Julien Faubert será recordado por muchos como uno de los fichajes más peculiares en la última década del Real Madrid. Llegó en el mercado de invierno de la temporada 2008/09 como refuerzo para el equipo de Juande Ramos, donde solo pudo disputar un total de 52 minutos en dos partidos (Racing y Athletic). Su conexión en el banquillo con Drenthe o su siesta en el Madrigal quedará para siempre en nuestras retinas.
Resulta fácil catalogar de fracaso dicha contratación para ambas partes. No sabemos las razones que llevaron al club blanco a incorporar a este futbolista, pero
entrar esta semana en un selecto grupo de futbolistas donde se encuentran leyendas como Puskas, Di Stéfano o Kubala y es que, al igual que ellos, se ha convertido en uno de los no muchos jugadores que ha marcado gol con dos o más selecciones nacionales diferentes, parece haber sido un paso crucial en su carrera.Tras varios malabarismos y resquicios legales, Faubert logró poder jugar con la selección caribeña de Martinica (país afiliado a la CONCACAF, pero no a la FIFA) y no sólo eso, también anotó el tanto decisivo del empate a uno para su nueva selección. En su día ya logró marcar en su primer y único partido con la selección francesa, un tanto también decisivo que dió la victoria a los galos por 2-1 frente a Bosnia-Herzegovina en 2006, heredando el dorsal 10 de Zinedine Zidane.