Me equivoco tanto... Con el paso de los años y las decepciones me he dado cuenta de que los errores no sólo son necesarios sino vitales... Si no nos equivocáramos tendríamos que forzarnos a ello para poder crecer. Sin embargo, hay algunos errores que te duelen más que otros, son aquellos que cometes mientras no eres tú mismo...
Cada día decidimos. Decidimos tomar un camino hasta el trabajo, comer más o menos sano, sonreír o permanecer impasible, derecha o izquierda... Decidimos tomando nuestra brújula y dejándonos guiar por ella, hurgando entre nuestras necesidades y escogiendo un camino... El problema surge cuando nuestra brújula no marca nuestro norte sino el norte de otra persona... O si no sabemos cuál es nuestro norte... O si nuestro norte se ve modificado por nuestro miedo.
Cuando decidimos desde el miedo, cometemos ese tipo de errores que desde el principio ya sabemos que lo son... Huelen mal. Nos metemos en aventuras y situaciones que desde el primer momento sabemos que no funcionarán porque las hemos escogido desde nuestro lado más oscuro, desde nuestro yo asustado, desde nuestro yo cómodo y triste...
Decidimos seguir un camino no porque nos guste sino porque el otro nos da miedo, porque tenemos pavor a quedarnos solos en él y que nadie nos acompañe, que nadie nos siga, que no haya luz... Escogemos ese camino porque sabemos que el otro es más duro, implica tener que confiar tanto en nosotros que no sabemos si seremos capaces de asumir tanta responsabilidad, tanta confianza... Elegimos el camino fácil porque no creemos en nosotros y nos sentimos débiles. Nos vamos por el atajo, que parece más rápido, más cómodo, más llevadero mientras buscamos la forma de encontrar algo a lo que agarrarnos ... Nos decantamos por la opción en la que compartiremos nuestra responsabilidad con otros, para no sentirnos culpables de un posible fracaso que seguramente llegará porque nosotros sabemos que nos hemos metido en un traje que nos viene grande o pequeño, corto o largo, que no es el que queremos llevar... Porque elegimos una vida que no queremos.
Salimos de una situación dependiente de algo o alguien y nos metemos en otra hasta que no sabemos darnos cuenta de que hay que notar el frío a veces y que ese frío es el precio que pagas por ser tú... El camino fácil es un placebo que acaba por quedarse a medias, un sucedáneo que te sirve para ponerte la venda en los ojos y taparte la nariz con los dedos para no notar lo mal que huele tu decisión de no confiar en ti, de no arriesgarte a estar donde sabes que es tu lugar, donde sabes que puedes llegar a dónde sueñas... Llegues o no, el camino de la confianza te hace sentir que apuestas por ti y eso te permite brillar con intensidad hagas lo que hagas, porque estás donde quieres estar, porque llevas el traje que te va a la medida.
Necesitamos a veces tomar muchos caminos cómodos para darnos cuenta de cuál es el camino que deseamos emprender. Necesitamos fiarnos mucho de nuestro olfato para descubrir si nos estamos guiando por nuestro norte o nos estamos dejando llevar por el pánico a quedarnos a solas con nosotros y descubrir que aún no nos conocemos suficiente.
Ningún camino que huya de ti mismo te lleva a nada que sueñes, a nada que sea donde realmente quieres estar... Ningún camino que te aleje de lo que te asusta te lleva a lo que amas.
A menudo, las decisiones difíciles son las que más zarandean tu vida, las que más la cambian y te permiten conocerte... El camino difícil es muy a menudo el que te lleva a donde quieres llegar... Seguramente porque para llegar a donde queremos, tenemos mucho que aprender y esas dificultades nos ayudarán a crecer lo necesario como para llegar al final mucho más sabios... Nuestras debilidades son puntos de apoyo para evolucionar, nos marcan por dónde debemos ir para asumirlas, aceptarlas y saber cómo usarlas y convertirlas en lecciones útiles.
El camino siempre te ayuda a conseguir el tamaño necesario para que tus sueños te vayan a la medida al llegar a la meta...
Cuando escogemos la comodidad en lugar de la pasión por lo que soñamos se nos estropea la brújula y acabamos siendo un sucedáneo de nosotros mismos. Nos metemos en una caja para no sentir frío pero tampoco sentimos el calor de seguir nuestra intuición e ir camino a nuestras metas.
Cuando decidimos con miedo nos tratamos como a seres inmaduros que no pueden escoger por sí mismos... Nos arrebatamos el poder de ser nosotros mismos...
Necesitamos cometer errores sabiendo que estamos con nosotros, que confiamos, que creemos que podemos... Ir por nuestro camino y seguir nuestro norte y fracasar todo lo fracasable si es necesario... Porque cuando te equivocas siendo tú, poniendo tus ganas y tu pasión, el error es difícil de llevar también pero notas como tu conciencia está serena, te reconcilias contigo, te sientes entero... Porque sabes que no estabas allí sólo por el resultado sino porque sabías que debías estar, para no traicionarte.
Cuando te equivocas negándote, ocultando tu verdad, eligiendo no ser tú porque el miedo te vence el error sabe aún más amargo y esa sensación pegajosa de culpa se te pega en la espalda...
No hay culpas, no hay reproches... Hay responsabilidades que asumir y nuevos mapas por dibujar... Empezar de nuevo y volver a consultar esa brújula, esta vez con tu norte, con tu sueño...
Al final, no importa porque te equivocas. Lo que importa es darse cuenta y saber cambiar de rumbo. Siempre se aprende, siempre se crece... No hay fracaso, es un ensayo... Es un aprendizaje valioso, la forma en que teníamos en aquel momento de descubrir quienes somos...Lo único a decidir es si llegado el momento tomas la decisión que te lleva a crecer o te arrugas ante la adversidad. Si descubres que, en el fondo, a pesar del vértigo, sólo puedes agarrarte a ti mismo... Y no te dejas tentar por algunos salvavidas que te alejan del destino que has dibujado para ti.
A veces, para llegar a donde quieres llegar, hay que dar un rodeo y perderse un poco.
A veces, para saber quién eres necesitas descubrir primero el camino que no quieres transitar. Y notar esa sensación de paz que te invade cuando te equivocas siendo fiel a ti mismo...
Fuente https://mercerou.wordpress.com/2016/11/30/eres-fiel-a-ti-mismo-2/