorio empotrado junto a una columna, con una moderna silla con ruedas delante. Cuelga del techo, para iluminar la zona, una lámpara de cristal azulado. En la pared frontal está la ventana, con vistas a la calle, persiana de las clásicas con la cuerda algo desvencijada y cortinas de tela azul como de pana. Bajo ella dos sillas de madera tapizadas en terciopelo. Al lado un armario empotrado con dos puertas y en su interior perchas antirrobo, una balda superior y otra inferior. La insonorización interior es lamentable. Se escuchan todos los movimientos de las habitaciones contiguas: voces, pasos, televisiones, conversaciones. El tiempo de pandemia, el toque de queda, y lo tranquilo de la calle hacen que los ruidos que se escuchan del exterior sean inexistentes. Para colmo durante la noche el radiador emite una serie de ruidos como si se estuviera llenando o vaciando. La oscuridad sería absoluta de no ser porque la ranura de la llave emite una luz amarillenta todo el tiempo. El baño está sobreelevado. Los interruptores, junto a la puerta, activan por un lado dos puntos de luz sobre el lavabo y por otro otro punto de luz más cerca de la ducha y un extractor de humedad y olores de gran sonoridad. Suelo de porcelana gris, y paredes alicatadas casi hasta arriba con pequeñas baldosas de color mar. Frente al a entrada encontramos una larga encimera con dos lavabos generosos que apenas dejan espacio. Grifería nueva y un jarrón de vídrio con una flor artificial. Las amenities se han sustituido por un dispensador de jabón de manos anclado a la pared junto al lavabo, y otro similar con gel/champú dentro de la ducha. Sobre los lavabos y llegando hasta el techo un enorme espejo . Un secador de pelo de escasa potencia anclado a la pared, una banqueta metálica situada debajo de los lavabos, y una papelera metálica completan el mobiliario de la zona.En la pared que hay frente al lavabo se presenta un toallero del que cuelgan las dos toallas de manos y el pie de ducha. La lencería resulta generosa en tamaño y limpieza y algo más justa en calidad. Antes de la ducha, en el lado derecho encontramos el inodoro con cisterna exenta. Junto a él, un feo dispensador de papel higiénico de plástico blanco. A continuación la cabina de ducha que es grande, con una mampara la mitad de obra y la otra mitad, hasta el techo de cristal. Dentro la grifería es moderna de doble mando y rematada en un rociador de teléfono. La temperatura es correcta pero el caudal y la presión resultan lamentables. Apenas un hilillo de agua que ni de lejos nos ayuda a despertar. Cuando bajamos a la recepción por la mañana no hay recepcionista, porque no llega hasta primera hora de la tarde, así que dejamos la tarjeta en una bandeja que hay sobre el mostrador y nos vamos. Al menos no nos preguntan por el minibar.Calidad/precio: 7.5
Servicio: 5.5
Ambiente: 4.5
Habitación: 6.5
Baño: 7
Estado de conservación: 7.5Desayuno: