EREs, Griñán, Chaves y otras hierbas

Parece ser que no tuvo respuesta el Sr. Griñán respecto al conocimiento que debía tener sobre los EREs y que los populares se apresuraron a afearle, dejando al actual presidente de la Junta de Andalucía en una situación precaria. Por otro lado, parece especularse con que el Sr. Chaves se fue a Madrid, desgastado tanto por los veinticinco años de gobierno, como por las irregularidades de casos como el de MATSA, pero con la vista puesta en el regreso a su tierra natal. También se comenta el deterioro de las relaciones personales entre el Sr. Griñán y D. Manuel, el del cortijo, que eran amigos personales. Ahora, que se prevé un descalabro en las próximas elecciones municipales, pudiera aparecer de tapadillo un nuevo candidato a presidir la Junta que no sería otro que el mismísimo Chaves, para cerrar el círculo de los mismos perros, además con los mismos collares.

Andalucía, después de un cuarto de siglo de gobierno socialista, se convirtió en el cortijo de la corrupción y de las irregularidades. Las peonadas, los EREs, una región con el mayor paro de España que vive medio por la picaresca medio por las subvenciones, mientras los cargos políticos se turnan o rotan en diferentes puestos extraordinariamente bien remunerados, conforman el paisaje político andaluz, del que salió escaldado el propio Aznar cuando intentó retirar el privilegio del paro. Desde luego que no pretenden considerarse nación, no obligan a rotular en caló, pero gozan de privilegios que para sí quisieran muchos catalanes, sin ir más lejos. Antonio Fernández entró de botones en Byass y salió en un ERE preparado por el mismo y con el fin de cobrar unos cuatrocientos mil euros en estos años venideros; lo malo es que la pensión del Sr. Fernández la pagamos el resto de los españoles, catalanes, asturianos y melillenses, que tanto da. Griñán consintió la irregularidad y eso tiene un precio político; lo malo es que de aquella, el presidente de la Junta era Chaves, que estaba entretenido en dar diez millones a la empresa de la que su hija era apoderada, y eso disculpa el despiste y lo habrá de librar de cualquier tipo de responsabilidad. Es lo esperable.